martes, 24 de diciembre de 2024

CUANDO “EL DIARIO” DE PARANÁ ERA ANTIYRIGOYENISTA

Por José Antonio Artusi

El Diario de Paraná fue fundado en 1914 por un grupo de dirigentes radicales entre los que se encontraban Miguel María Laurencena y Luis Lorenzo Etchevehere, su primer director. Ese mismo año ambos fueron electos gobernador y vicegobernador respectivamente.

El matutino paranense fue durante mucho tiempo el diario más importante de la provincia y ocupó un lugar destacado en el panorama de los medios del interior del país.

Para conocer la riquísima historia de El Diario lo más recomendable es leer “El imperio del Quijote – La historia oculta de un diario que influyó en la política argentina”, de Jorge Riani, magnífica obra de un autor que alcanzó a ser protagonista de su última época.

Al calor de la división del radicalismo a mediados de la década del "20 entre yrigoyenistas y antipersonalistas, y como producto de la adhesión de los dirigentes radicales vinculados a El Diario a esta segunda tendencia, el medio adoptó en determinado momento una postura abiertamente crítica y hostil hacia Hipólito Yrigoyen, que lo llevó a promocionar la candidatura presidencial de Leopoldo Melo en 1928 y a tener una actitud francamente golpista en 1930.

Revisar algunas de las ediciones de El Diario en 1928, antes y después de las elecciones del 1º de abril de ese año, permite darnos una idea cabal de cómo se canalizaba en la prensa periódica de la época el proselitismo a favor – y en contra - de determinadas corrientes políticas, dejando absolutamente en claro desde dónde se opinaba, y utilizando un lenguaje de una inusual dureza, que hoy quizás sorprenda a muchos.  

En la tapa de la edición del 1º de marzo de 1928, por ejemplo, en una breve columna sin firma titulada “Ciudadano” El Diario pregunta a su lector: “¿No se sonroja Ud. al pensar que un hombre por capricho y por interés y otras razones, ha abierto una zanja de odio entre sus compatriotas, tendiendo a corromper la conciencia del país que divide en amigos y enemigos de su persona?”. No hace falta decir que “un hombre” es Hipólito Yrigoyen, al que no se lo nombra en todo el artículo. Continúa preguntándose el autor: “¿No tiene Ud. la dolorosa impresión de que algunas multitudes de argentinos han abandonado la inmensa ruta de sol que recorrían, para reptar por sendas tortuosas y en descenso?”.     

El día siguiente, el 2 de marzo, El Diario sale con una tapa en la que se destaca un artículo titulado “Rectificaciones amargas”. Allí se señala que “antiguos y acérrimos enemigos, más de la persona que del personalismo - su falla fundamental, a nuestro juicio – del señor Irigoyen, acaban de ponerse no solo al lado del mismo en la actual campaña política, sino también al lado de los que son sus aduladores por interés o por convicción leal, emulando con ellos en el fuego de la alabanza, por lo general simulada”.

En la edición del 3 de marzo de 1928 podemos observar una columna titulada “Impostura”, en la que más que Yrigoyen el blanco elegido son los yrigoyenistas y seguramente un medio identificado con esa tendencia, que no se menciona: “El personalismo y sus adeptos  que los hay de varias clases en cuanto a sinceridad se refiere, pero que en cuanto a estrechez de miras toca, se igualan por la carencia de conceptos y la falta más completa de independencia en la acción, han dado en abusar de un medio tan optimista como ingenuo de propaganda, voceando próximos triunfos en distritos donde jamás conseguirán la mayoría que de antemano se atribuyen. Si se les interroga acerca de las razones que tienen para hacer tales afirmaciones, caen de inmediato en esa vacuidad de criterio que a todos los singulariza por igual, desde el caudillajo que organiza el repunte hasta el que pega carteles en los muros.”

El domingo 4 de marzo el diario incluyó un artículo con el título “La agresividad en la propaganda política”. Allí se decía que “a tales extremos ha llegado la falta de respeto, la grosería y hasta la agresividad que son peculiares condiciones de los elementos personalistas, puestos en acción de confusionismo y de presiones violentas, que todo el país se siente alarmado ante los canallescos avances de agentes perturbadores alucinados como su jefe o por él pagados para buscar ventajas electorales en el desconcierto y en el temor.”     

Obviamente, el resultado de las elecciones del 1º de abril de 1928 fue una pésima noticia para la redacción de El Diario. Yrigoyen, acompañado por el entrerriano Francisco Beiró como candidato a vicepresidente, logró un triunfo contundente con más del 61% de los sufragios, lo que le permitió consagrar una holgada mayoría en el colegio electoral.  En Entre Ríos la fórmula radical (para los radicales antipersonalistas entrerrianos la fórmula “personalista”) obtuvo el 56,64% de los votos y el Frente Único, una coalición de la UCR antipersonalista y partidos conservadores que impulsaba la fórmula Leopoldo Melo – Vicente Gallo el 42,52%. Francisco Beiró no alcanzó a asumir la vicepresidencia ya que falleció el 22 de julio y fue reemplazado por Enrique Martínez.  

Tres semanas después del comicio, el domingo 22 de abril, El Diario  publicó una nota titulada “El veredicto de las urnas”, en la que se lamentaba de que “si bien se sospechaba que Entre Ríos no podía librarse de la ola personalista que arrasaba con situaciones en apariencia inconmovibles, un espíritu de conservación fincado en las tradiciones provinciales y en el concepto de nuestra autonomía política tan acentuada por sus atributos históricos y morales alimentó la certeza de que nunca llegaría a ser tan abrumadora la mayoría del adversario.”

En otra, bajo el título “Manifestación personalista”, el cronista señalaba que “festejando el triunfo en la provincia los irigoyenistas realizaron anoche una manifestación que recorrió varias calles de la ciudad. Más por falta de cultura que por entusiasmo, los manifestantes profirieron gritos destemplados y exclamaciones incorrectas que no respetaron ni a funcionarios ni a damas accidentalmente espectadores del malogrado despliegue de fuerzas victoriosas”.

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