lunes, 14 de octubre de 2024

7 DE OCTUBRE

José Antonio Artusi

Hace un año vimos con estupor y angustia cómo se producía el mayor atentado contra el pueblo judío después del Holocausto. Miles de personas inocentes, entre ellos bebés, fueron masacradas, vejadas, torturadas y secuestradas; y las imágenes de las víctimas y la barbarie de la que fueron objeto quedaron registradas por los propios victimarios, la organización terrorista Hamas. A diferencia de los nazis, que documentaban sus crímenes más horrendos pero que no los exhibían con tanto desparpajo, las atrocidades del 7 de octubre fueron mostradas al mundo y fueron hasta reivindicadas con orgullo y siniestra algarabía por sus autores materiales e intelectuales, quienes incluso llegaron a asegurar que sólo se trataba de un macabro comienzo.

Al dolor y desconcierto inicial por la masacre y al temor por la suerte de los secuestrados sobrevino otro dolor; el de constatar que las víctimas, en vez de suscitar la solidaridad incondicional, la empatía y el acompañamiento unánime de todo el mundo civilizado, recibían la indiferencia y hasta la negación de su condición de víctima por parte de muchos, sobre todo en Occidente. Y los crímenes de Hamas, en vez de ser condenados de manera absoluta, eran relativizados o hasta directamente alabados y justificados en nombre de supuestas causas de liberación y de consignas absurdas y delirantes. Al dolor del 7 de octubre por lo que pasó ese día y los días que siguieron, hasta el día de hoy, se le sumó el espanto de constar el surgimiento de una ominosa ola de antisemitismo, a menudo disfrazada de antisionismo. La defensa del derecho de autodeterminación del pueblo de Israel y de tener su propio Estado en su propio territorio, reconocido por la comunidad internacional y sin amenazas existenciales de enemigos que procuran lisa y llanamente su destrucción, es presentado como una oscura y tenebrosa conspiración contaminada de los antiguos prejuicios y mitos antisemitas, a los que ahora se le agregan nuevos. De la mano de esa tergiversación el término “sionista” aparece por lo tanto automáticamente cargado de una connotación negativa y se transforma en un insulto y en una acusación. Quienes advertimos que la falacia y la mentira son evidentes tenemos la obligación de exponerlas y decir que reconocemos la legitimidad del Estado de Israel y proclamamos su derecho a defenderse.

Reivindicar la causa del Estado de Israel, única democracia liberal de Medio Oriente, no significa justificar ni pasar por alto los errores o las acciones impropias de sus gobernantes. Por el contrario, la sociedad civil israelí es la única de la región que puede darse el lujo, propio de las democracias republicanas, de manifestarse públicamente para criticar determinadas decisiones de su gobierno. Los ciudadanos de países enemigos de Israel, si se atreven a hacer lo mismo se ven automáticamente expuestos a las represalias de regímenes autoritarios y absolutistas, con consecuencias que van desde la cárcel al destierro, y que en muchos casos determinan directamente la muerte.

Tras la barbarie del 7 de octubre siguieron las agresiones de otros brazos armados del régimen iraní, una teocracia que sojuzga a su propio pueblo y reprime ferozmente las disidencias, en particular a las mujeres que luchan por ejercer derechos básicos que increíblemente aparecen vulnerados y cuestionados en pleno siglo XXI. Y siguió también, obviamente, una guerra en múltiples frentes, que como toda guerra es cruel y dolorosa.

No puede dejar de enfatizarse que Israel respondió a la agresión del 7 de octubre en primer lugar para tratar de rescatar con vida a las personas secuestradas y para lograr que nunca más, esta vez sí, nunca más, tengamos que soportar una tragedia similar. Ante la guerra, no podemos repetir ingenuamente las consignas buenistas de los que pretenden hacernos creer en la teoría de los dos demonios y lanzan llamados “políticamente correctos” pero falaces, que terminan siendo funcionales a la causa de organizaciones terroristas que reivindican abiertamente la barbarie del 7 de octubre y exhiben con absoluta franqueza su propósito de borrar al Estado de Israel del mapa.

El pueblo palestino y el pueblo libanés también son víctimas de Hamas y Hezbollah, y junto a otros pueblos sometidos merecen ser liberados del yugo opresor de regímenes fundamentalistas y retrógrados que desprecian profundamente los valores de la libertad y los derechos humanos.

Es imprescindible advertir y diferenciar las actitudes de quienes se enfrentan en este conflicto. Quienes atacaron a Israel procuraron deliberadamente masacrar civiles inocentes y toman a su propia población civil como escudo humano. Las fuerzas de defensa de Israel buscan por todos los medios posibles minimizar las muertes de no combatientes y defender a toda costa a su población. Se trata de dos actitudes diametralmente opuestas ante la vida y la muerte, que de ninguna manera pueden ponerse en un pie de igualdad y compararse como si fueran actitudes semejantes.

El año pasado, a propósito del 81º aniversario del estreno de la película “Casablanca” escribí algo que me parece pertinente recordar hoy:

“Hay muchos silencios ensordecedores en estas horas oscuras. Quizás los que serán recordados como la mayor infamia son los de organizaciones que nacieron como supuestas abanderadas del feminismo y la defensa de los derechos humanos. El “ni una menos” y tantas otras consignas parece que no son válidas si las víctimas son mujeres judías…

Hoy está claro de qué lado están la libertad, la igualdad y la democracia y de qué lado la opresión y la teocracia fundamentalista.

Como en Casablanca, como en 1942, no es tan difícil saber de qué lado hay que estar.”

Y poco después del 7 de octubre dije que “el pueblo y el Estado de Israel merecen el apoyo y la solidaridad de todos los demócratas del mundo. No están solos. Pero en la guerra que se está librando en estos momentos, sí, están solos…

Israel prevalecerá. Y le deberemos eterna gratitud y reconocimiento por ello”.

Hoy es un día de tristeza, de dolor y de ejercicio de la memoria. Pero también debe ser un día de reflexión, de compromiso, y de esperanza.

 

Texto pronunciado por el autor en el acto de la Asociación Israelita de Villaguay el 7 de octubre de 2024. 

 

Publicado en el diario La Calle el día 13 de octubre de 2024. -

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jueves, 10 de octubre de 2024

ALBERTO CAROSINI

Por José Antonio Artusi

Se cumplen hoy 158 años del nacimiento de Bartolomé Herminio Alberto Carosini Lefebre. Nació en Concepción del Uruguay el 6 de octubre de 1866, por entonces Capital de la Provincia de Entre Ríos, y murió en su ciudad natal el 18 de mayo de 1942.

Alberto Carosini - tal como se lo conoció mayormente - al igual que su hermano mayor, Agustín Antonio, tuvo una extensa actuación en el radicalismo uruguayense, del que fue uno de sus fundadores.

Tras egresar como bachiller del Colegio del Uruguay se desempeñó como empleado bancario, primero en Villaguay y más tarde en Concepción del Uruguay. Comerciante, rematador, procurador, periodista, fue uno de los creadores del periódico El Radical, que comenzó a publicarse a partir del 1º de agosto de 1891, a pocos días de crearse la Unión Cívica Radical como partido nacional bajo el liderazgo de Leandro Alem. El medio se imprimía en la imprenta Gutenberg, de propiedad de Carosini. Fue más tarde corresponsal del diario La Nación. 

Fueron numerosas las responsabilidades que ejerció Carosini en la conducción de la UCR: delegado al Comité Nacional, presidente del Comité Departamental, presidente del Comité Provincial, etc. 

En 1886 integró una Comisión de Higiene, creada para enfrentar la epidemia de cólera que afectó a la ciudad. En las elecciones del 2 de diciembre de 1900 compitió como candidato a la presidencia municipal en representación de diversos “clubes” políticos, dada la abstención que había decretado el radicalismo. Como dato anecdótico curioso, una de esas agrupaciones se denominaba “La Chusma Honrada”. Se impuso en esa oportunidad Wenceslao Gadea.

En las elecciones del 6 de diciembre de 1903 Carosini fue electo para ocupar una banca en el Concejo Deliberante de Concepción del Uruguay. Fue reelecto en 1905 y 1907. Recordemos que en ese momento el mandato de los concejales duraba dos años. Durante la gestión de Vicente Corvalán, en 1906, se desempeñó de manera interina al frente del Departamento Ejecutivo Municipal. 

Entre 1913 y 1917 Alberto Carosini fue el senador por el departamento Uruguay, siendo el primero proveniente de la UCR, tras el levantamiento de la abstención del radicalismo con posterioridad a la sanción de la Ley Sáenz Peña a nivel nacional.  En 1918 integró el Colegio Electoral que consagró a Celestino Marcó como gobernador y a Emilio Mihura como vicegobernador. También tuvo a su cargo la Jefatura de Policía del Departamento Uruguay.  

Fue diputado nacional entre 1919 y 1924. El 16 de marzo de 1919 fue electo en un comicio especial para sustituir a Celestino Marcó, quien renunció el 23 de septiembre de 1918 tras haber sido electo gobernador de la Provincia de Entre Ríos. En la elección del 22 de abril de 1922 la provincia de Entre Ríos renovó 8 bancas. La UCR obtuvo el 49,71% de los votos frente al 46,69% de la coalición conservadora Concentración Popular. Por imperio del sistema electoral imperante a la UCR le correspondieron seis bancas, entre ellas la de Carosini, y a la Concentración Popular dos. Fue designado en dos oportunidades (1922 y 1923) como vicepresidente primero de la Cámara, lo que nos da una idea de la relevancia y representatividad política que tenía en ese momento. De su labor legislativa podemos destacar las gestiones para la construcción del Hospital de Zona “Justo José de Urquiza”, para la instalación de la planta de combustibles de YPF y la ampliación y mejora del puerto de Concepción del Uruguay.       

En el cisma radical de la década del 20 optó por el sector yrigoyenista. Además del componente nacional y provincial el duro enfrentamiento entre antipersonalistas e yrigoyenistas tuvo también condimentos locales. En 1924 el gobernador Ramón Mihura (antipersonalista) procedió a designar a Demetrio Echezárraga como presidente municipal con carácter interino tras la renuncia de Juan Carlos González por razones de salud. La decisión del Poder Ejecutivo Provincial desencadenó un duro conflicto con el Concejo Deliberante, que intentó resistir la medida. La respuesta fue contundente, un decreto por el que se declaraba “en acefalía total” el legislativo municipal. Desde fines de 1924 los concejales se venían negando a tomar el juramento de práctica al Escribano Echezárraga, pero constituida la Comisión Municipal designada por el gobierno provincial – una suerte de intervención del concejo deliberante – el designado prestó juramento y tomó posesión de su cargo el 28 de enero de 1925. Alberto Carosini se dirigió al gobernador Mihura reprochándole tal actitud en duros términos: “Por resolución de su gobierno acaba de ser asaltada la Municipalidad, colocando al frente a un ciudadano del más refinado régimen y desalojados radicales elegidos por el partido que lo llevó al poder. Durante el régimen jamás presenciamos esta vergüenza”. La reforma constitucional de 1933, con la incorporación de la elección directa de los presidentes municipales, terminó con esa usina de conflictos que constituía la designación indirecta por parte del Poder Ejecutivo Provincial, y contribuyó a legitimar a los gobiernos locales.          

Carosini fue uno de los que no aceptó la reunificación de la UCR una década más tarde. Es así que en la elección del 17 de marzo de 1935, en la que el radicalismo unificado consagró presidente municipal a Justo Germán Ravenna, integró una lista de concejales de la UCR yrigoyenista que se ubicó en tercer lugar, con 698 votos, detrás de la UCR con 2.261 y el Partido Demócrata Nacional con 1.015. Alberto Carosini y Delio Panizza fueron electos en esa oportunidad junto a siete concejales de la UCR y tres del del PDN. Evidentemente la representatividad política que Carosini supo ostentar en otros momentos, a sus sesenta y nueve años ya no era la misma de otras épocas.  

Alberto Carosini participó activamente en diversas instituciones de la sociedad civil de Concepción del Uruguay, entre ellas la Asociación Educacionista “La Fraternidad”, el Consejo Escolar, la Asociación Patriótica, la Biblioteca Popular “El Porvenir”, el Jockey Club, etc. En su sepelio lo despidieron Delio Panizza y Luis María Rodríguez. Una calle de Concepción del Uruguay recuerda su nombre.

 

Fuentes:

Argachá, Celomar José; Origen y fundación de la Unión Cívica Radical en Entre Ríos, Editorial La Causa, 1998. 

Centro Cultural “Justo José de Urquiza; Apuntes Uruguayenses, Año I, nº1, Editorial Dunken, Buenos Aires, 2019.

Municipalidad de Concepción del Uruguay; Intendentes Uruguayenses, Espacio Editorial UCU, Concepción del Uruguay, 2023.

Pereira, Enrique; Mil nombres del radicalismo entrerriano, UNL, Santa Fe, 1992     

 

Publicado en el diario La Calle el día 6 de octubre de 2024. -

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