lunes, 14 de abril de 2025

MARIANO LÓPEZ

Por José Antonio Artusi

Mariano Eustaquio López nació en Concepción del Uruguay el 20 de septiembre de 1857 y murió en su ciudad natal el 21 de enero de 1929.

Su familia tenía vínculos con Francisco Ramírez, con Justo José de Urquiza y con Ricardo López Jordán. Cursó el bachillerato en el Colegio del Uruguay y posteriormente egresó como abogado de su segunda Escuela de Derecho. Más tarde obtuvo el doctorado en Montevideo. Estuvo entre los estudiantes del Colegio que participaron en la fundación de la Asociación Educacionista “La Fraternidad”. En 1882 fue designado prosecretario de la Cámara de Diputados de la provincia. Recordemos que hasta 1883 la capital provincial era Concepción del Uruguay. En 1887 fue electo diputado provincial y en 1890 fue reelecto, por lo que ocupó esa banca hasta 1894. También fue senador provincial por el departamento Uruguay, entre 1898 y 1901.   

Se desempeñó como ministro de Hacienda, Justicia e Instrucción Pública en el gobierno de Leónidas Echagüe entre 1902 y 1903 y continuó en ese cargo en la gestión del gobernador Enrique Carbó entre 1903 y 1906.

El 11 de marzo de 1906 fue electo diputado nacional, junto a otros siete candidatos conservadores, entre ellos Alejandro Carbó. En esos comicios Mariano López obtuvo 8.759 sufragios. La falta de transparencia y limpieza de esos comicios queda de manifiesto cuando se observa que otro candidato conservador como Osvaldo Magnasco obtuvo sólo cuatro votos, y un candidato radical como Francisco Barroetaveña solamente dos. Su primer mandato como legislador nacional fue breve, ya que renunció el 15 de enero de 1907 tras haber sido electo vicegobernador, acompañando a Faustino Parera. Ejercieron su mandato, acortado por la transición dispuesta en la reforma constitucional de 1903, entre el 15 de enero de 1907 y el 1º de octubre de 1910.  

En las elecciones del 13 de marzo de 1910, las últimas antes de las trascendentales reformas establecidas en la ley Sáenz Peña, Mariano López fue nuevamente electo diputado nacional. En esa ocasión obtuvo 14.648 votos – fue el candidato más votado – mientras que Osvaldo Magnasco vio nuevamente frustradas sus ambiciones al lograr sólo tres votos, al igual que el candidato radical Alberto Carosini, entre otros. En esta oportunidad sí pudo Mariano López ejercer su mandato completo, hasta 1910.  

Más que por propuestas de grandes leyes de alcance nacional su gestión como legislador nacional es conocida sobre todo por el impulso dado a iniciativas centradas en Concepción del Uruguay. En tal sentido podemos mencionar la ley de creación de la zona franca, la construcción de un edificio para el juzgado federal, la ampliación del puerto, la nacionalización de la escuela profesional de mujeres, la creación del profesorado de la Escuela Normal y la concreción de su actual edificio. Otros proyectos tuvieron sanción legislativa pero no se implementaron, tales como la construcción del hotel de inmigrantes, que habría estado localizado en cercanías de la estación del ferrocarril, o la adquisición del Palacio San José para el establecimiento de una escuela superior agropecuaria.

Merece especial atención la ley 8092, de creación de la zona franca de Concepción del Uruguay, promulgada por el Poder Ejecutivo Nacional el 30 de septiembre de 1910 y reglamentada recién en 1992. Mariano López defendió su proyecto argumentando que “la ley 5142 autorizó el establecimiento de la zona franca en el puerto de La Plata, y uno de la provincia de Santa Fe. Pero nada dijo de Entre Ríos, cuyo inmejorable puerto ultramarino, Concepción del Uruguay, reclama igual beneficio, porque pueden invocarse a su favor las mismas razones y fundamentos que sirvieron de base para la sanción de la ley expresada”.    

También debe destacarse la creación del profesorado de la Escuela Normal. El proyecto, presentado en 1911, proponía elevar la categoría de la institución a escuela de profesoras, agregando dos años más de estudios. La ley respectiva fue sancionada en 1912, creándose a partir de ese momento el profesorado, que funcionó hasta 1930, y luego fue recuperado en 1960. En 1913 Mariano López presentó un proyecto de ley tendiente a la creación de una escuela industrial de varones en Concepción del Uruguay, iniciativa que recién se concretaría en 1938.

El Centro Comercial de Concepción del Uruguay tuvo en 1913 a Mariano López como uno de sus fundadores y fue su primer presidente. En 1925, al retirarse de la presidencia, el diario Los Principios, claramente identificado con el radicalismo yrigoyenista, hizo esta reseña de su gestión al frente de la institución: “El Dr. López, que como es pública notoriedad, se ha preocupado por todo cuanto importa un progreso para Concepción del Uruguay y su zona tributaria; tiene bien conquistados título y autoridad… muchas otras iniciativas y medidas auspiciadoras del progreso real, efectivo y permanente de nuestra ciudad y de su departamento constituyen la acción eficiente y prolija de la Comisión Directiva, que bajo la presidencia del Dr. López dirigiera acertadamente la marcha de esa Institución.”     

La actuación política de Mariano López culminó con un breve período en el que se desempeñó como concejal y presidente del Concejo Deliberante entre 1926 y 1927, propuesto por el radicalismo antipersonalista. Durante su mandato ocupó varias veces de manera interina la titularidad del departamento ejecutivo municipal. Para entender esta incorporación de un dirigente que si bien era sumamente prestigioso provenía del conservadorismo es menester considerar dos circunstancias. La primera, tomar nota de los durísimos enfrentamientos entre las ramas antipersonalista e yrigoyenista del radicalismo, que ya se habían dividido y competían en las elecciones generales como partidos diferentes. La segunda, recordar que el sistema imperante para la elección del presidente municipal antes de la reforma de la constitución de 1933 consistía en la designación por parte del Gobernador, conviviendo con la elección popular directa de los concejales. Este método generaba frecuentes conflictos y problemas de funcionamiento entre las ramas ejecutiva y legislativa de los municipios.   

Una calle de Concepción del Uruguay, antes denominada Los Andes, lleva el nombre de Mariano Eustaquio López.

 

Fuentes:

Argachá, Celomar José. Un Mecenas uruguayense: Mariano E. López. Concepción del Uruguay, 2009.

 

Publicado en el diario La Calle el 13 de abril de 2025.

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lunes, 7 de abril de 2025

CASIMIR LISZINSKI

Por José Antonio Artusi

Se cumplen 336 años de la ejecución de Casimir Liszinski, en la plaza del mercado de Varsovia.   

Casimir Liszinski nació en Łyszczyce, localidad que en ese momento pertenecía a Polonia, actualmente en Bielorrusia, el 4 de marzo de 1634 y murió en Varsovia, el 30 de marzo de 1689.

Liszinski pertenecía a una familia de nobles polacos. Michael Nugent señala que “a los 24 años, Casimir se formó como jesuita en Cracovia y Kalisz. Estudió retórica con John Kwiatkiewicz, teólogo y poeta cuyos libros sobre historia de la Iglesia criticaban al filósofo italiano Lucilio Vanini, uno de los primeros defensores de la evolución, ejecutado en Francia en 1619 por ateísmo y blasfemia. Casimir también estudió lógica, física y metafísica con John Morawski, un filósofo ecléctico que reflexionó sobre la existencia del ser únicamente en la mente. Casimir dejó la Compañía de Jesús en 1666 y se casó con Jadwiga Zelichowska a los 32 años. Posteriormente, se dedicó a la política, participando en el parlamento nacional de Varsovia. En 1674, a los cuarenta años, participó en el parlamento que eligió a Juan III Sobieski como rey de Polonia, después de que tres candidatos rivales trajeran sus ejércitos a Varsovia. Juan era un líder militar fuerte que apoyaba a Liszinski”.

El mencionado autor plantea que “alrededor de 1674, al cumplir cuarenta años, Liszinski comenzó a escribir el tratado filosófico que lo llevaría a la muerte quince años después. Había leído un libro de Henry Alsted titulado Theologia Naturalis, que intentaba demostrar la existencia de Dios. Liszinski no se impresionó y escribió en los márgenes: «ergo non-est Deus» o «por lo tanto, Dios no existe». Liszinski comenzó entonces a desarrollar sus propias ideas en una obra titulada “Sobre la inexistencia de Dios”. Fue el primer argumento filosófico polaco a favor de un mundo natural sin dioses, y lo mantuvo en secreto durante los quince años que estuvo escribiéndolo”.

Nugent nos narra el desenlace del drama: “En 1682, el rey Juan III Sobieski nombró a Liszinski gobernador de la región de Berekolit. Cabe recordar que, en esa época, los escritos de Liszinski sobre Dios y la religión aún se mantenían en secreto. Con 48 años, participó en un juicio contra los jesuitas, quienes se vieron obligados a devolver dos jardines que habían usurpado ilegalmente a los habitantes fallecidos de Brest. En 1686, el obispo Witwicki, de la diócesis de Luck, excomulgó a Liszinski, de 52 años, de la Iglesia Católica. Su hija se había casado con un hombre que podría haber sido su tío (el árbol genealógico era complejo) y el obispo exigió la anulación del matrimonio. Liszinski respondió que las prohibiciones eclesiásticas no importaban, ya que el matrimonio es un contrato civil, y el obispo lo excomulgó. Liszinski tuvo un breve indulto, ya que el obispo Witwicki fue ascendido a la diócesis de Poznam, y su sucesor no se pronunció en su contra. Pero sus problemas estaban a punto de agravarse. Había prestado una gran suma de dinero a un vecino llamado John Brzoska, y en 1687 debía devolverlo. Pero Brzoska encontró la manera de evitarlo. Robó el manuscrito de Liszinski sobre la inexistencia de Dios y su ejemplar de Theologia Naturalis con sus notas marginales manuscritas. Con base en esto, Brzoska acusó a Liszinski de ateísmo y blasfemia. Informó al obispo Witwicki, ahora obispo de Poznam, quien ya había excomulgado a Liszinski. En un ambiente de indignación, el gobernador local encarceló a Liszinski, rompiendo la tradición legal de que un noble polaco no podía ser encarcelado antes de ser declarado culpable. El gobernador transfirió entonces el caso al tribunal eclesiástico y Liszinski a la prisión eclesiástica. El juicio tuvo lugar a principios de 1689, cuando Liszinski cumplió cincuenta y cinco años. Los obispos Witwicki de Poznam y Zaluski de Kiev defendieron firmemente la culpabilidad de Liszinski, mientras que el rey Juan III Sobieski intentó ayudarlo ordenando que el juicio se celebrara en Vilna en lugar del Vaticano. Los obispos se indignaron de que a Liszinski se le permitiera siquiera defenderse, argumentando que sus pruebas por sí solas deberían haber bastado para condenarlo. El juicio tuvo un desenlace irónico. Liszinski solo tenía un ejemplar de su libro, que fue quemado como parte del veredicto. Pero gracias a que sus acusadores interpretaron partes clave de sus argumentos en el acta del juicio, conocemos el resumen de sus razones para concluir que no existe Dios y que la religión se inventó para oprimir a la gente. De ser declarado culpable, Liszinski se enfrentaba a una terrible ejecución: le cortarían la lengua con hierros candentes, le quemarían las manos lentamente y luego él mismo moriría quemado. Intentó defenderse alegando que su obra estaba escrita a medias. Afirmó que la versión completa sería un debate entre un ateo y un católico, en el que el católico finalmente ganaría. Pero fue declarado culpable. El rey Juan Sobieski protestó, alegando que la Inquisición no habría tomado una decisión más severa. Tras la apelación de Juan, la ejecución se limitó a la decapitación y, posteriormente, el cuerpo de Liszinski fue incinerado. Incluso el papa Inocencio afirmó que los obispos polacos habían abusado de su poder y que la sentencia era demasiado severa. A pesar de estas sutiles críticas, Liszinski fue ejecutado el 30 de marzo de 1689 en la Plaza del Mercado…”.

¿Por qué interesa recordar a este filósofo polaco?  Porque, lamentablemente, parece necesario seguir insistiendo firmemente en la necesidad de preservar los ideales liberales e igualitarios de la Ilustración, que le permitieron a Occidente en algún momento ir saliendo de las oscuridades de la Inquisición y la represión del libre pensamiento; si bien es verdad que Occidente una y otra vez traicionó (y traiciona) sus propios ideales. Lamentablemente, sigue habiendo quienes se sienten con derecho a condenar a otros a muerte por cuestionar alguna religión o alguna verdad supuestamente revelada. Y sigue habiendo víctimas inocentes de esa ominosa barbarie.   

 

Fuentes:

Nugent, Michael . "Michael Nugent." Casimir Liszinski, executed for atheism. 2020. https://www.michaelnugent.com/2020/01/06/casimir-liszinski/.

 

Publicado en el diario La Calle el 6 de abril de 2025.



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