Por José Antonio Artusi
Se cumplieron 70 años de la
muerte de Emilio Ravignani. Nació en Buenos Aires el 15 de Enero de 1886 y
murió el 8 de Marzo de 1954 en su ciudad natal.
Hijo de inmigrantes italianos,
tras egresar del Colegio Nacional de Buenos Aires cursó estudios universitarios
en la Facultad de Derecho y en la de Filosofía y Letras de la UBA, ámbitos en
los que luego se desempeñó como profesor e investigador. Junto a Ricardo Levene
y otros historiadores formó parte de la denominada Nueva Escuela Histórica,
abocada a aplicar marcos metodológicos rigurosos para la investigación.
Pablo Buchbinder, en un artículo
titulado “Entre la historia, la política y las aulas: reflexiones sobre la
trayectoria de Emilio Ravignani”, recuerda que “en diciembre de 1946… debió
abandonar sus cargos como profesor universitario que ejercía desde los años
veinte en las Facultades de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad
Nacional de la Plata (UNLP) y de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires (UBA). De esta manera terminó su larga trayectoria en las instituciones
de enseñanza superior de la Argentina que había incluido no sólo el ejercicio
de cargos de profesor en las áreas de Historia Constitucional Argentina y de
Historia Americana –además había sido profesor en el Instituto Nacional del
Profesorado- respectivamente sino también el desempeño de diversas
responsabilidades en puestos y organismos de gobierno universitario. Por un
tiempo breve continuaría sus tareas académicas y universitarias en el Uruguay”.
No es ocioso recordar que Ravignani fue separado de sus cargos por razones
políticas, tal como era usual en ese momento.
En el citado trabajo Buchbinder
considera que “Ravignani articuló desde 1945, directa y estrechamente, un
análisis del pasado histórico argentino con una lectura crítica de su presente.
Este uso y articulación se explicaba posiblemente por el hecho de que sus
juicios políticos no podían expresarse en forma pública y abierta desde
entonces. Sus escritos sobre Rivadavia, del que lo había separado su papel en
la tradición unitaria, buscaron ahora subrayar su defensa de los principios
republicanos. El análisis de Artigas estuvo desde entonces cruzado por consideraciones
similares. Ya no era el líder que se oponía a los intentos centralistas de
Buenos Aires sino, fundamentalmente el que, frente al autoritarismo porteño,
encarnaba tradiciones auténticamente democráticas”. Siguiendo con la
reivindicación de Artigas es pertinente mencionar que el historiador
uruguayense Pedro Félix Guridi resalta en su obra “El artiguismo y su legado”,
citando a Alberto Demicheli, que fue precisamente Emilio Ravignani quien
descubrió y publicó en 1937 el proyecto de Constitución nacional que llevaron
consigo los diputados orientales para presentar a la Asamblea General
Constituyente de 1813, junto con las célebres “Instrucciones”, que constituyen
en su conjunto una magnífica síntesis de la doctrina artiguista, base
ineludible del federalismo argentino y de su posterior concreción
constitucional en 1853 de la mano de Urquiza.
En el campo político Ravignani
tuvo una intensa participación en la Unión Cívica Radical, ocupando numerosos
cargos y llegando a presidir su Convención Nacional. Fue electo diputado
nacional en tres ocasiones, en 1936, 1946 y 1952. Su muerte truncó el último
mandato.
Enrique Pereira lo evoca diciendo
que “unió en su persona a un luchador callejero valiente con un intelectual de
prestigio internacional, a un docente cabal, un creador de escuelas, y un
parlamentario inteligente y combativo”; recuerda que “su conciencia democrática
lo llevó a sumarse a la organización de las actividades solidarias con la II
República Española”, y que “fue uno de los pilares del legendario “Bloque de
los 44” presidido por Balbín, integrado, entre otros, por Raúl Uranga, Silvano
Santander, Arturo Frondizi”, etc.
Su conocimiento histórico le
permitió participar en algunos debates en la Cámara de Diputados con inusual
solvencia. Una de las intervenciones en las que puso de manifiesto su
comprensión del pasado como faro para iluminar el presente fue la que tuvo
lugar en Marzo de 1947, al tratarse la ratificación del decreto ley 18.411 de
1943 que reformó el artículo 8º de la ley 1420 de educación pública, laica,
gratuita y obligatoria e implantó la enseñanza religiosa en las escuelas. Este
año se cumplirán 140 años de la promulgación de la ley 1420. Parece oportuno
recordar las palabras finales de Ravignani, en alguna medida premonitorias, en
aquellos acalorados debates de 1947:
“La Iglesia debe trabajar sin
oprimir las conciencias, pues se lo prohíbe la Constitución, y, sobre todo, no
debe convertirse en un instrumento político que pueda robustecer a los
gobiernos fuertes. No debe repetir la experiencia de aquellos monarcas que eran
católicos, pero perseguían a los religiosos, disolvían sus órdenes; y, por fin,
no debe enturbiar el vino generoso del sentimiento católico, que se apoya en la
fe, con el agua turbia de la acción política, que a menudo se vale de la
simulación para ahogar las libertades humanas, esencia de la moral del Mártir
del Gólgota”.-
Publicado en el diario La Calle
el día 10 de Marzo de 2024.-
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