domingo, 5 de octubre de 2025

EL ÉXTASIS DE SANTA TERESA



Por José Antonio Artusi

Se cumplen 443 años de la muerte de Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, más conocida como Santa Teresa de Jesús o Santa Teresa de Ávila. Teresa, descendiente de judíos conversos, nació en Gotarrendura el 28 de marzo de 1515 y murió en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582. Algunas fuentes difieren en la fecha de su muerte y la datan el 15 de octubre, dado que coincide con la transición del calendario juliano al gregoriano en España.

Monja y escritora mística, en 1562 Teresa fundó el primer convento de Carmelitas Descalzas - Convento de San José - en Ávila. Posteriormente, junto con San Juan de la Cruz, fundó la Orden de los Carmelitas Descalzos. Fue beatificada en 1614, canonizada en 1622, declarada patrona de los escritores católicos españoles en 1965 y proclamada doctora de la Iglesia Católica en 1970.

En una época en que la Iglesia sospechaba de las mujeres místicas y las consideraba propensas a la inestabilidad emocional, ella argumentó que las mujeres podían alcanzar la perfección espiritual y desempeñar diversos roles. Fue investigada por la Inquisición, pero no encontraron nada en sus escritos que pueda ser considerado herético.  

En Roma, a 650 metros de la iglesia de Sant ‘Andrea y a 500 metros de la iglesia de San Carlino a las que nos referimos en esta hoja el 7 de septiembre pasado, en la modesta iglesia de Santa María della Vittoria diseñada por Carlo Maderno, se puede apreciar una de las maravillas más fascinantes del arte barroco: el grupo escultórico “El Éxtasis de Santa Teresa” en la Capilla Cornaro, obra de Gian Lorenzo Bernini finalizada en 1652.

Esta obra de arte es mucho más que una escultura aislada que puede localizarse de manera aséptica en la sala de cualquier museo; es más bien un intento de brindar una experiencia integral a través de la fusión de la escultura y la arquitectura, dotadas a su vez de efectos lumínicos; diseñada ex profeso de esa manera para conmover al espectador y reforzar la devoción religiosa en una época de crisis espiritual. Encargada por el cardenal veneciano Federico Cornaro para su capilla funeraria, la obra centraliza la figura de Santa Teresa de Ávila en un momento de éxtasis místico, mientras un ángel la atraviesa con una flecha dorada. Pero lo que hace única a esta creación es su articulación perfecta con el espacio arquitectónico que la contiene, convirtiéndola en un exponente supremo de la expresividad barroca al servicio de la Contrarreforma católica. La capilla y el grupo escultórico son la misma cosa, en la que cada volumen es inescindible del espacio que lo contiene.

Imaginemos acercarnos a la capilla: la luz natural filtra desde arriba a través de una ventana oculta, iluminando rayos dorados de bronce que parecen descender del cielo, ambientando dramáticamente la escena. Santa Teresa yace en una nube de mármol blanco, su cuerpo contorsionado en un paroxismo de placer y dolor, con el rostro extasiado y los ojos entrecerrados. El ángel, con una sonrisa juguetona, sostiene la flecha que simboliza la transverberación descrita en las visiones de la santa. Bernini concibió esta representación como un teatro sagrado, donde los miembros de la familia Cornaro, a los lados de la capilla, observan la escena desde balcones como espectadores privilegiados.

Esta táctica escénica torna difusos los límites entre la ficción artística y la realidad, predisponiendo al observador a participar emocionalmente en el milagro que tiene ante sí.

La estructura de la capilla, con su nicho profundo y una cúpula elíptica, enmarca la escultura como un altar viviente. Los mármoles de varios colores en las paredes y el piso contrastan con el blanco puro de las figuras, creando un efecto de levitación que hace parecer que Santa Teresa flota en el aire. Esta ilusión óptica, potenciada por la luz dirigida, no solo realza la expresividad emocional de la obra, sino que también simboliza la elevación espiritual, un tema central en la mística católica.

El Barroco emergió en el siglo XVII como una respuesta artística de la Iglesia Católica a la Reforma Protestante, en el marco de la Contrarreforma. Tras el Concilio de Trento la Iglesia buscó reconquistar a los fieles perdidos ante el avance del protestantismo, que rechazaba las imágenes y los sacramentos católicos en favor de una fe más austera.

Para contrarrestar esto, el arte barroco se convirtió en una herramienta propagandística: teatral, sensorial y emotiva, diseñada para emocionar y convencer. En este contexto, Bernini, encarnó el ideal barroco: un arte que no solo decora, sino que persuade y consolida la fe, a través de una apelación que privilegia lo emocional por sobre lo racional, mediado por la intensa y dinámica percepción sensorial.

La expresividad barroca, con su énfasis en el movimiento, la luz y la emoción, sirvió perfectamente a estas estrategias. En contraste con el equilibrio estático y racional del Renacimiento, el arte barroco privilegia el desequilibrio dinámico, el drama emocional y lo infinito.

En “El éxtasis de Santa Teresa”, esta expresividad se manifiesta en la fusión de elementos: la arquitectura enmarca la escultura, la luz pinta la escena, y todo converge para evocar una visión celestial. Todo esto no era mera ornamentación; era un arma en la batalla ideológica y religiosa. Al hacer tangible lo divino, la Iglesia reafirmaba su autoridad, invitando a los fieles a una inmersión sensorial que contrastaba con la sobriedad protestante.

No todos los críticos saludaron la obra. Simon Schama la describió como "el espectáculo voyeurista más asombroso del arte... que flota en el límite entre el misterio sagrado y la indecencia".  Dany Nobus la calificó como "una representación sacrílega desvergonzada” y "un ejemplo típico de los excesos deplorables del arte barroco". La crítica de arte victoriana Anna Jameson la condenó diciendo que "incluso aquellos menos puritanos en asuntos de arte, aquí tirarían gustosamente la primera piedra."

Ernst Gombrich, en cambio, considera que “si comprendemos que una obra de arte religioso, como el altar de Bernini, puede legítimamente emplearse para provocar sentimientos de fervorosa exaltación y de transportes místicos, debemos admitir que Bernini logró este propósito de forma magistral. Dejó a un lado, deliberadamente, cualquier limitación para conducirnos a una cima de emotividad a la que nunca habían llegado los artistas. Si comparamos el rostro de su desfallecida santa con cualquier obra realizada en los siglos anteriores, encontraremos que ha logrado una intensidad en su expresión que nunca se había conseguido en el arte hasta entonces”. Nosotros podríamos agregar, quizás, que tampoco se consiguió posteriormente. El propio Bernini habría expresado que se trataba de su obra cumbre.

En nuestros días el “Éxtasis de Santa Teresa” sigue siendo motivo tanto de devoción religiosa como de deleite estético y de curiosidad intelectual, y se erige como un testimonio imperecedero de la eterna necesidad del arte frente a las tendencias contemporáneas que lo niegan o desprecian, que van desde un consumismo vacuo y frívolo hasta la barbarie reaccionaria de fundamentalismos iconoclastas.        

 

Fuentes:

Burgos Madroñero, Manuel. "En torno a Santa Teresa de Jesús." Dialnet. n.d. http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2571289.pdf.

Gombrich, Ernst. La historia del arte. Buenos Aires: Sudamericana, 2007.

White, Katie. "Is Bernini’s Baroque Masterpiece the Most Controversial Religious Artwork of All Time?" artnet. 2025. https://news.artnet.com/art-world/bernini-the-ecstasy-of-saint-teresa-2659785.

 

 

Publicado en el diario La Calle el 5 de octubre de 2025.

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lunes, 29 de septiembre de 2025

LA CONQUISTA NORMANDA DE INGLATERRA Y SU PROYECCIÓN HISTÓRICA

Por José Antonio Artusi

Se cumplen 959 años del inicio de la invasión y conquista de Inglaterra por parte de Guillermo el Conquistador. Guillermo, también conocido como el Bastardo, nació en Falaise, Normandía, probablemente en 1028 y murió en Ruan el 9 de septiembre de 1087. Descendiente de vikingos, fue el primer rey normando de Inglaterra (Guillermo I), y el duque de Normandía desde 1035 hasta su muerte (Guillermo II).

En 1066, Inglaterra estaba sumida en una crisis sucesoria tras la muerte del rey Eduardo el Confesor, quien no dejó herederos directos. Harold Godwinson, un poderoso noble anglosajón, fue coronado rey, pero su legitimidad fue cuestionada por Guillermo, duque de Normandía, quien afirmaba que Eduardo le había prometido el trono. Al mismo tiempo, Harald Hardrada, rey de Noruega, también reclamaba la corona, lo que llevó a una lucha tripartita por el poder.

La Batalla de Hastings fue el punto culminante del conflicto. Guillermo desembarcó en la costa sur de Inglaterra, en Pevensey, el 28 de septiembre de 1066. Haroldo, tras derrotar a Hardrada en la batalla de Stamford Bridge en el norte, marchó rápidamente hacia el sur para enfrentar a Guillermo. El 14 de octubre, ambos ejércitos se encontraron cerca de Hastings. Los normandos, con una combinación de caballería, arqueros y tácticas disciplinadas, superaron a las fuerzas anglosajonas, agotadas por la marcha forzada y la reciente batalla. Harold murió en el campo de batalla, y con su muerte, la resistencia anglosajona colapsó. Guillermo fue coronado rey el 25 de diciembre de 1066 en la Abadía de Westminster, iniciando la era normanda.

Uno de los cambios más significativos tras la conquista fue la reestructuración de la propiedad de la tierra. Antes de 1066, Inglaterra tenía un sistema de tenencia de tierras relativamente descentralizado, con nobles anglosajones y terratenientes locales controlando grandes extensiones. Sin embargo, Guillermo, como nuevo rey, implementó un sistema feudal rigurosamente centralizado, inspirado en las prácticas normandas. Este sistema redefinió la relación entre la corona, los nobles y las demás clases sociales.

El sistema feudal normando se basaba en la relación entre el señor y el vasallo. Los señores otorgaban tierras a sus vasallos a cambio de lealtad y servicio militar. Este sistema reemplazó al sistema anglosajón de propiedad de la tierra, que no era tan estricto y admitía en ocasiones la posesión directa por parte de los campesinos libres. La introducción del feudalismo normando en Inglaterra tuvo un impacto duradero en la estructura social y económica del país.

Guillermo confiscó las tierras de los nobles anglosajona, muchos de los cuales murieron en Hastings o fueron desposeídos por su resistencia. Estas tierras fueron redistribuidas entre sus seguidores normandos, creando una nueva aristocracia leal al rey. En 1086 Guillermo I encargó confeccionar el “Domesday Book”, una especie de censo o registro exhaustivo, que constituyó un logro administrativo sin precedentes, ya que no solo documentó la propiedad, sino que también sirvió como base para la tributación.

El sistema feudal normando estableció que toda la tierra pertenecía al rey, quien la otorgaba a sus vasallos a cambio de lealtad y servicios militares. Estos vasallos, a su vez, subdividían las tierras entre caballeros y otros subordinados, creando una jerarquía rígida. Los campesinos, ahora en su mayoría siervos, trabajaban la tierra a cambio de protección y una porción de la producción. Este sistema consolidó el poder de la corona, ya que los nobles dependían directamente del rey para mantener sus tierras, lo que redujo la autonomía de la antigua élite anglosajona.

La conquista normanda también trajo cambios significativos en los sistemas tributarios. Antes de 1066, los reyes anglosajones recaudaban impuestos como el “danegeld”, un tributo originalmente destinado a pagar a los invasores vikingos para evitar ataques. Este impuesto, basado en la extensión de la tierra, era recaudado de manera irregular y dependía de la cooperación de los nobles locales. Guillermo, sin embargo, introdujo un sistema tributario más sistemático y eficiente, apoyado por el “Domesday Book”.

El “Domesday Book” permitió a Guillermo evaluar con precisión la riqueza de sus dominios, incluyendo tierras, ganado, y recursos. Cada parcela fue relevada y registrada minuciosamente, brindando datos sobre su producción y su capacidad contributiva. Esto permitió a la corona imponer impuestos basados en la productividad real, en lugar de estimaciones aproximadas. Los impuestos se recaudaban en especie (granos, ganado) o en dinero, y los señores feudales eran responsables de garantizar que sus tierras cumplieran con los montos establecidos.

El “*Domesday Book” no solo fue una herramienta administrativa, sino también un símbolo del control normando. Su legado perdura como una fuente histórica invaluable, que ofrece una visión detallada de la economía y la sociedad del siglo XI. Además, los sistemas tributarios establecidos por Guillermo sentaron las bases para la fiscalidad medieval, permitiendo a la corona financiar guerras, construcción de castillos y la administración del reino.

En 1776 Thomas Paine, un republicano inglés que llegó a ser uno de los padres fundadores de los Estados Unidos y participó en la Revolución Francesa, caracterizó en su libro “Sentido Común” a Guillermo el Conquistador como “un bastardo francés que desembarca con bandidos armados y se proclama rey de Inglaterra contra el consentimiento de los nativos”, y sostuvo que su ascenso al trono “ciertamente, no tiene nada de divinidad”. Intentando demostrar con argumentos lógicos la ilegitimidad de origen tanto del sistema monárquico como de la propiedad de la tierra por parte de la aristocracia terrateniente, señaló que “en cuanto a la usurpación, nadie puede ser tan valiente como para defenderla; y que Guillermo el Conquistador fue un usurpador es un hecho innegable. La pura verdad es que la antigüedad de la monarquía inglesa no soporta ser considerada”.

Henry George, a su vez, en “Progreso y miseria” (1879), utilizó la conquista normanda de Inglaterra para ilustrar los orígenes feudales de la propiedad de la tierra y la monopolización que genera desigualdad económica. George la menciona en el contexto de cómo los títulos de propiedad en Inglaterra derivan de la violencia y la conquista, no de un derecho natural, lo que refuerza su argumento central: la apropiación privada de la valorización de la tierra como fuente de pobreza en medio del progreso. En sus propias palabras: "En todos los países feudales, la tierra fue apropiada por conquista o por concesión de aquellos que la habían conquistado. En Inglaterra, por ejemplo, tras la Conquista Normanda, la tierra fue dividida entre los seguidores de Guillermo, y los cultivadores sajones fueron convertidos en siervos o forzados a pagar renta como arrendatarios."

Los cambios en la propiedad de la tierra y la tributación tuvieron consecuencias duraderas. La centralización del poder en manos de la corona y la nueva élite normanda redujo la influencia de las comunidades locales y consolidó un sistema político jerárquico. La introducción del feudalismo creó una sociedad más estratificada y desigual. Estas transformaciones evolucionaron durante siglos, modelando las estructuras sociales y económicas de Inglaterra durante el medioevo y posteriormente, proyectando sus consecuencias hasta nuestros días. 


Publicado en el diario La Calle el 28 de septiembre de 2025.

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lunes, 22 de septiembre de 2025

DE LA “VIENA ROJA” A LA “VIENA VERDE”

Por José Antonio Artusi

Viena, la capital austríaca, ha sido durante más de un siglo un faro de innovación y creatividad en políticas públicas urbanas. Desde la legendaria “Viena Roja” del reformismo socialdemócrata entre la primera y la segunda guerra mundial hasta la ciudad contemporánea, que podríamos denominar la “Viena Verde”, la ciudadanía vienesa ha sabido adaptar su legado de compromiso con el bienestar colectivo sin descuidar la libertad individual a los desafíos del presente, signados por cuestiones tales como la sostenibilidad del desarrollo, la seguridad, y la diversidad e integración social. Hoy, Viena lidera rankings globales de calidad de vida, ofrece viviendas asequibles, espacios públicos de calidad y equipamientos comunitarios jerarquizados a la mayoría de sus habitantes y se destaca como un modelo de desarrollo urbano.

Tras la Primera Guerra Mundial, Viena era una ciudad marcada por la pobreza, el hacinamiento y la desigualdad. La caída del Imperio Austrohúngaro la dejó en una situación precaria, con miles de familias viviendo en condiciones insalubres. En este contexto, el gobierno socialdemócrata, que ejerció el gobierno municipal entre 1918 y 1934, implementó un ambicioso programa para transformar la ciudad, que sería conocido como la “Viena Roja”. Este período se caracterizó por políticas progresistas que priorizaron la mejora de la calidad de vida de los trabajadores.

El eje de estas reformas fue la construcción de conjuntos de viviendas municipales diseñados para ofrecer alquileres asequibles. El más icónico, el Karl-Marx-Hof - al que nos referimos en esta hoja el 31 de agosto pasado - terminado en 1930, no era solo un complejo residencial, sino un elemento de integración, con guarderías, bibliotecas, lavanderías y espacios comunitarios abiertos. Entre 1923 y 1934 se construyeron más de 60.000 viviendas, albergando a cerca de una quinta parte de la población vienesa. Estos proyectos se financiaron mediante una reforma tributaria progresiva, basada en gravar la renta del suelo y los consumos suntuarios, que permitió redistribuir recursos dirigidos a mejoras prioritariamente destinadas a los sectores más postergados de la sociedad.

El impacto de la “Viena Roja” fue profundo. Las condiciones de vida mejoraron significativamente, y la ciudad se convirtió en un modelo de cohesión social. Sin embargo, este experimento terminó abruptamente en 1934, cuando el fascismo austríaco disolvió el gobierno socialdemócrata. A pesar de su fin, el legado de la “Viena Roja” sentó las bases para el modelo de vivienda social que aún distingue a la ciudad.

Tras la anexión de Austria por parte de Hitler y la posterior devastación de la Segunda Guerra Mundial, Viena enfrentó el desafío de reconstruir su infraestructura y su tejido social. Los principios de la Viena Roja fueron retomados, pero adaptados a un nuevo contexto. La municipalidad mantuvo un decidido protagonismo en la planificación y gestión del suelo urbano, asegurando que la vivienda siguiera siendo asequible.

La transición de la Viena Roja a la Viena Verde no ha sido un proceso lineal ni ha estado exento de dificultades, contradicciones, conflictos y fracasos. A partir de los años 80 y 90 del siglo pasado, Viena comenzó a integrar preocupaciones ambientales en su planificación urbana, influenciada por el auge de los movimientos ambientalistas. La ciudad evolucionó desde un enfoque centrado en la reconstrucción hacia uno que priorizaba la sostenibilidad, la eficiencia energética y la inclusión social. Algunas de las claves han sido la búsqueda de un desarrollo urbano sostenible, priorizando la compactación urbana, la mixtura de usos, evitar la segregación social y preservar espacios verdes de calidad, así como la consolidación de un sistema integrado de movilidad que articula de manera eficiente redes de transporte público en subte, tranvías y autobuses eléctricos, y que incluye carriles para bicicletas y calles peatonales.

Hoy, Viena es un referente global en desarrollo urbano sostenible, asequibilidad de vivienda, integración social y calidad de vida. Su éxito no es casual, sino el resultado de una planificación a largo plazo y un compromiso permanente con el bienestar colectivo, en el que libertad e igualdad no son principios contradictorios sino complementarios.

La asequibilidad de la vivienda sigue siendo una prioridad en Viena. El alquiler promedio es significativamente más bajo que en otras capitales europeas. La ciudad regula el mercado inde suelo para desalentar la especulación y fomenta las cooperativas de vivienda, que permiten a los habitantes participar en la gestión de sus edificios. Este modelo asegura que personas de todos los niveles socioeconómicos puedan vivir en el centro de la ciudad, o cerca, evitando la expulsión que afecta a muchas metrópolis.

Viena ha abrazado la sostenibilidad como pilar de su desarrollo. Un ejemplo notable es Aspern Seestadt, un barrio planificado que combina edificios de bajo consumo energético, transporte público eficiente y amplios espacios verdes. Cuando comenzó la construcción en 2007, el sitio era un aeropuerto abandonado. Cuando se complete en 2030, albergará a más de 25.000 personas y 20.000 puestos de trabajo.

La integración social es otro pilar de la Viena Verde. Los conjuntos modernos no sólo ofrecen viviendas, sino también espacios para fomentar la cohesión comunitaria, como centros culturales y áreas recreativas. Esta apuesta por la inclusión ha fortalecido el tejido social de la ciudad.

Viena ocupa consistentemente los primeros lugares en los rankings de calidad de vida de Mercer y Economist Intelligence Unit. Su éxito se debe a la combinación de viviendas asequibles, transporte público eficiente, acceso universal a servicios de salud y educación, y un entorno urbano limpio y seguro. La ciudad invierte en infraestructura que promueve el bienestar, desde parques hasta bibliotecas públicas, haciendo que la calidad de vida sea accesible para todos, no solo para una élite.

El modelo vienés ofrece valiosas lecciones para otras ciudades. Su éxito radica en la continuidad de su visión adaptada a los desafíos modernos. La regulación y la tributación del suelo, la inversión en vivienda pública y la planificación a largo plazo han permitido a Viena evitar los problemas de desigualdad y expulsión que enfrentan otros gobiernos locales. Además, su enfoque en la sostenibilidad demuestra que es posible combinar equidad social y prosperidad económica con soluciones ambientales.

Sin embargo, Viena no está exenta de desafíos. El crecimiento demográfico, la presión sobre los recursos y los retos de la integración de los inmigrantes requerirán innovaciones y nuevas estrategias. A pesar de ello, la ciudad sigue siendo un modelo inspirador. Otras metrópolis pueden aprender de su experiencia. Viena ha demostrado que es posible construir una ciudad justa, sostenible e inclusiva. En un mundo donde las ciudades enfrentan crisis de desigualdad y sostenibilidad, Viena ofrece un modelo esperanzador. Su historia nos recuerda que, con visión y continuidad, es posible construir un hábitat donde todos puedan prosperar y vivir con dignidad, con la ciudad como la casa común.

La transición de la Viena Roja a la Viena Verde ofrece varias lecciones importantes para las ciudades contemporáneas, más allá de la diversidad de escalas y contextos: la importancia de la planificación territorial como una actividad permanente, la necesidad de políticas públicas innovadoras que articulen principios imperecederos con nuevos desafíos, y la participación ciudadana como instrumento para diseñar políticas públicas que reflejen efectivamente las necesidades y prioridades de los habitantes.

 

Publicado en el diario La Calle el 21 de septiembre de 2025.

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jueves, 18 de septiembre de 2025

EDUARDO PEDRO RODRÍGUEZ VAGARÍA

Eduardo Pedro Rodríguez Vagaría junto a Carlos Humberto Perette

Por José Antonio Artusi

Eduardo Pedro Rodríguez Vagaría nació en Chivilcoy el 8 de marzo de 1917 y murió en Paraná el 14 de abril de 1993. Su padre era un inmigrante aragonés que vino a la Argentina a los 16 años sin avisar a su familia, a pesar de la buena posición económica que tenían en España. Su madre era maestra y llegó a ocupar la dirección de la Escuela Pringles de Villa Mantero, por lo que la familia se radicó algunos años allí.  Su padre se dedicó al comercio y llegó a ser un importante vendedor de la empresa uruguayense Lusera en Entre Ríos y Santa Fe. Eduardo se desempeñaría posteriormente como accionista e integrante del directorio de la empresa.

Enrique Pereira señala que “prácticamente desde su niñez estuvo en la UCR y siempre fue un ferviente admirador de Yrigoyen”. Tras obtener el título de abogado en la Universidad Nacional del Litoral comenzó a ejercer la profesión en Paraná.

Tuvo una extensa actuación en el radicalismo. Su cursus honorum va desde presidir la Seccional 4ª de Paraná, “la cuarta de fierro”, hasta integrar organismos nacionales. Fue delegado y secretario del Plenario de la Capital en reiteradas oportunidades, presidente del Comité de la Capital, integró en diversos períodos el Congreso Provincial y el Comité Provincial de la UCR de Entre Ríos, presidiéndolo entre 1972 y 1974. Fue delegado a la Convención Nacional entre 1957 y 1961 e integró el Comité Nacional entre 1975 y 1983.

En 1954 fue electo diputado provincial, mandato que se vería truncado por el golpe de Estado de 1955. Enrique Pereira refiere que “en ese escaso tiempo las más de las sesiones fueron escenario del duro enfrentamiento entre radicales y peronistas que, años más tarde, él mismo contribuyó a superar”.  

En 1956 Rodríguez Vagaría tuvo un intenso protagonismo en gestiones tendientes a dotar a Entre Ríos de una universidad nacional, logro que se concretaría más tarde con la creación de la UNER en 1973. Eva María Petitti recuerda que “la propuesta de Entre Ríos fue presentada el 1 de mayo de 1956… En Concepción del Uruguay, el presidente de facto Pedro E. Aramburu (1955-1958) no solo recordó el pronunciamiento de Urquiza sino que restauró la vigencia de la Constitución provincial de 1933 que había sido reformada por el peronismo en 1949. Entre quienes visitaron rápidamente al presidente, se encontraba la comisión Pro-Universidad Mesopotámica presidida por el Doctor Eduardo Rodríguez Vagaría... La comisión le entregó un memorial con el “anhelo muy hondo y antiguo del pueblo entrerriano, de contar con centros superiores de enseñanza e institutos técnico-científicos, que contribuyan positivamente al desarrollo de su cultura y su formación humanística y de su progreso material… Se solicitaba la creación de organismos de enseñanza de carácter superior –Humanidades, Ciencias de la Educación y Bellas Artes- e institutos de investigación técnico científicos con autonomía universitaria destinados a estudiar los problemas del suelo, del aprovechamiento de las aguas del Delta, a servir a la agricultura, a la ganadería, a la industrialización de los productos de la tierra y a todos aquellos objetivos que promuevan el adelanto regional de la Mesopotamia. Se reclamaba al presidente “que se cree una universidad nueva, apartada de los tradicionales modeles universitarios argentinos…”.

En el seno del radicalismo militó en el “unionismo”, junto a figuras como Silvano Santander y Enrique Sammartino. Al producirse el cisma de 1957 que derivó en la división entre la UCR del Pueblo y la UCR Intransigente optó por la primera. A su vez ese año, en la elección interna que enfrentó, dentro de la UCRP, a la fórmula compuesta por Ricardo Balbín y Santiago del Castillo con la que integraban Miguel Angel Zavala Ortiz y Ernesto Sammartino, se inclinó por esta última, que resultó derrotada en los comicios que tuvieron lugar el 17 de diciembre de 1957. En Paraná, sin embargo, el resultado fue contundente a favor de Zavala Ortiz y Sammartino, a punto tal que la lista encabezada por Balbín obtuvo sólo tres votos.  

En 1963 Rodríguez Vagaría fue electo diputado nacional, mandato que sería interrumpido por el golpe de 1966. En las elecciones del 7 de julio de 1963, simultáneas con las presidenciales que desembocaron en la proclamación de Arturo Illia, en Entre Ríos la UCR del Pueblo se impuso con el 33,67% de los sufragios y consagró 4 diputados: Isidro Balbi y Eduardo Solari (electos por dos años), y Fermín Garay y Eduardo Rodríguez Vagaría (electos por cuatro años). El segundo lugar correspondió a la UCR Intransigente, que con el 27,99% obtuvo tres bancas, para Horacio Domingorena, Ramón Saturnino Martínez y Jorge Washington Ferreyra. El Partido Tres Banderas, de orientación peronista, con el 12,22%, y el Partido Demócrata Unido, conservador, con el 8,31% consiguieron un diputado cada uno; Eliberto Tachella y Saturnino Bilbao respectivamente. Durante su gestión legislativa presidió la Comisión de Comercio y desarrolló acciones tendientes a garantizar la continuidad de la obra del túnel subfluvial y promover la construcción de la represa de Salto Grande y el puente Zárate – Brazo Largo.

Tras el golpe de 1966, prohibidas las actividades políticas por la dictadura de Onganía, Rodríguez Vagaría presidió la “Asociación General Urquiza”. Enrique Pereira señala que esta organización “estaba integrada por militantes radicales que organizaban más o menos clandestinamente actos en los que “casualmente” hablaron figuras vinculadas al radicalismo como el Gral. Carlos Jorge Rosas, Juan Carlos Pugliese, etc… No pocas veces dichas reuniones se concretaban en la quinta de su hermano Roberto”.

El 30 de agosto de 1974 el semanario “Pregón” de Ramírez publicó una nota en la que se informaba que Eduardo Rodriguez Vagaría, en su calidad del presidente de la Junta de Gobierno de la UCR de Entre Ríos, se había reunido con el gobernador Enrique Tomás Cresto, “a fin de exponer los puntos de vista partidarios opuestos a la realización de actos alusivos y composiciones de los alumnos de escuelas primarias de la provincia referidos a la Sra. María Eva Duarte de Perón en su carácter de “Jefa Espiritual del Movimiento Nacional Justicialista” y composiciones en torno a la personalidad del ex presidente Perón, respecto a la cual, entre los alumnos, se ha distribuido un folleto cuyo contenido y juicio no comparte”.    

En 1989, en la última elección indirecta de presidente y vice de la Nación fue elector, ocasión en la sufragó por la fórmula integrada por Eduardo Angeloz y Juan Manuel Casella.

En su juventud Eduardo Rodríguez Vagaría fue un entusiasta deportista, integrando equipos de rugby y water polo. Más tarde integró en reiteradas oportunidades las comisiones directivas del Paraná Rowing Club y del Club Sportivo Urquiza.  

Rodríguez Vagaría también incursionó en el periodismo: durante su juventud dirigió el periódico “Avanzada”, órgano de la Juventud Radical, y más tarde se desempeñó en el diario “La Acción” de Paraná.   

 

Fuentes:

Pereira, Enrique. Diccionario biográfico Nacional de la Unión Cívica Radical . Buenos Aires: Ediciones IML, 2012.

—. Mil nombres del radicalismo entrerriano. Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral, 1992.

Petitti, Eva María. "Los proyectos de creación de la Universidad Nacional de Entre Ríos durante el siglo XX: actores y política en un juego de avances y retrocesos (1914 - 1973) ." Historia Regional. 2024. http://historiaregional.org/ojs/index.php/historiaregional/index.

Foto: 

Facebook de María Gabriela Perette


Publicado en el diario La Calle el 14 de septiembre de 2025. 

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viernes, 12 de septiembre de 2025

BERNINI VS. BORROMINI, EL SUPERCLÁSICO DE LA ROMA BARROCA


Por José Antonio Artusi

Gian Lorenzo Bernini nació en Nápoles el 7 de diciembre de 1598 y murió en Roma el 28 de noviembre de 1680. Francesco Borromini nació en Bissone, actualmente en el Cantón del Tesino, Suiza, el 25 de septiembre de 1599 y murió en Roma, por su propia voluntad, el 3 de agosto de 1667.

En la Roma del siglo XVII, el Barroco no fue solo un movimiento artístico, sino un campo de conflictos que enfrentó egos, contrastó visiones y puso en escena talentos extraordinarios. En el centro de esa confrontación estuvieron Gian Lorenzo Bernini y Francesco Borromini, dos genios cuyas obras aún contribuyen a embellecer y hacer único el paisaje urbano romano. Su rivalidad, tan intensa como la pasión que alimentaba sus obras, se ha convertido en una suerte de “superclásico” de la historia del arte y de la arquitectura, un duelo que trasciende el tiempo y tiene la capacidad de seguir asombrando a quienes visitan sus obras.

El siglo XVII fue un momento de esplendor para Roma. La Iglesia Católica, en plena Contrarreforma, buscaba reafirmar su poder a través del arte y la arquitectura, concibiéndolas como un poderoso instrumento de propaganda al servicio del enfrentamiento con la Reforma luterana. El arte barroco, con su intensidad dramática, su dinamismo y exuberancia, se convirtió en el vehículo adecuado para transmitir la grandeza de la fe y fortalecer la autoridad papal.

Bernini, carismático y políticamente astuto, era el favorito de los papas y la alta sociedad romana. Su talento abarcó la arquitectura, la escultura y el diseño urbano, y su capacidad para combinar y articular estas disciplinas creó obras de una teatralidad sin igual. Borromini, en cambio, era introspectivo, obsesionado con la geometría y la precisión, y su trabajo reflejaba una sensibilidad más experimental e intelectual. Trabajó más bien para modestas órdenes religiosas. Aunque colaboraron brevemente en proyectos en San Pedro, su relación pronto se deterioró, generando una rivalidad que se transformó en leyenda.

A diferencia de Bernini, Borromini no era un cortesano. Su carácter reservado y su rechazo a las normas sociales lo convirtieron en un outsider en la Roma papal. Esta marginalidad, sin embargo, alimentó su creatividad. Sus diseños, menos ostentosos que los de Bernini, invitan a una contemplación más íntima. Pero su vida no estuvo exenta de tragedia: Borromini se suicidó en 1667, dejando un legado que solo sería plenamente valorado siglos después.

Se dice que Borromini criticaba a Bernini por su falta de rigor técnico, mientras que Bernini menospreciaba el enfoque “extravagante” de su rival. Bernini buscaba impresionar, Borromini sorprender.

Un ejemplo legendario del enfrentamiento entre ambos puede observarse hasta el día de hoy en la elegante Piazza Navona, concretamente en la Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini y la iglesia de Sant’Agnese in Agone, cuya fachada fue diseñada por Borromini. La leyenda urbana cuenta que una de las estatuas de Bernini en la fuente, la que representa al río de la Plata, se espanta al ver la fachada de Borromini, e intenta cubrir su rostro con una mano para no observar tal adefesio. Sea verdad o no, “se non e vero e ben trovato”, como se dice en Italia. Aunque no exista evidencia histórica que confirme la anécdota, ésta refleja la dimensión de su rivalidad: dos inspiraciones geniales disputándose el alma de Roma.

Desde una mirada contemporánea, el enfrentamiento entre Bernini y Borromini trasciende el mero chusmerío histórico. Sus obras nos hablan del contraste y la complementariedad entre lo emocional y lo intelectual. Bernini, con su teatralidad, anticipa nuestra obsesión moderna por el espectáculo, la narrativa visual y la experiencia inmersiva. Sus iglesias, plazas y fuentes son el equivalente barroco de los grandes eventos mediáticos de hoy, diseñados para captar la atención y emocionar. Borromini, por su parte, resuena con la sensibilidad contemporánea hacia la innovación y la ruptura de moldes. Sus edificios, con sus formas inesperadas y su atención al detalle, podrían verse como precursores del diseño arquitectónico moderno, donde la funcionalidad se combina con la experimentación estética.

En la era de las redes sociales, donde la imagen lo es todo, Bernini probablemente habría sido una estrella de Instagram, con sus obras diseñadas para el impacto visual. Borromini, en cambio, podría haber encontrado su lugar en círculos más especializados, apreciado por quienes buscan profundidad y originalidad.

Para captar la esencia de las diferencias y similitudes entre Bernini y Borromini puede ser muy pertinente un análisis comparativo entre Sant’Andrea al Quirinale (1658) de Bernini y San Carlino alle Quattro Fontane (1634) de Borromini, dos pequeñas iglesias ubicadas en la misma calle y separadas sólo por 160 metros.

Bernini, maestro de la teatralidad, diseñó Sant’Andrea al Quirinale como un espacio donde la luz y la geometría se conjugan para emocionar. La planta elíptica de la iglesia, con su eje mayor perpendicular a la entrada, es un mecanismo proyectual que organiza el espacio como un escenario. La elipse, en este caso, no es solo una forma geométrica, sino un dispositivo que amplifica la experiencia sensorial. Al entrar, el visitante es recibido por un espacio que se expande lateralmente, creando una sensación de amplitud y movimiento. Este espacio se ve coronado por la cúpula, decorada con estucos dorados que reflejan la luz, y por el altar mayor, donde la estatua de San Andrés parece ascender hacia un cielo iluminado.

La luz en Sant’Andrea es un elemento coreográfico. Bernini coloca ventanas estratégicas en la base de la cúpula y detrás del altar, permitiendo que rayos de luz natural inunden el espacio en momentos clave del día. Esta iluminación dirigida, que recuerda a un foco teatral, resalta los detalles escultóricos y crea un contraste dramático entre las zonas iluminadas y las sombras. La geometría elíptica actúa como un marco que dinamiza la luz, guiando la mirada hacia el altar.

Borromini, en contraste, aborda San Carlino con una visión cerebral, donde la luz y la geometría se entrelazan en un diálogo intelectual. La planta de la iglesia es un prodigio geométrico: no una elipse pura, sino una “falsa elipse” creada a partir de un sistema complejo de triángulos equiláteros, círculos y óvalos entrelazados. Este diseño, surgido de cálculos meticulosos, genera un espacio que parece ondular, con paredes cóncavas y convexas que desafían la rigidez clásica. La geometría de Borromini es un rompecabezas: las formas curvas y los ángulos inesperados crean una sensación de fluidez, como si el espacio estuviera en constante transformación.

La luz en San Carlino es un elemento revelador, casi místico. Borromini utiliza ventanas en la base de la cúpula y una linterna para filtrar la luz de manera sutil, creando un juego de claroscuro que resalta la textura de las paredes y los patrones geométricos de la cúpula, decorada con un intrincado mosaico de octógonos, cruces y hexágonos, que parece vibrar bajo la luz, dando la impresión de un espacio en movimiento.

Las obras de Bernini y Borromini siguen siendo un motivo de deleite estético, pero a la vez un magnífico recordatorio de cómo la arquitectura y el arte pueden ayudarnos a reflexionar sobre la creatividad y la espiritualidad, cuestiones que, de otro modo, siguen siendo relevantes en el siglo XXI.   

 

Publicado en el diario La Calle el 7 de septiembre de 2025.

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lunes, 8 de septiembre de 2025

KARL EHN, EL ARQUITECTO DE LA “VIENA ROJA”

Por José Antonio Artusi

Karl Ehn nació en Viena el 1º de noviembre de 1884 y murió en su ciudad natal el 26 de julio de 1959. Estudió en la Academia de Bellas Artes de Viena, donde fue discípulo de Otto Wagner, arquitecto que formó parte del grupo de artistas de la “Secesión” vienesa.  Wagner influyó de manera decisiva en la carrera de Ehn, inculcándole un enfoque que se alejaba tanto de los planteos academicistas como de la ortodoxia de las vanguardias; combinando funcionalidad, rigor geométrico y una peculiar sensibilidad estética orientada al simbolismo. Tras graduarse, Ehn ingresó en 1908 al Servicio de Arquitectura del Ayuntamiento de Viena, donde trabajaría hasta 1950, consolidándose como un profesional clave en la construcción de viviendas sociales.

Tras la Primera Guerra Mundial, Viena se encontraba en medio de una profunda crisis socioeconómica, y en un momento de gran turbulencia política. La disolución del Imperio austrohúngaro dejó a Austria como una nueva república parlamentaria, con un territorio reducido y una economía colapsada, y a Viena como su ciudad capital enfrentada a una conflictiva situación social, con alto desempleo y enormes contingentes de población viviendo en condiciones deplorables. En este escenario, entre 1919 y 1933, el Partido Socialdemócrata, a cargo del gobierno municipal, impulsó un ambicioso programa de construcción de viviendas, en el marco de un conjunto de profundas reformas en las políticas públicas, en un período que conoce como la "Viena Roja". Las obras de ese período, en las que se priorizó la construcción de viviendas adecuadas para los trabajadores, transformaron la ciudad y trascendieron la “Viena roja”, influyendo en la evolución posterior, al punto tal de que hoy en día Viena sigue siendo pionera en materia de políticas habitacionales y una de las ciudades que puede exhibir mayores logros en esta cuestión, en el contexto de una democracia liberal  con economía capitalista y con un Estado que reconoce derechos sociales básicos y asegura de manera efectiva un piso mínimo de acceso a tales derechos.

Entre los arquitectos que dieron forma a esta realidad que en algún momento pudo constituir un proyecto utópico sobresale la figura de Ehn, cuya obra maestra, el Karl-Marx-Hof, se convirtió en el emblema de esta reforma urbanística.

Antes de su proyecto más famoso, Ehn diseñó obras que mostraban su evolución estilística. En 1925, con el conjunto de viviendas Bebelhof, Ehn comenzó a acercarse a las vanguardias, pero con un estilo propio. Este conjunto de viviendas, a 100 años de su construcción, se encuentra en perfecto estado de conservación y sigue albergando familias que viven en un barrio tranquilo pero cercano al centro, bien dotado de equipamientos comunitarios y con buen acceso a redes de transporte público. Este conjunto residencial cuenta con 301 departamentos dispuestos en torno a un patio central, ocupando toda una manzana. El nombre del complejo recuerda a August Bebel, figura emblemática de la socialdemocracia alemana.

Construido entre 1927 y 1930, el Karl-Marx-Hof es un superbloque de más de un kilómetro de longitud que alberga 1.382 viviendas de entre 30 y 60 m², diseñadas para unas 5.000 personas. Este complejo no solo respondía a la necesidad de vivienda, sino que también encarnaba los ideales de la Viena Roja. Financiado por el impuesto Breitner, que gravaba consumos suntuarios y a los propietarios, el proyecto integraba servicios comunitarios como lavanderías, guarderías, una biblioteca, una farmacia, correos y amplias zonas verdes. Solo el 18,5% de los 156.000 m² del terreno se edificó, dejando el resto para espacios recreativos y jardines, un lujo para la clase obrera de la época.

El diseño del Karl-Marx-Hof es monumental, con una fachada simétrica de revestimiento amarillo y detalles rojizos en torres, culminando en un bloque central con arcos que evocan un arco triunfal. Ehn logró una síntesis entre funcionalidad racionalista y simbolismo épico, dotando al complejo de una estética que reflejaba ideales de progreso y justicia. Las torres y pasajes centrales, junto con los motivos salientes en las fachadas, crearon una imagen poderosa, casi de fortaleza, que se convirtió en un símbolo de resistencia, especialmente durante la Guerra Civil de 1934, cuando el edificio fue bombardeado por fuerzas fascistas.

Cabe señalar que Karl Ehn no era un militante social demócrata. Aunque trabajó bajo la administración de ese partido, su trayectoria sugiere una postura más bien pragmática antes que ideológica. Antes de unirse al ayuntamiento, colaboró con Max Fabiani, un discípulo de Wagner vinculado a la monarquía de los Habsburgo. Esta neutralidad contrasta con la carga simbólica de sus obras, que encarnaban los ideales de la Viena Roja. Según Owen Hatherley, “sencillamente, es la clase de edificio por el que uno podría imaginarse que la gente daría su vida. Y, sin embargo, su arquitecto, Karl Ehn, no era un activo socialista. Siguió ocupándose de sus encargos tras el golpe fascista de 1934 y trabajó incluso para los nazis tras la anexión de Austria, cuatro años más tarde. Pese a la desenvoltura del diseño, éste provenía de las instrucciones, no de las inclinaciones políticas o incluso arquitectónicas del diseñador. Por el contrario, procedía de la intersección de las necesidades de la ciudad de Viena de viviendas de gran densidad en los barrios del centro y del tipo de ideas arquitectónicas de la capital del imperio de los Habsburgo a principios del siglo XX”.

La Viena Roja, durante el gobierno socialdemócrata, significó la construcción de unas 64.000 viviendas en 15 años, albergando a un cuarto de millón de personas. Este programa transformó la ciudad y estableció un modelo de vivienda social que sigue siendo referencia mundial. A diferencia de las propuestas modernistas de Alemania o Francia, que priorizaban la industrialización, Viena optó por técnicas constructivas tradicionales, aprovechando la mano de obra local y las fábricas de ladrillo, lo que generó empleo en un contexto de crisis.

El legado de Ehn trasciende el Karl-Marx-Hof. Durante su carrera, diseñó un total de 2.716 viviendas.  En 1934, uno de cada diez vieneses vivía en una vivienda social. Pero la hegemonía de la socialdemocracia llegaría a su fin abruptamente cuando Engelbert Dollfuß, del Partido Socialcristiano, disolvió el Parlamento y ordenó al ejército disparar contra el Karl-Marx-Hof en la guerra civil de febrero de 1934. Perdieron la vida más de 350 personas.

Tras los bombardeos de 1934, el Karl-Marx-Hof fue restaurado en 1950 y renovado entre 1989 y 1992, albergando hoy un museo en su antigua lavandería. Karl Ehn personificó la capacidad de la arquitectura para formar parte de procesos de transformación social. Su trabajo en el Karl-Marx-Hof dio forma física a una visión de equidad e integración social. Este superbloque no solo resolvió necesidades prácticas, sino que se convirtió en un símbolo de resistencia y esperanza.

La Viena Roja, con Ehn como uno de sus principales artífices, demostró que algunas utopías urbanas pueden hacerse realidad, dejando un legado que sigue inspirando a arquitectos, urbanistas y decisores políticos en la búsqueda de ciudades más equitativas.

"Algún día, estas piedras hablarán por nosotros", profetizó el alcalde Karl Seitz durante la inauguración del Karl-Marx-Hof el 12 de octubre de 1930 en Heiligenstadt. Y las piedras siguen hablando, porque como sostuvo Octavio Paz, la arquitectura es el testigo insobornable de la Historia.

 

Fuentes:

https://www.sinpermiso.info/textos/la-arquitectura-como-poltica-e-ideologa-el-karl-marx-hof-de-viena

https://www.revistaad.es/diseno/iconos/articulos/podemos-aprender-viviendas-sociales-viena-roja/28959

https://archxde.com/arquitectos/ehn-karl/

https://www.wien.info/es/arte-y-cultura/viena-roja/100-a%C3%B1os-de-la-viena-roja-337616

 

 

Publicado en el diario La Calle el 31 de agosto de 2025.

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RAÚL LUCIO URANGA

Por José Antonio Artusi

Raúl Lucio Uranga nació en Paraná el 2 de marzo de 1906 y murió en su ciudad natal el 26 de junio de 1976.

Tras culminar sus estudios secundarios se trasladó a Buenos Aires para estudiar abogacía. Durante su etapa estudiantil militó en el Partido Socialista Independiente y fue candidato a diputado nacional por la Capital Federal. El 8 de noviembre de 1931, en elecciones legislativas conjuntas con la presidencial, integró la lista del Partido Socialista Independiente que encabezó Federico Pinedo (h), que obtuvo el 33,14% de los votos y fue superado por el Partido Socialista, que alcanzó el 62.65%.    

Posteriormente, ya nuevamente afincado en Entre Ríos, se afilió a la Unión Cívica Radical, y se vinculó con sectores antipersonalistas. Entre 1935 y 1939 fue concejal de la Municipalidad de Paraná. Entre 1939 y 1943 se desempeñó al frente del Departamento de Trabajo, durante la gobernación de Enrique Fermín Mihura, en la que se creó esa repartición.     

El 24 de febrero de 1946, también en una elección conjunta con la presidencial, que consagró a Juan Domingo Perón, fue electo diputado nacional por la UCR junto a Silvano Santander y Gerónimo Balbi. En esa ocasión el radicalismo obtuvo el 37,49% y fue superada por el Partido Laborista - UCR Junta Renovadora, con el 42,94%. Uranga integró el recordado “bloque de los 44”. Enrique Pereira, en “1000 nombres del radicalismo entrerriano”, señala que “sus intervenciones parlamentarias hicieron época y su capacidad de polemista, plena de temible ironía, lo convirtieron en un legislador opositor excepcional”.  El 7 de marzo de 1948 Uranga y Santander fueron reelectos en Entre Ríos. Esta vez la diferencia con el oficialismo fue mayor; la UCR obtuvo el 30,84%, y el Partido Peronista el 58,47% de los sufragios. Ejerció su mandato hasta 1952.

En ocasión del cisma radical de 1958 Uranga se inclinó por el sector frondizista. El 23 de febrero de 1958 fue electo gobernador por la Unión Cívica Radical Intransigente, con el 49,71%, imponiéndose de esa manera sobre el candidato de la Unión Cívica Radical del Pueblo, Fermín Garay, que logró el 32,69%. Con el peronismo proscripto, el voto en blanco llegó al 8,30%.

Asumió su mandato el 1º de mayo de 1958 y no pudo culminarlo faltando sólo seis días, al ser intervenida la provincia el 24 de abril de 1962, poco después del golpe militar que derrocó al presidente Frondizi el 29 de marzo. El aspecto más relevante de su gobierno fue la elaboración del proyecto y el comienzo de la construcción del Túnel Subfluvial que une a Paraná con Santa Fe. Uranga dijo por entonces: “Tenemos que hacerle un tajo al Paraná para terminar con la incomunicación de Entre Ríos y de toda la Mesopotamia, para instaurar una comunicación transversal y permanente de nuestras regiones”. Gracias a un acuerdo con el Gobernador de Santa Fe Carlos Silvestre Begnis, las obras dieron inicio en junio de 1961. Otros hitos relevantes de su gestión fueron la expropiación de campos que fueron entregados a 300 colonos, la pavimentación de 600 kilómetros de caminos de la red provincial y el enripiado de otros 400, la constitución de la Corporación Entrerriana del Citrus, construcción de edificios escolares, creación del Instituto Autárquico de Planeamiento y Vivienda,  provisión de agua potable a 31 ciudades; créditos industriales que permitieron el establecimiento de 119 nuevas fábricas; suministro y ampliación de energía eléctrica en 40 localidades; ampliación de los servicios de telecomunicaciones de la provincia, etc.

El 12 de octubre de 1965 Uranga retornó a la Cámara de Diputados de la Nación. El 14 de marzo de ese año fue el único diputado electo por el Movimiento de Integración y Desarrollo, a pesar de quedar en el tercer lugar con el 15,66%. El MID había surgido como una escisión de la UCRI. El otro sector – que luego sería el Partido Intransigente - se quedó con la sigla, pero apenas llegó al quinto lugar, con el 6,54%, detrás del Partido Demócrata Unido. En esa ocasión el triunfo correspondió a la Unión Cívica Radical del Pueblo, que con el 32,14% de los sufragios consagró dos bancas. El exgobernador peronista Héctor Domingo Maya fue el otro legislador electo, al conseguir el 25,28% de los sufragios con la lista del Partido Tres Banderas, tras el levantamiento de las proscripciones por parte del gobierno del presidente Arturo Umberto Illia. Fue designado vicepresidente 2º de la cámara, pero el tercer mandato legislativo de Raúl Uranga fue breve, ya que el año siguiente, el 28 de junio de 1966 la asonada golpista de Onganía depuso a Illia y clausuró el Congreso de la Nación.        

En 1973 fue candidato a gobernador por el MID. Si bien su partido a nivel nacional formó parte del Frente Justicialista de Liberación y apoyó la fórmula Cámpora – Solano Lima, en la provincia el MID participó con candidatos propios. El primer lugar correspondió al candidato peronista, Enrique Tomás Cresto, con el 44,64%, que se impuso a la UCR, que con la fórmula César Luis Corte – José Luis Rodríguez Artusi obtuvo el 27.79%. El MID quedó en tercer lugar, con el 15,47%. Las reglas electorales impuestas por la dictadura exigían la mitad más uno de los votos para ser electo gobernador, por lo que fue necesario recurrir a una segunda vuelta, el 15 de abril, en la que el FREJULI se impuso ampliamente, ya con el apoyo del MID y otros partidos que habían participado en la elección. Posteriormente, por diferencias surgidas al interior del MID Uranga creó una nueva agrupación política junto a Sylvestre Begnis, el Movimiento Línea Popular, partido que presidió en Entre Ríos.

El periodismo fue otro de los campos en el que descolló. Al momento de despedirlo tras su muerte, en El Diario de Paraná se resaltó que “el Dr. Uranga fue también periodista. Ejerció la Dirección de El Diario en horas difíciles para el periodismo y las libertades argentinas. Alguna vez le oímos decir que las verdaderas vocaciones de su vida fueron el periodismo y la docencia y confesar que no pudo cumplirlas plenamente, absorbido por la función pública y la política”.   

Jorge Riani recuerda en su obra “El Imperio del Quijote” que “El Diario sufrió 14 clausuras durante los gobiernos peronistas, y algunos de sus directores terminaron en el calabozo como presos políticos. Dos fueron esencialmente los que pagaron con su libertad el enfrentamiento con el régimen peronista: Raúl Lucio Uranga y Arturo Julio Etchevehere…”. Para profundizar en la compleja y poco conocida relación entre ambos hay que leer el libro de Riani, que cuenta “la historia oculta de un diario que influyó en la política argentina”.

En el ámbito de la docencia universitaria Raúl Uranga fue titular de la cátedra de Derecho Municipal en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional del Litoral en Santa Fe. También fue un destacado deportista y dirigente del Club Estudiantes de Paraná.   

 

Publicado en el diario La Calle el 24 de agosto de 2025.

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ALBANO LUCIO GIMÉNEZ

Por José Antonio Artusi

Albano Lucio Giménez nació en Paraná en 1882 y murió en La Paz el 12 de julio de 1937, a los 55 años. Estudió Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba. Tras recibir el título de abogado se desempeñó en diversos cargos en el Poder Judicial en Victoria y Villaguay. Posteriormente se radicó en Concepción del Uruguay, donde ejerció la profesión en su propio estudio.

Luis Alberto Salvarezza lo evoca como un “talentoso y olvidado poeta” y considera que su poesía “apunta preferentemente a la belleza de lo conceptual, dejando transparentar al abogado y específicamente al juez; que se hace se hace eco del pensamiento filosófico griego, que asociaba la poesía al concepto de belleza y verdad, como sus sinónimos. A la vez que pensaba a la belleza como involucradora del conocimiento intuitivo y el deleite como querrá después Jacques Maritain. De ahí que la impresión más profunda que le queda al lector de los poemas de Giménez es el de la belleza. Más allá de ese juego sociológico condicionado por una u otra ley.” Salvarezza analiza su obra poética y señala que “lo religioso es permanentemente cuestionado. En la primera estrofa del extenso y denso poema “Entonces”, a través de una enumeración anafórica de interrogantes (“¿Cómo piensas Señor…?”), cuestiona las enseñanzas que plantea la Iglesia desde sus Evangelios frente a las necesidades que reclama la sociedad.  Al lado de la Iglesia como una antítesis y con otra cruz se eleva la fábrica, allí las humaredas de la “caridad cristiana” no pueden disimular la desnudez de la piel mendiga ni los andrajos de la carne proletaria.” Alejandro Bernasconi lo describe como “poeta fervorosamente anticlerical y hombre de Derecho”.           

En una nota necrológica que publicó el diario La Juventud Delio Panizza lo despidió así: “Ha muerto un poeta. Albano L. Giménez lo era, no sólo por la armonía de sus versos, sino también por la belleza de su pensamiento. De alma bohemia, daba su canto sin preocuparse más de él, dejándolo al azar de las manos amigas. Mucho de su producción se ha perdido por eso. Acaso en un día no lejano, tengamos el placer estético de ver reunidos en un libro armonioso sus cantos acompasados y serenos, sin ritmos violentos, que dan la impresión de las grandes aves. Sus producciones siempre bien meditadas, tendían a la exteriorización de un pensamiento filosófico… Con motivo del triunfo de los aliados y el armisticio de 1918, cuando la guerra mundial, dijo uno de esos discursos que no se olvidan: breve, sentencioso, cálido y bello como un canto. Su oratoria era original, Sus discursos parecían cortados como por filosas hojas de luz. Se lo escuchaba con afecto y era grata al oído la rítmica cadencia de sus frases, nunca vacías y jamás hirientes.”

En su poesía, sostiene Luis Alberto Salvarezza, “subyace una acendrada cultura no exenta de sutil ironía, más allá de sus adhesiones u opiniones, que cabe o no compartir, lúcida y sugerente a la vez, encuentra sus núcleos fundantes en lo religioso, lo legal y lo amoroso. En síntesis, a través de elegidas palabras, que revelan un extremo cuidado y acierto, carga o compromete ideológicamente a esa materia tan inaccesible que es la poesía. Por eso podemos decir que aparenta contradecir la famosa frase de Mallarmé, los poemas se hacen con palabras, no con ideas…”.

La política, además del derecho y la poesía, ocupó a Albano Lucio Giménez; pero el único cargo público que ocupó fue la presidencia municipal de Concepción del Uruguay. El 6 de diciembre de 1931 Albano Giménez fue electo concejal por el radicalismo antipersonalista, junto a Salvador Sartorio, Agustín P. Artusi, Alfredo M. Bidart, y Juan José Terenzio. También resultaron electos Delio Panizza, Luis María Pons y Nicolás San Martín por el radicalismo yrigoyenista, y Wenceslao Gadea y Rodolfo Seró Mantero por el Partido Demócrata Nacional. El socialismo no logró la reelección de José Electo Brizuela y Raúl Fernández. Los resultados de esa elección fueron los siguientes: radicalismo antipersonalista 901 votos, radicalismo yrigoyenista 597 votos, PDN 415 votos y PS 227 votos. De todos modos, Giménez fue designado presidente municipal por el gobernador, y ejerció el cargo desde el 1º de enero de 1932 y el 31 de diciembre de 1933. Lo acompañó como secretario Cándido Defazy, funcionario de dilatada experiencia en el municipio.   

Alejandro Bernasconi recuerda que “su gestión al frente del Departamento Ejecutivo inició en el mismo momento que en la provincia asumía Luis Lorenzo Etchevehere como gobernador, y José M. Texier como vice, hombres del radicalismo antipersonalista. Poco más de un mes y medio después, Agustín P. Justo, nativo de Concepción del Uruguay, asumía la presidencia del país, luego de poner en marcha la maquinaria del fraude electoral. También coincidió con el escenario más difícil de la década en términos económicos y sociales, siendo 1932 el momento de más desocupación en la provincia. Ese año, además, se formó la Unión Obrera de la provincia de Entre Ríos, en la que confluyeron sindicalistas de Concepción del Uruguay y anarquistas de Diamante, iniciando un ciclo de luchas cuyo punto más alto fue 1935. Además, en la ciudad se comenzó a expresar tempranamente la preocupación de las fuerzas democráticas por el avance del fascismo… Durante su gestión, en 1932, se inició el debate por la reforma de la constitución provincial, promulgada el 18 de agosto de 1933”.         

Entre los aspectos más destacados de la gestión de Giménez al frente del Departamento Ejecutivo Municipal Bernasconi enumera, entre otros, los siguientes: la creación del “Registro Municipal de Desocupación… los inscriptos debían ser convocados en trabajos extraordinarios y pavimentación…, la instrumentación de las “cocinas populares”…, intentos por controlar y fijar los precios de productos básicos mediante las ferias francas…, mejoras en el balneario municipal…, actualizó la reglamentación de la gestión anterior sobre el tránsito…, pavimentación del casco céntrico de la ciudad…, construcción de desagües pluviales para evitar las inundaciones en el barrio Sud Oeste…, continuidad de la traza del boulevard Juan J. Urquiza, actual Presidente Hipólito Yrigoyen…, instalación del primer teléfono público en la Plaza Ramírez”.     

         

 

Fuentes:

Bernasconi, Alejandro. "Algunas presidencias municipales de Concepción del Uruguay durante el intervencionismo conservador. 1932 - 1939." Intendentes uruguayenses 1873 -2023. Concepción del Uruguay: Espacio Editorial Institucional UCU, 2023.

Salvarezza, Luis Alberto. De los hallazgos. Buenos Aires: Dunken, 2008.

Villanova, Jorge. Fernández y Brizuela - Socialistas y artiguistas. Tinta china, 2013.

 

 

Publicado en el diario La Calle el 17 de agosto de 2025.  

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domingo, 24 de agosto de 2025

RODOLFO SERÓ MANTERO

Por José Antonio Artusi

Rodolfo Alfredo Seró Mantero nació en Concepción del Uruguay el 22 de agosto de 1896 y murió en su ciudad natal el 21 de abril de 1960. Su padre, Juan Miguel Seró, fue el fundador de Villa Mantero en 1893. El nombre es un homenaje a su suegro, el abuelo materno de Rodolfo; Juan Antonio Mantero, abogado que combatió en los campos de Cepeda y Pavón y había sido ministro de Hacienda del gobernador Racedo, hasta que renunció en desacuerdo con la reforma constitucional de 1883 que privó a Concepción del Uruguay de su condición de ciudad capital. Racedo no le aceptó la renuncia y lo destituyó. Juan Miguel Seró fue acusado junto a otros de participar en un complot para terminar con la vida de Racedo, y partió momentáneamente hacia el exilio en Paysandú para evitar la persecución.  

Rodolfo Seró Mantero ingresó al Colegio del Uruguay en 1911 pero interrumpió el cursado del bachillerato para continuar estudios de comercio en Buenos Aires. Se desempeñó como administrador de aduanas en Misiones, Santa Fé y Concepción del Uruguay. En todas las ciudades en las que residió demostró un gran interés por las actividades culturales, integrando diversas comisiones y asociaciones. Fue miembro de número del Instituto Sanmartiniano de Posadas y correspondiente de la Junta de Estudios Históricos de San José de Flores.

En Concepción del Uruguay fue rector de la Universidad Popular, integró el Consejo Directivo de la Asociación Educacionista “La Fraternidad” y la Comisión de Ex Alumnos del Colegio del Uruguay. Formó parte de la Comisión Directiva de la Biblioteca Popular “El Porvenir” y de la Comisión Municipal de Bellas Artes. Fue delegado honorario de la Comisión Nacional de Monumentos Históricos y colaboró con los directores del Museo del Palacio San José, primero Antonio P. Castro y luego Manuel Macchi. En 1950 integró la primera Comisión de Cultura Municipal, de la que fue su secretario general.

El 6 de diciembre de 1931 fue electo junto a Wenceslao Gadea como concejal por el Partido Demócrata Nacional. El Concejo Deliberante en ese período – recordemos que los mandatos municipales duraban dos años – estuvo también integrado por cinco concejales del radicalismo antipersonalista y tres del radicalismo yrigoyenista. El presidente municipal entre el 1º de enero de 1932 y el 31 de diciembre de 1933 fue Albano Lucio Giménez, designado por el Poder Ejecutivo Provincial, pero que había encabezado la lista de ediles del radicalismo antipersonalista. Durante su gestión como concejal integró una comisión “para inspeccionar las oficinas y reparticiones del municipio”, y una comisión ad honorem de vecinos a cargo de la organización de las “cocinas populares”. Alejandro Bernasconi considera que “es bastante clara la existencia de una tensión entre el Departamento Ejecutivo y el Honorable Concejo Deliberante, especialmente en el primer año de gobierno”.

En 1931 fue elector de presidente y vice de la Nación por la Concordancia. Rodolfo Seró Mantero fue uno de los siete electores que en el Colegio Electoral votaron por quien resultaría el ganador, Agustín Pedro Justo, acompañado por “Julito” Roca. En Entre Ríos en esa oportunidad se dio un resultado atípico; a diferencia de la mayoría de las provincias, en las que el triunfo correspondió a la Concordancia, aquí la victoria estuvo del lado del radicalismo antipersonalista, que impulsó la candidatura de Francisco Barroetaveña. En las elecciones del 8 de noviembre de 1931 la UCR “independiente” obtuvo el 45, 96% de los sufragios y consagró quince electores, la Concordancia el 35,23% y la Alianza Civil, coalición del Partido Demócrata Progresista y el Partido Socialista el 18,82%.      

En 1935, al ser electo nuevamente concejal por el Partido Demócrata Nacional, se dio una situación curiosa, de la que hemos dado cuenta en esta hoja al referirnos a José Antonio Rodríguez, su cuñado, que también fue electo concejal, pero por la UCR. El diario “La Juventud”, bajo el título “Sorteo de concejales”, dio a conocer que “la situación planteada a los señores concejales Dr. José A. Rodríguez y Rodolfo Seró Mantero a raíz del parentesco que los une, ha quedado solucionada mediante sorteo, habiendo éste favorecido al Dr. José A. Rodríguez, quien continuará en su banca, no así el Sr. Seró Mantero, quien ha sido reemplazado por el primer suplente de su sector político, Sr. Ángel Mazzarello. La comisión especial designada a objeto de considerar el caso llegó a la conclusión de que no era posible el desempeño simultáneo del mandato por ambos concejales en virtud de los vínculos de parentesco que los unen.”. El intendente en ese período fue el Dr. Justo Germán Ravenna, el primero en ser electo mediante las disposiciones de la ley 3001 orgánica de municipios, que reglamentaba el régimen municipal instaurado en la reforma constitucional de 1933, y que reestablecía la elección de intendentes de manera directa por el sufragio popular. Resultaron electos en esa oportunidad siete concejales por el radicalismo unificado, tres por el Partido Demócrata Nacional y dos por el peculiar “yrigoyenismo” uruguayense reacio a la unificación, Alberto Carosini y Delio Panizza. Los concejales radicales obtuvieron 2261 votos, poco más del 50% del total, los conservadores 1015, los “yrigoyenistas” 698 y los socialistas, que no lograron renovar las dos bancas que ocupaban José Electo Brizuela y Raúl Fernández, 175.

Rodolfo Seró Mantero tuvo una vasta producción literaria, periodística e historiográfica. Luis Alberto Salvarezza señala que “salvo su iniciación lírica editaba bajo el título de Ensayos (1923), centró sus investigaciones en cuatro grandes temas, verdaderos tópicos dentro de su obra y del corpus de la investigación de nuestra ciudad… sobre Olegario Víctor Andrade, el Colegio del Uruguay, Concepción del Uruguay y otros aspectos relacionados con la cultura; campos semánticos que se traducen en breves y extensos artículos y ensayos, recogidos, algunos de ellos, a través de folletos y la mayoría en revistas como Nativa, Tellvs, Panorama, Substancia, Reflejos del interior, y los diarios La Juventud, El Telégrafo, Los Principios y La Calle, entre otros… Sobre estos cuatro temas ofreció innumerables conferencias en el Colegio del Uruguay, Biblioteca Popular El Porvenir, Instituto Osvaldo Magnasco, Municipalidad de Concordia, Asociación Gral. Urquiza y Teatro Cervantes (Capital Federal) y Biblioteca Popular de Misiones”.          

 

Fuentes:

Bernasconi, Alejandro. "Algunas presidencias municipales de Concepción del Uruguay durante el intervencionismo conservador. 1932 - 1939." Intendentes uruguayenses 1873 -2023. Concepción del Uruguay: Espacio Editorial Institucional UCU, 2023.

Salvarezza, Luis Alberto. De los hallazgos. Buenos Aires: Dunken, 2008.

Urquiza Almandoz , Oscar Fernando. Historia de Concepción del Uruguay - Tomo III. Concepción del Uruguay: Municipalidad de Concepción del Uruguay, 1985.

Publicado en el diario La Calle el 10 de agosto de 2025.

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