Se cumplieron el 18 de Octubre 220 años del
nacimiento de Justo José de Urquiza, en un paraje cercano a Concepción del
Uruguay, a la vera de un arroyo que en ese momento se llamaba Arroyo Largo y
que hoy lleva su nombre.
Son frecuentes en los homenajes las
referencias a su rol clave en el proceso de la Organización Nacional, su aporte
a la inmigración y a la colonización, y su acción progresista en materia de
comercio e industria. Es usual también observar referencias a su papel como
fundador del Colegio del Uruguay, el primero laico del país, su “heredero”.
Pero no es tan frecuente encontrar reflexiones sobre la visión global que tenía
Urquiza acerca del rol de la educación, y de la acción que desplegó en tal
sentido en la medida de sus posibilidades, más allá de la fundación del
Colegio.
Su figura, por lo tanto, aparece a veces empequeñecida
al lado de la enorme presencia de Sarmiento, sin dudas una de las mentes y
plumas más brillantes de la Argentina del siglo XIX, pero que carecía del
sentido estratégico del primer Presidente constitucional argentino. Cuantos
avances y logros habríamos tenido si estos dos próceres hubieran podido
coincidir más en su acción fecunda!
En 1869 un funcionario provincial, Juan José
Soto, en ese momento jefe del Departamento de Educación de la provincia, visitó
a Urquiza en su residencia de San José y lo notó solamente interesado en tratar
cuestiones educativas. En una carta Soto manifiesta que “está como absorbido por esa idea, es su constante preocupación, no
piensa en otra cosa: Sarmiento lo ha contagiado. El, lo mismo que sus
ministros, sólo hablan de escuelas normales, de la difusión de las luces, de la
propagación de la instrucción en toda la provincia. Cierto es que el General
Urquiza tuvo siempre esa tendencia, pero jamás lo he visto tan apasionado de la
idea como hoy”. El Profesor Manuel Macchi lo expresa con claridad: “La urgencia del momento de propagar la
educación y las escuelas normales formativas del maestro, casi está de más
afirmarlo, estuvo permanentemente en el pensamiento de Sarmiento. Y también lo
estuvo en el de Urquiza, de donde surgió otro motivo para vincularlos. En éste,
ya asoma esa inquietud cuando el otro está en la adolescencia, repetida en el
año 1848 cuando ya tiene perfectamente definido el enfoque del problema
argentino en cuanto a la necesidad de maestros, proyectando la creación de dos
escuelas normales, una en Paraná y otra en Concepción del Uruguay.” *
Del Colegio del Uruguay saldrían luego, entre
tantos otros, los artífices de la ley 1420 de educación común, pública, laica,
gratuita y obligatoria, hito indeleble en la construcción de una Argentina
moderna, próspera e integrada. De la Escuela Normal de Concepción del Uruguay,
primera de mujeres del país, saldrían maestras que llevaron adelante la tarea
educadora en los más diversos confines de la Patria. Y cuantas más escuelas y
colegios habríamos tenido de no haberse producido el cobarde crimen del 11 de
abril de 1870 que terminó con su vida!
El mejor homenaje que le podemos hacer a
Urquiza hoy, más allá de las efemérides, los bronces y las ofrendas, es sentir
que su retrato nos escruta y nos interpela, que nos obliga a ser tan
comprometidos, innovadores y progresistas en el desafío de construir la
educación popular del siglo XXI como él lo fue con la de su tiempo; y obrar en
consecuencia. Gloria y loor, honra sin par; para Urquiza también.
*Macchi, Manuel E. . Normalismo argentino. Santa Fe: Editorial Castellví, 1974.
Publicado en el diario La Calle de Concepción del Uruguay el día Domingo 31 de Octubre de 2021.-
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