Se cumplieron el 21 de diciembre 23 años de la muerte de Carlos Matus, el artífice de la revolución epistemológica y metodológica que significó la planificación estratégica situacional en el campo de las políticas públicas. Para Matus planificar “no es otra cosa que el intento del hombre por crear su futuro y no ser arrastrado por los hechos”, y en ese contexto el plan es “el cálculo que precede y preside la acción”.
El Código de Ordenamiento Urbano de Concepción del
Uruguay data de fines del siglo pasado. Fue una de las pocas líneas de acción
que se implementó como consecuencia de la elaboración del Plan Estratégico
(PECU), que estuvo coordinada por Freddy Garay. Desde su sanción ha sufrido
innumerables reformas espasmódicas, verdaderos parches, y numerosas
excepciones, que lo han desnaturalizado y convertido en una norma ineficiente y
débil, agravado esto por el hecho de que el proceso de planificación se
discontinuó, se retomó brevemente en la reformulación del 2010 y se discontinuó
nuevamente, hasta hoy.
Digámoslo claramente, no puede haber código sin plan.
Por eso es saludable que el año que viene se discuta un nuevo código, en el
marco de una actualización, explìcita o implícita, del plan de desarrollo
territorial de la ciudad, e – idealmente – en el inicio de un proceso continuo
de planificación de la ciudad, que de “estratégico” no tenga sólo el nombre. Y
ya que estamos digamos que el código debería llamarse de ordenamiento territorial
y no de ordenamiento urbano, pues el municipio tiene atribuciones y
competencias sobre un radio que abraca áreas urbanas, suburbanas, rurales, de
protección ambiental, etc; que deben gestionarse de manera integral y armónica.
Sería saludable que en el Código reformado se elimine
por completo la posibilidad de excepciones. Las normas están para cumplirse, y
si no sirven se cambian. Es un absoluto disparate someter al Concejo Deliberante
a la disyuntiva de tener que decidir en qué casos se respeta y en qué casos no
se respeta la norma que el propio cuerpo aprobó. Las excepciones reiteradas y
permanentes y la falta de una normativa adecuada que regule el desarrollo
urbano generan varios problemas:
1) Erosionan el valor del código como norma de
validez general y vulneran el principio de la igualdad ante la ley. Abren una
puerta peligrosa a futuros pedidos de excepciones que se van a intentar
fundamentar en las anteriores. Si en un caso se otorgaron, con qué argumentos
se negarán en otro? Introducen un sistema de toma decisiones que es
discrecional, probablemente arbitrario, y no sujeto a criterios objetivos
explícitos y racionales.
2) Generan falta de estabilidad y previsibilidad en
las reglas de juego; y por ende, aunque a priori no se vea claramente, atentan
contra la posibilidad de alentar inversiones serias a largo plazo.
3) En muchos casos contribuyen elevar artificialmente
los precios del suelo y a alimentar la especulación inmobiliaria, dado que
generan expectativas indebidas sobre la valorización a futuro de los predios
sujetos a posibles excepciones.
4) En otros casos fomentan la expansión urbana
dispersa, desconectada, y de baja
densidad, lo que generará problemas a futuro en términos de encarecimiento de
las infraestructuras y la prestación de servicios, insostenibilidad ambiental,
segregación residencial, déficits habitacionales, etc.
5) Tornan inútil al Código como herramienta de
planificación y de orientación del desarrollo urbano.
6) Dificultan la implementación de instrumentos de
recuperación y reinversión de la valorización del suelo generada por las
acciones públicas. El Municipio “regala” alegremente plusvalías inmobiliarias
que pueden y deben ser recuperadas, porque surgen a partir de obras, servicios
o decisiones administrativas a cargo del Estado. Acá suena a ciencia ficción,
pero en ciudades como Trenque Lauquen o en muchas ciudades brasileñas se hace,
no hay justificación posible para el verdadero despilfarro de recursos públicos
que se genera por falta de una normativa adecuada, aunque no se vea. Es hora de
comenzar a verlo. Y de actuar en consecuencia.
Publicado en el diario La Calle el día 26 de Diciembre de 2021.-
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