lunes, 30 de septiembre de 2024

BERNARDINO HORNE

Por José Antonio Artusi

Bernardino Cesáreo Horne Magnin nació en Colón, Entre Ríos, el 1º de noviembre de 1900 y murió en 1965. Descendiente de inmigrantes suizo franceses afincados en la Colonia San José, cursó estudios secundarios en el Colegio del Uruguay y posteriormente se trasladó a Buenos Aires, donde obtuvo el título de abogado. Luego se radicó en Concordia. Identificado con el radicalismo, fue electo en dos oportunidades concejal en esa ciudad (1928 y 1931), llegando a presidir su concejo deliberante. En 1931 el gobernador Luis Lorenzo Etchevehere lo designó ministro de Hacienda, Justicia e Instrucción Pública, responsabilidad que ejerció hasta 1935 y desde la que desplegó una incansable labor dirigida a promover el desarrollo de la provincia de Entre Ríos, con especial énfasis en la transformación agraria.

Ejerció diversos roles en la conducción de la UCR: presidente de la Juventud Radical de Entre Ríos, delegado al Comité y a la Convención Nacional, etc. En el cisma radical de la década del 20 optó por el sector antipersonalista, retornando al radicalismo unificado en 1935. Y en la escisión de 1958 tomó partido por la UCR Intransigente liderada por Arturo Frondizi.  

En “Calles que faltan: Luis Lorenzo Etchevehere”, publicado en esta hoja el 12 de diciembre de 2021, sostuve que “muchas de las ideas y acciones de gobierno de Etchevehere y sus ministros entre 1931 y 1935 - entre los que sobresale Bernardino Horne – adquieren hoy renovada vigencia”. Y resalté entre los logros de aquella gestión ejemplar, entre otros, la “creación del Departamento Agrícola Ganadero, constitución de la Federación Entrerriana de Cooperativas, creación del Banco de Entre Ríos (que luego otros privatizaron y extranjerizaron), ley de transformación y colonización agraria, la ley de Solidaridad Social destinada a proveer a los colonos de semillas, creación y fomento de bibliotecas populares, etc.”. Pero sobre todo enfaticé que “merece destacarse la poco conocida Ley 3006/34, de “contribución directa con impuesto progresivo a la tierra libre de mejoras y catastro de inmuebles”, en sintonía con otras iniciativas similares en diversos puntos del país que se hacían eco de las ideas progresistas del economista norteamericano Henry George. De haber continuado esta norma en el tiempo habría significado un notable impulso a la producción y el trabajo, democratizando el acceso al suelo y evitando prácticas especulativas”. Podríamos agregar la ley 2933 de exoneración de impuestos por cinco años a las viviendas construidas a través del Banco Hipotecario Nacional, de exención impositiva para los primeros establecimientos de cada industria, etc.        

En un artículo publicado en 1938 en la revista Hechos e Ideas, titulado “Urquiza colonizador”, Bernardino Horne se refirió a la ley agraria de Entre Ríos de 1934, y sostuvo que “fue inspirada, en sus bases generales, en la organización dada a la Colonia San José, fundada en el año 1857, si bien se han tenido en cuenta las exigencias técnicas y económicas de la colonización moderna”. 

Bernardino Horne fue electo diputado nacional por Entre Ríos en 1936 y 1942. No pudo concluir su segundo mandato por la asonada golpista del 4 de junio de 1943.  Fue uno de los firmantes de la célebre “Declaración de Avellaneda”, documento político del Movimiento de Intransigencia y Renovación de la UCR, junto a figuras de la talla de Arturo Frondizi, Moisés Lebensohn, Ricardo Balbín y Crisólogo Larralde. Dada su experiencia y formación en política agropecuaria es muy probable que él mismo haya contribuido con su pluma en la redacción de los párrafos que se refieren a esa cuestión. He dicho, a propósito de esa declaración, que “acusada a menudo de socializante, reivindicada por algunos entonces y ahora, y a la vez criticada por propios y extraños en diversos momentos históricos, podría especularse que una adecuada interpretación de tan relevante documento es aún una asignatura pendiente”. Un fragmento de la “Declaración de Avellaneda” propicia que “la tierra será para los que la trabajen, individual o cooperativamente, es decir, dejará de ser un medio de renta y especulación para transformarse en un instrumento de trabajo y de beneficio nacional y la producción agraria será defendida de la acción de los monopolios y de los acaparadores”. Sostuve al respecto que “es este párrafo seguramente uno de los que dio lugar a mayor cantidad de malentendidos. No se trata de una reforma agraria colectivizante lo que se propone, sino todo lo contrario, de poner la tierra al alcance de quienes quieran trabajarla en condiciones de libre competencia, de ahí la necesidad de la lucha contra los monopolios. Y la forma de lograrlo está estipulada a continuación en otro párrafo, cuando se propone una “reforma financiera que libere al trabajo de las gabelas que lo agobian y haga recaer el impuesto en forma progresiva sobre las rentas no ganadas con la labor personal restituyendo a las provincias las atribuciones económicas y financieras que le corresponden dentro de nuestro sistema federal de gobierno”. Cuando se habla de las “rentas no ganadas” es imposible no escuchar el eco de las ideas de economistas liberales clásicos como Adam Smith o John Stuart Mill, que abogaban por gravar las rentas del suelo, por diversas razones de eficiencia y equidad, y que llevaron luego a un insospechado de comunismo como Milton Friedman a aseverar que la vieja idea de Henry George, el impuesto a la tierra libre de mejoras, era el menos malo de los impuestos” (En “La Declaración de Avellaneda y la intangibilidad de las libertades”, publicado en La Calle el 7 de Abril de 2024.)

Bernardino Horne fue designado por el presidente Arturo Frondizi en 1958 como secretario de Agricultura y Ganadería, cargo que ejerció hasta el año siguiente. Posteriormente se desempeñó al frente del Banco de Entre Ríos, entidad que lo había tenido como uno de sus creadores, durante la gobernación de Raúl Uranga, hasta 1962. 

Decidido impulsor del cooperativismo, autor de numerosos artículos y libros sobre política agropecuaria, tras su muerte sus restos fueron trasladados en 2001 al cementerio de su ciudad natal, donde se lo recuerda como el “Centinela del Agro Argentino”.

 

Publicado en el diario La Calle el 29 de septiembre de 2024. -

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martes, 24 de septiembre de 2024

UN AÑO SIN ALDO NERI

Por José Antonio Artusi

Se cumplió ayer un año de la muerte de Aldo Neri. El 1º de octubre de 2023 lo despedí en esta hoja - tras una breve semblanza de su vida y de su obra - diciendo que “fue un adelantado a su tiempo. Veía más lejos y mejor, con más claridad y lucidez que la media de los dirigentes políticos argentinos. Supo aplicar como pocos el consejo de Carlos Matus, el gran teórico chileno de la planificación estratégica: “tecnificar la política y politizar la técnica”. Era un profundo conocedor de las implicancias teóricas de las políticas de salud pública y de las políticas sociales en general y a la vez era un político consciente de las limitaciones que a veces impone la realidad, que hay que ir destrabando con paciencia, conocimiento, y voluntad política”. Y sostuve en ese momento que “el mejor homenaje a su memoria será trabajar denodadamente para hacer realidad sus ideas. Por eso el primer paso es conocerlas”.

Vayamos pues, a refrescar sus ideas. En 1982 Aldo Neri publicó un libro titulado “Salud y política social”. En esa obra aborda entre otros temas la cuestión de la política universitaria, y en una parte del capítulo sobre el papel de la universidad se refiere a la necesidad de “la nueva reforma”. Son conceptos que parecen especialmente interesantes (y vigentes) para quienes nos reconocemos como reformistas, a más de 40 años de la recuperación de las instituciones de la democracia.

Recordemos que Aldo Neri escribió esto en 1982, y reflexionemos acerca de si podemos o no decirlo hoy sin quedar desactualizados: “Para remontar la caída actual, los principios fundamentales que dieron sentido histórico a la reforma del 18 siguen constituyendo referencia irremplazable. La libertad académica con su consecuencia educativa sobre el espíritu crítico, la quiebra de todo elitismo social y económico, la participación de los distintos sectores interesados directamente en la vida universitaria, valen tanto hoy como hace sesenta años en su condición de ideas fuerza. Sólo que el riesgo de las grandes ideas es la rigidez a las que las condena, a veces, el manejo rutinario de su doctrina, así como la falta de actualización en los modos de implementarla. Es la distancia que va de la idea fecunda al slogan simplista”. Hasta acá, supongo que a nadie le hará demasiado ruido, al menos dentro del campo reformista. Pero sigamos: “Algo de eso es lo que ha venido aconteciendo con el tema de la autonomía universitaria, por ejemplo. Una cosa es la condición necesaria de libertad intelectual, elección de sus propias autoridades y personal docente y no docente, manejo flexible del presupuesto, y programación independiente de los currícula, líneas de investigación y actividades de servicio; y otra cosa muy distinta es que ello suceda en una isla soberana, no insertada en una planificación nacional que acote tales desarrollos a las necesidades y posibilidades sociales… Un progresismo desactualizado deviene en una variedad nueva del conservadurismo, y esto es lo acontecido con parte del pensamiento reformista de las últimas décadas. Muchos no se animan a cambiar porque hacerlo pone en riesgo de resultar impopular, y es más fácil quedarse en las propuestas que sólo espantan a los más reaccionarios, adversarios en todo caso inmodificables de cualquier progreso viejo o nuevo. En la resolución madura de este dilema se encierra uno de los desafíos fundamentales que nos impone el problema universitario argentino”. Es obvio que entre 1982 y 2024 pasaron muchas cosas, y este debate se da hoy en el contexto de un gobierno nacional que claramente no es reformista, y que parece tener a la universidad pública como uno de los exponentes de la decadencia argentina. Quizás precisamente por eso haga más falta que nunca “una nueva reforma”, que con autocrítica y espíritu innovador – como el que tuvieron los jóvenes estudiantes de 1918 – nos acerque a las ideas fecundas y nos aleje de los slogans inconducentes o de las justificaciones de lo indefendible que terminan siendo funcionales a los planteos de los sectores más reaccionarios.  

Sigamos con algunas ideas tomadas de otro libro, “La cuestión social, un desafío a la política”, de 2014. Por razones de espacio me limito a seleccionar dos propuestas, que involucran cuestiones candentes que esperan soluciones adecuadas, la legislación laboral y la reforma de la seguridad social. Sobre la primera nos dice Aldo Neri “hay que liberarse del temor a ser estigmatizado como neoliberal y encarar algunas reformas necesarias en la legislación laboral. Ni desregulaciones que regresen al atropello de los derechos del trabajo ni corsés legales asfixiantes, principalmente para las pequeñas y medianas empresas… Flexibilizar no es necesariamente mala palabra, depende de los objetivos que la inspiran y los campos y modos de implementación. Un cierto grado de flexibilización puede ser también más redistributivo y más eficiente. Si no, lo impone brutalmente el mercado, en detrimento de los más débiles”. Y sobre la segunda nos señala que “un avance importante en la cadena será la incorporación progresiva de un ingreso básico de ciudadanía, cuyo fundamental primer paso implica una reforma sustancial de la seguridad social, universalizando un ingreso al niño y a los mayores en edad jubilatoria, igualitario e independiente de la condición laboral de las personas; así como un tratamiento de la desocupación que integre subsidio, capacitación y trabajo, permitiendo achicar paulatinamente los programas de asistencia social focalizados, que generan dependencia, clientelismo y discriminación.”

Estos puntos están incluidos, junto a otros (reforma tributaria, rediseño del sistema de coparticipación federal, obras públicas, seguro de salud, reforma educativa, etc.), en una sección denominada sugestivamente “Para un borrador de futuro”. Necesitamos imperiosamente un debate político más elevado, más maduro, menos infantil, para ir construyendo acuerdos en torno al diseño de ese “borrador de futuro” que permita construir un país mejor, una sociedad más democrática y más próspera, en la que todos podamos ejercer efectivamente la libertad, en condiciones de igualdad y fraternidad. Las ideas de Aldo Neri siguen siendo un insumo valiosísimo para alimentar ese debate impostergable.  

 

Publicado en el diario La Calle el día 22 de septiembre de 2024. -

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jueves, 19 de septiembre de 2024

DELIO PANIZZA

Por José Antonio Artusi

El año que viene se cumplirán sesenta años de la muerte de Delio Panizza. Quizás sea una buena oportunidad para homenajearlo, para rescatarlo un poco del olvido, y para valorar las diversas facetas de su personalidad: poeta, historiador, investigador, coleccionista, político.  

Delio Panizza nació en Rosario del Tala el 26 de enero de 1893 y murió en Concepción del Uruguay el 7 de agosto de 1965. Tras cursar la escuela primaria en su ciudad natal concurrió al Colegio del Uruguay, del que egresó como bachiller. Posteriormente se trasladó a Buenos Aires, donde se graduó como escribano en la Facultad de Derecho de la UBA obteniendo la medalla de oro de su promoción en 1915. Más tarde se recibió de abogado en 1918 y de doctor en jurisprudencia en 1919, con una tesis doctoral referida la municipalización de los servicios públicos.

Tras unos pocos años viviendo en Gualeguay se radicó en Concepción del Uruguay, donde formó su familia y desarrolló su carrera profesional, política y literaria. En 1926 adquirió la vieja casona en la que hoy funciona el museo municipal que lleva su nombre, en la que fue atesorando un riquísimo patrimonio artístico, histórico y documental, y en la que vivió hasta su muerte. La casa fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1975.     

En 1923 publicó su primer libro “Cardos en flor”, y en 1965, a modo de homenaje de su esposa e hijos interpretando su deseo, se publicó su obra póstuma “Versos del mar”, que su autor había dedicado “a cada uno de los amigos en prenda de amistad y gratitud”. La pluma de Delio Panizza también nos dejó obras como “De Tierra Adentro”, “Ramírez”, “Poemita de Estío”, “Letanías de Ausencia”, “Guitarras y Lanzas”, “La luna Nueva”, “Dianas Heroicas”, “Mi homenaje” (al Colegio Nacional del Uruguay “Justo José de Urquiza” en su centenario), “Artigas”, “Canto de la Liberación”, entre otras; así como poemas publicados en diversos periódicos.

Atesoro en mi biblioteca, heredados de mi abuelo, algunos de sus libros, pero me temo que comprarlos hoy no debe ser tarea fácil. El sexagésimo aniversario de su muerte, por ese fetichismo de los números redondos, podría ser una buena ocasión para que alguna editorial se entusiasme con la idea de publicar sus obras completas. Debe destacarse que la Editorial de Entre Ríos publicó en 2022 “Ramírez”, en el marco de las conmemoraciones por los 200 años de la trágica muerte del Supremo Entrerriano, en 1821.

Aún así, si su obra literaria es más o menos recordada, su labor como dirigente político y hombre público aparece bastante más relegada y desconocida. Tarea para futuros investigadores, quizás.

Delio Panizza mantuvo un compromiso indeclinable con el radicalismo yrigoyenista. Uno de los tantos testimonios de esa identidad política lo constituye un poema de su autoría que publicó el diario Los Principios el 6 de Julio de 1933, en homenaje a Hipólito Yrigoyen a 3 días de su muerte, en el que culmina diciendo: “Y allá su nombre va, como una flecha, a clavarse magnífica y derecha, en el bronce de la Inmortalidad”.

En 1931 fue electo concejal, cargo que ocupó nuevamente entre 1935 y 1939, durante la gestión como presidente municipal de Justo Ravenna. En esa ocasión integró, junto a Alberto Carosini, un bloque del “radicalismo yrigoyenista”, escindido en ese momento de la mayoría oficialista del “radicalismo unificado”. Como concejal impulsó diversas iniciativas, entre ellas una tendiente a dotar a la ciudad de un parque nacional en la zona de la Salamanca, que se habría llamado “3 de febrero”, y que obviamente no se concretó. Un proyecto de su autoría que sí prosperó fue la erección del monumento que recuerda el nacimiento de Justo José de Urquiza, ubicado en la intersección del arroyo que hoy lleva su nombre con el viejo camino a Colón. En ocasión de su inauguración en 1937 Delio Panizza brindó un discurso y recitó su poema “El talar”.

Ciudadano solidario y consustanciado con su comunidad, también colaboró en instituciones que llegó a presidir, tales como la Biblioteca Popular “El Porvenir”, el Centro Comercial y la Universidad Popular. En 1928 integró la Asociación “Cultura”, que tuvo a su cargo la realización de un censo municipal.       

Su obra poética le sirvió tanto para cantar a su tierra y para exaltar las tradiciones populares como para manifestar su credo político, exteriorizar sus convicciones más profundas y para hacer una interpretación de nuestro pasado histórico. Buscó denodadamente unir y hermanar las costas del río Uruguay. No vio contradicción alguna en la reivindicación simultánea de Artigas, Ramírez y Urquiza, como próceres a los que no despojaba de su condición humana.    

Le tocó actuar en épocas de fraude y de autoritarismo y su poesía se torna a veces un instrumento proselitista. En el prólogo a “Los mismos”, de Pablo Schvartzman, dice que “no vivimos en horas de cantar a las mariposas o a las ninfas. Hay que seguir el consejo de Fierro: cantar opinando y en cosas de fundamento”.  

Tras su muerte, desde el otro lado del río Anibal Sampayo le dedicó una hermosísima milonga, titulada “Señor de Montiel”, en la que lo despidió diciendo: “lo llora Entre Ríos, al amanecer; y aquí en la otra banda lo lloran también. Poeta montonero, Señor de Montiel; se quedó en su pluma sangrando un laurel… En décimas suyas vibra el Uruguay, los hijos de Artigas no lo olvidarán”.      

Seguramente algunos se sorprenderán del término “poeta montonero” con el que lo describe su amigo sanducero. Cabe puntualizar que la palabra “montonero” no tenía en 1965 la connotación política que tiene hoy. No deja de ser una divertida ironía del destino que reciba esa caracterización alguien como Don Delio, el autor de un libro que los actuales “montoneros” no vacilarían en calificar como escandalosamente “gorila”. Me refiero a “Canto de la liberación”, publicado en 1955, tras la caída del gobierno de Perón, al que condena en esa obra en los más duros términos.

Delio Panizza pidió ser enterrado de pie, como había vivido.    

 

Publicado en el diario La Calle el 15 de septiembre de 2024.-

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jueves, 12 de septiembre de 2024

ES LA HORA DE LA REFORMA POLÍTICA EN LA PROVINCIA DE ENTRE RÍOS

Por José Antonio Artusi

El 17 de marzo de 2010 el diputado provincial Marcelo López presentó un proyecto de ley de reforma del régimen electoral y del sistema de partidos políticos, que contó con el acompañamiento de quienes integrábamos entonces el bloque de la Unión Cívica Radical. Esa iniciativa fue la primera en la que se propuso el sistema de Boleta Única de Papel, en sustitución del mecanismo de boletas partidarias que hemos venido utilizando ahora.

Además de esa innovación ese proyecto pretendía introducir mejoras en el funcionamiento del Tribunal Electoral y de los partidos políticos, procurando fortalecer su rol, en línea con lo dispuesto en el artículo 29 de la Constitución provincial reformada en 2008 que, entre otras disposiciones establece que “todos los ciudadanos tienen el derecho de asociarse libremente en partidos políticos. Se reconoce y garantiza la existencia de aquellos en cuya organización y funcionamiento se observen: la democracia interna, la adecuada y proporcional representación de las minorías y demás principios constitucionales. Son instituciones fundamentales del sistema democrático, concurren a la formación y expresión de la voluntad política del pueblo, son instrumentos de participación ciudadana, formulación de la política e integración del gobierno. Sólo a ellas compete postular candidatos para cargos públicos electivos”. Por otro lado, se proponía fijar la fecha de las elecciones generales el último domingo del mes de septiembre del año en que deban renovarse las autoridades. En materia de regulación de los partidos ese proyecto pionero proponía crear el fondo partidario permanente previsto en el texto constitucional. Esa iniciativa no prosperó y fue archivada en 2015 pero constituye un antecedente valioso que contribuyó a alimentar un debate imprescindible sobre la necesidad de introducir reformas que perfeccionen los procedimientos para manifestar la voluntad popular.

En el siguiente período el diputado Agustín Federik presentó un proyecto similar, que tampoco tuvo tratamiento legislativo y pasó al archivo en 2016. El 24 de agosto de 2018 presenté otro proyecto de ley de reforma política, pero centrado en este caso en el régimen de los partidos. Tampoco en esta ocasión se pudo avanzar y la iniciativa fue archivada en 2023. En ese mismo período acompañé un proyecto de la diputada Gabriela Lena, dirigido a una reforma electoral. En esa iniciativa se insistía con el sistema de boleta única de papel y se proponían límites a la reelección de los legisladores provinciales. Como los anteriores, este proyecto pasó al archivo. También en 2018 el gobernador Bordet envió un proyecto a la Legislatura, en el que proponía una reforma electoral, y que tampoco logró convertirse en ley, a pesar de contar el oficialismo con mayoría en ambas cámaras.

Es así como llegamos a 2024. El pasado día 28 de agosto ingresó en la Cámara de Diputados un proyecto enviado por el gobernador Rogelio Frigerio.  En el mensaje se sostiene que “la actual ley electoral ha tenido vigencia durante los últimos noventa años de la historia de nuestra provincia. A través de la Ley N° 2.988 del año 1934, se sentaron los principios generales relativos a los procesos electorales para elegir autoridades provinciales y locales, garantizando el marco legal de acceso a la competencia en la provincia. Esta normativa se modificó en diversos aspectos, comprendiendo sus cambios más recientes la introducción de primarias abiertas y simultáneas y su reemplazo por las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias”. También se asevera que se “busca mejorar el proceso electoral en la provincia de Entre Ríos de manera integral, brindándole coherencia desde lo normativo para transformarlo en un sistema con mayor transparencia, con reglas claras para las agrupaciones políticas que participan y para la ciudadanía para motivar su participación. Uno de los aspectos centrales del proyecto que se eleva para su tratamiento refiere a la modificación del instrumento de votación, a través de la incorporación de la Boleta Única Papel (BUP), en reemplazo de la tradicional boleta partidaria”. A su vez se enfatiza que “esta forma de emisión del sufragio no es una novedad, la mayor parte de las democracias del mundo eligen a sus representantes de esta forma. Sin embargo, para la provincia representa la oportunidad de generar una experiencia innovadora, como la que han desarrollado Santa Fe y Córdoba, hermanas provincias de la Región Centro y que, en 2023, implementó también Mendoza”.

Con respecto al cronograma electoral se “busca dar certezas respecto de las fechas de realización de las elecciones. La provincia de Entre Ríos reconoce la facultad al Poder Ejecutivo, o en su defecto, a la Asamblea Legislativa, de convocar a elecciones, pudiendo ser estas concurrentes o desdobladas de los comicios nacionales. En este sentido, para los casos en que las elecciones se realicen de manera separada y, a los fines organizativos de las agrupaciones políticas y de la logística electoral por parte de las autoridades judiciales electorales, se propone una fecha cierta para la celebración de los mismos. Así también se evitan discrecionalidades y se le da certidumbre al proceso electoral”. La fecha cierta, en este caso, es el primer domingo de mayo para las PASO y el cuarto domingo de junio para las generales. 

Con respecto a los procedimientos para la selección de candidatos “se sostienen las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), consideradas como un instrumento de selección de candidaturas y como ordenador democrático de la competencia interna”.

En línea con lo dispuesto en el Artículo 29° de la Constitución provincial se establece la creación del “Fondo para el Financiamiento de Campañas Electorales”, se procura regular el financiamiento privado de las campañas y establecer las condiciones para la rendición de cuentas. Por otro lado, se limita la publicidad oficial, prohibiendo la inclusión de cualquier tipo de elemento que promueva la captación del sufragio. También se restringe la realización de actos inaugurales, el lanzamiento de nuevas líneas de acción, la realización de actos de gobierno o publicidad oficial, etc.  

Estamos ante una oportunidad histórica para mejorar nuestras prácticas democráticas. Sepamos aprovecharla adecuadamente. -


Publicado en el diario La Calle el día 8 de septiembre de 2024.-  

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domingo, 1 de septiembre de 2024

A 85 AÑOS DEL INICIO DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL LA CONDENA A LA BARBARIE NAZI SIGUE SIENDO NECESARIA

Por José Antonio Artusi

El 1º de septiembre de 1939 las fuerzas armadas de la Alemania nazi invadieron Polonia, dando de esa manera inicio a un conflicto bélico que sería conocido como la Segunda Guerra Mundial; trágica página histórica del siglo XX en la que se desarrollaría el Holocausto, el mayor intento de genocidio del pueblo judío, que determinó que millones de personas inocentes fueron aniquiladas por el sólo hecho de ser judíos. Y otros por el sólo hecho de ser gitanos, o sufrir alguna patología, o por no ser nazis, etc..

El periodista norteamericano William L. Shirer, en su monumental obra “Ascenso y caída del Tercer Reich”, nos dice sobre ese día: “Al amanecer del 1º de septiembre de 1939, la fecha exacta que Hitler había fijado en su primera directiva el 3 de abril, los ejércitos alemanes cruzaron la frontera polaca y convergieron sobre Varsovia desde el norte, el sur y el oeste. Los aviones de guerra alemanes rugían hacia sus objetivos: columnas de tropas polacas y depósitos de municiones, puentes, vías férreas y ciudades abiertas. En pocos minutos estaban dando a los polacos, soldados y civiles por igual, el primer sabor de muerte súbita y destrucción desde el cielo jamás experimentado a gran escala en la Tierra, inaugurando así un terror que se volvería terriblemente familiar para cientos de millones de hombres, mujeres y niños en Europa y Asia durante los siguientes seis años, y cuya sombra, después de la llegada de las bombas nucleares, perseguiría a toda la humanidad con la amenaza de la extinción total”.  

Las señales de advertencia habían sido dadas, de manera reiterada y contundente, pero buena parte de una Europa adormecida y pusilánime no las quiso o no las supo ver. Líderes resueltos como Winston Churchill y Charles de Gaulle, y combatientes comprometidos y valientes como los republicanos españoles de “la 9” que fueron los primeros en entrar en la París liberada, y tantos otros que dieron su sangre por la libertad, fueron determinantes para el obtener la derrota del oprobioso régimen nazi. Es verdad que tal derrota también estuvo vinculada con el aporte que en el frente oriental hizo el Ejército Rojo de la Unión Soviética liderada por Stalin. Y también es verdad, aunque se tomó cabal conciencia de ello mucho después, que – tal como lo declaró la Unión Europea en 2019 – el stalinismo hizo méritos para que se lo equipare con los nazis, ya que “ambos regímenes cometieron asesinatos en masa, genocidios y deportaciones, y fueron los causantes de una pérdida de vidas humanas y de libertad a una escala hasta entonces nunca vista en la historia de la Humanidad”.

Hoy lo peor del nazismo (y del stalinismo) reaparece con nuevos ropajes, con otro discurso, con otros sujetos y otros planteos, y hasta con otra estética; pero con la misma devoción por la muerte y el mismo desprecio por la vida, la libertad y la democracia. El mismo antisemitismo, ahora disfrazado de antisionismo, se exhibe descaradamente en las calles europeas y en los campus universitarios de Estados Unidos, arropado por una “izquierda” que perdió totalmente el rumbo hace rato, que degrada la universalidad de los derechos humanos con la excusa del relativismo cultural y que resulta funcional a los regímenes más autoritarios, reaccionarios, teocráticos y misóginos del mundo. Una Europa desorientada no atina a reaccionar y transmite sus dudas y desvaríos a todo Occidente.      

El expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti recordó en un artículo publicado por el diario El País de Montevideo en 2006 que “cuando el ejército norteamericano llegó a los campos nazis de exterminio, el General Eisenhower hizo desfilar a todas sus tropas, a los prisioneros adversarios y hasta desplazó una división porque – dijo – esto algún día será negado y precisamos un millón de testigos. La anécdota ha sido contada de maneras diversas, pero en cualquiera de sus versiones alude a la clarividencia del inmortal comandante de Normandía. En aquellos años parecía imposible que alguien pudiera desconocer aquella evidencia horrorosa, especialmente cuando se diseminaron por el mundo los testimonios dramáticos de los sobrevivientes. Hoy, sin embargo, estamos ante el hecho y estos días, sin ir más lejos, hemos recibido las sobrecogedoras noticias del congreso organizado en Teherán por el presidente Mahmud Ahmadineyad para dudar de la existencia del Holocausto judío y anunciar “la pronta desaparición de Israel”, que caerá, según él, como cayó la Unión Soviética”. Las lúcidas palabras del exmandatario oriental, escritas hace casi 18 años, adquieren hoy una renovada vigencia, tras el brutal atentado de Hamas el 7 de Octubre de 2023 y en pleno desarrollo de la guerra entre Israel e Irán y sus brazos armados.

Bastante antes, en 1979, Julio María Sanguinetti nos había advertido, en otro artículo publicado esta vez en el diario El Día, que “como dice uno de los personajes del film de Bergman” - se refiere a la película “El huevo de la serpiente”, dirigida por Ingmar Bergman y protagonizada por Liv Ullman y David Carradine – “el huevo de la serpiente permite ver, a través de sus finas membranas, el monstruo que se está engendrando. ¿Hay que renunciar a esa visión para que él nazca o advertirlo a tiempo para que muera antes de nacer? Saber, en ciertos casos, es un deber. E ignorar – o pretender ignorar -, una inmoralidad”. Antes, en esa columna Sanguinetti sostenía que “sin una clara conciencia del pasado, los jóvenes no podrán encontrar los caminos del porvenir. Siempre ha sido así, por otra parte, y así lo han entendido los mayores constructores de pueblos y Estados”. Curiosamente, ese mismo año, 1979, marcó el fin de la monarquía iraní y el inicio del régimen teocrático que impera desde entonces bajo la denominación de “República Islámica de Irán”, combinación de palabras que es un verdadero oxímoron y una afrenta a los ideales republicanos de libertad e igualdad.

Ojalá no renunciemos a ver lo que necesitamos ver. –

 

Publicado en el diario La Calle el 1º de septiembre de 2024. - 

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