lunes, 19 de junio de 2023

EL TURISMO Y LA VIVIENDA; CÓMO CONCILIARLOS

Por José Antonio Artusi

Es cada vez más evidente que el sector turístico está llamado a ser uno de los principales pilares de la generación de empleo y riqueza. Un informe de la Organización Internacional del Trabajo de 2022 señala que “el turismo es una actividad que atrae la atención de los gobiernos debido a su rol como motor de los procesos de desarrollo económico, particularmente a nivel regional. Es una actividad intensiva en empleo donde coexisten firmas de diferentes tamaños en ecosistemas empresarios dinámicos con efectos positivos sobre la distribución del ingreso. Tiene anclaje territorial, genera divisas (aunque no siempre con un saldo positivo considerando el turismo receptivo y el emisivo) y es un potencial integrador y / o articulador de otras actividades productivas”. Ese mismo informe consigna que “según estimaciones del Ministerio de Turismo (2015), todas las Ramas Características del Turismo creaban en 2014 un total de 1,08 millones de puestos de trabajo, es decir, el turismo aportaría alrededor del 9,2 por ciento del total de los empleos de la Argentina”.

En un contexto en el que la automatización de los procesos productivos y la inteligencia artificial afectarán indudablemente a todas las actividades económicas, el turismo se posiciona con características diferenciales. En efecto, si bien es cierto que algunas actividades turísticas pueden ser automatizadas o afectadas por la tecnología, como la reserva de alojamiento en línea, el turismo sigue siendo una industria centrada en la experiencia y el contacto humano. Muchos aspectos del turismo, como la atención al cliente, las guías turísticas y la oferta de experiencias auténticas, requieren de interacción humana y conocimiento local, lo que limita el impacto de la inteligencia artificial en este sector.

Sin embargo, si no se planifica adecuadamente su desarrollo – como toda actividad económica – el turismo puede generar efectos indeseados. Uno de ellos consiste en que la demanda de alojamiento en una determinada localidad por parte de los turistas aumenta los precios del suelo y de los inmuebles, perjudicando de esa manera la asequibilidad a la vivienda por parte de los pobladores locales. De esa manera, buena parte de los beneficios que se obtienen en términos de mejores empleos y aumento de ingresos se ven relativizados por un aumento en la cantidad de recursos que se deben destinar para acceder a una vivienda adecuada, ya sea en propiedad o en alquiler. Lo que se gana por un lado se pierde por el otro, afectando especialmente a quienes perciben menores ingresos. Es así que es frecuente observar en muchas ciudades que han sido exitosas en promover su desarrollo turístico diversas formas de resistencia a algunas de las modalidades que surgen para dar respuesta a las demandas de los turistas. Un ejemplo reciente en este sentido es demonizar a plataformas de alquiler temporario de alojamiento por los efectos negativos en el encarecimiento de los alquileres y la disminución de la oferta de viviendas para residencia permanente. Sin embargo, el problema no radica allí. El problema no son esas plataformas. El verdadero problema radica en que no se recupere y reinvierta de manera eficaz la valorización del suelo generada por la comunidad y por el Estado que redunda en más y mejores atractivos turísticos. Lamentablemente, eso es lo que sucede la mayoría de las veces. La mayor demanda turística genera empleos, inversiones y divisas, pero a la vez dispara los precios del suelo y de las viviendas y si la política tributaria no ayuda y las expectativas son que esa demanda siga subiendo, alimenta procesos de especulación inmobiliaria. Una salida tonta a este dilema sería intentar poner trabas a la actividad turística. Pero la salida es por otro lado. Si una localidad es muy exitosa en materia turística eso evidentemente hará subir los precios del suelo bien localizado en ese destino, en el que el Estado seguramente habrá invertido enormes sumas en redes de infraestructura, equipamiento y sistemas de transporte. Ese mayor valor puede – y debe – ser recuperado por el Estado a través de diversos instrumentos, tributarios y no tributarios. Y luego podría ser reinvertido precisamente como un antídoto para revertir los efectos negativos causados por la actividad turística, en este caso el encarecimiento de las viviendas, a través de la financiación de obras que aumenten la oferta de suelo urbanizado y viviendas destinadas a los pobladores locales. Se pondría de esa manera en marcha un círculo virtuoso en el que a mayor actividad turística correspondería mayor recuperación y reinversión de las plusvalías urbanas que se generen, con lo que se lograría aprovechar al máximo los beneficios y morigerar o neutralizar los probables perjuicios. 

No se trata de matar a la gallina de los huevos de oro, ni de ver enemigos donde no están, ni de pegarse innecesariamente tiros en los pies. Se trata, por el contrario, de aprovechar al máximo una actividad de enorme futuro como es el turismo, pero haciéndolo de manera inteligente, aprovechando al máximo sus aspectos positivos y mitigando racionalmente sus posibles efectos colaterales negativos.-  

 

Publicado en el diario La Calle el día 11 de Junio de 2023.-

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