Por José Antonio Artusi
El 15 de Enero Martin
Luther King Jr. cumpliría 95 años. Nació en esa fecha de 1929 en Atlanta y murió asesinado el 4 de
abril de 1968, a los 39 años, en el Lorraine Motel, en Memphis.
Continuando los pasos de su padre, fue un pastor bautista y uno de los
líderes del movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos, quizás
el más importante en esas luchas por la igualdad y la no discriminación. Cursó estudios en sociología y teología, y
muy joven adquirió una sólida formación intelectual.
Su compromiso en pos de terminar con la nefasta segregación y
discriminación contra los negros en los Estados Unidos a través de medios basados
en la no violencia lo hicieron merecedor al Premio Nobel de la Paz en 1964,
pero antes también le había valido estar varias veces preso. Cuatro años más
tarde, cuando su lucha se estaba dirigiendo hacia la oposición a la guerra y la
lucha contra la pobreza, un asesino terminó con su vida.
Orador brillante, su discurso más recordado es el que celebró en
Washington como corolario de la Marcha por el Trabajo y la Libertad, en Agosto
de 1963, conocido por su célebre frase “I have a dream” (“Yo tengo un
sueño”). Ese discurso está considerado
uno de los más trascendentes de toda la historia de su país, e incluso de
Occidente. En 1964 y 1965 esas luchas tendrían su recompensa con la sanción de
la ley de derechos civiles y la ley de derecho al voto.
El Presidente James Carter le otorgó de manera póstuma la Medalla
Presidencial de la Libertad en 1977 y el Congreso de los Estados Unidos hizo lo
propio con la Medalla de Oro en 2004.
Un aspecto menos conocido de Martin Luther King es su dedicación a
investigar las causas estructurales de la pobreza, en especial - pero no
exclusivamente - la que afectaba a los negros y otras minorías, y sus
propuestas para mitigarla y hasta erradicarla. Identificó con lucidez los
mecanismos que hicieron que la abolición de la esclavitud en el siglo XIX, tras
la Guerra de Secesión, no significó la posibilidad para los negros de acceder
plenamente a las condiciones materiales de la libertad, al estar privados de
poder acceder a la tierra, tal como sí pudieron hacerlo los inmigrantes
europeos. La discriminación y la segregación en diversos ámbitos reforzaban ese
círculo vicioso de exclusión, más allá de la posibilidad de ascenso social para
algunos, de la que su propia familia era un ejemplo concreto. Su propuesta para
abolir la pobreza consistió en lo que él llamaba un “ingreso garantizado”,
concepto similar a lo que actualmente tiende a denominarse “ingreso ciudadano”,
o “ingreso básico universal”. Plasmó estas ideas en libro titulado “¿A dónde
vamos? Caos o comunidad”, publicado en 1968
A 95 años de su nacimiento, recordamos a Martin Luther King con sus
propias palabras, de absoluta actualidad:
“Henry George anticipó este estado de cosas... Es probable que
descubramos que los problemas de vivienda y educación, en lugar de anteceder a
la eliminación de la pobreza, se verán solucionados si primero se logra abolir
la pobreza”.
"Si un hombre no tiene trabajo ni ingresos no tiene vida ni libertad
ni posibilidad de buscar la felicidad”.
"Ahora estoy convencido de
que el enfoque más simple resultará ser el más eficaz: la solución a la pobreza
es abolirla directamente mediante una medida ahora ampliamente discutida: el
ingreso garantizado".
“No hay nada nuevo acerca de la pobreza. Lo nuevo es que ahora tenemos
las técnicas y los recursos para deshacernos de ella. La verdadera pregunta es
si tenemos la voluntad”.
El mejor homenaje a la memoria de Martin Luther King quizás consista en
comprometerse en trabajar para aproximarnos a que uno de sus grandes sueños sea
realidad, una sociedad sin pobreza, en la que todos sus miembros puedan vivir
en paz, con libertad e igualdad.-
Publicado en el diario La Calle el 14 de Enero de 2024.-
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