lunes, 26 de agosto de 2024

DAVID RICARDO

Por José Antonio Artusi

David Ricardo nació en Londres el 18 de abril de 1772 y murió en Gatcombe Park el 11 de septiembre de 1823. Perteneció a una familia judía sefardí que se asentó en Inglaterra procedente de Holanda. Fue uno de los economistas liberales clásicos más influyentes, junto a Adam Smith y John Stuart Mill. Juan Carlos De Pablo nos dice que “fue el único, de los padres fundadores del análisis económico, que no fue alumno ni profesor universitario; no obstante lo cual, fue el más riguroso de todos” 1. Como le sucede a buena parte de los economistas clásicos, los creadores del verdadero pensamiento liberal, sus ideas son a menudo mal interpretadas o tergiversadas. Por es bueno recurrir a los comentarios de economistas que rescatan su pensamiento, y que destacan la vigencia de su doctrina en muchos aspectos. 

Enrique Feás 2 sostiene que “cuando David Ricardo leía "La riqueza de las naciones" de Adam Smith reparó en un párrafo que decía: "la renta de la tierra, considerada como el precio pagado por el uso de la tierra, es naturalmente un precio de monopolio. No está relacionada en absoluto con el desembolso del propietario para la mejora de la tierra, o con lo que éste puede permitirse aceptar, sino con lo que el agricultor puede permitirse ofrecer". Ricardo imaginó entonces una región extensa, como la del Nuevo Mundo, donde agricultores inmigrantes ocupaban las tierras fértiles que deseaban, sin pagar renta alguna por ellas. E imaginó después una segunda fase, en la que las mejores tierras ya habrían sido ocupadas, y en la que los inmigrantes tendrían que conformarse con ocupar y cultivar tierras menos fértiles. Si en ese momento el dueño de alguna de las tierras iniciales decidiera ceder su terreno para labrar, podría exigir como renta la diferencia entre la producción que se podía obtener en su tierra y la que se podría obtener en una de las tierras de segunda calidad. Hoy los terrenos agrícolas no son tan importantes, pero el razonamiento se puede aplicar a los inmuebles urbanos y sus tres elementos más importantes: "location, location, location". Y es que pocos bienes como los inmuebles urbanos vinculan tanto su precio a su ubicación y a la proximidad de otros bienes similares e infraestructuras disponibles”. Más adelante Feás asevera que “quizás porque la ciencia económica se desarrolló sobre todo en Estados Unidos, donde había pocos problemas de escasez de suelo, o porque la tecnología permitió que beneficios y salarios aumentaran a la par que las rentas de la tierra, lo cierto es que cuando los economistas pensaban en capital, tendían a pensar en bienes de equipo, y no tanto en inmuebles, en cuyo valor influyen el valor de la edificación, y sobre todo el valor del suelo determinado por su ubicación. Hay una excepción: Henry George, quien a finales del siglo XIX insistió en la necesidad de imponer un impuesto sobre el suelo o su ubicación (y no sobre los edificios, ya que eso distorsiona la inversión en mantenimiento). Para George, este impuesto sobre el valor de la tierra era en realidad el único impuesto imprescindible, ya que los restantes impuestos sobre el trabajo o el capital serían distorsionadores”. Finalmente, el mencionado autor concluye que “sin embargo, lo cierto es que pocos impuestos hay en la teoría económica que hayan sido tan unánimemente defendidos como los impuestos sobre la propiedad inmobiliaria: son fáciles de recaudar, difíciles de eludir (a diferencia de aquellos sobre el capital mobiliario), recaen sobre el valor del activo (reduciendo su precio por el valor actual de los impuestos futuros) y poco distorsionadores del ahorro y del crecimiento (Arnold et al., 2011). No sólo los defendían Adam Smith ("nada puede ser más razonable"), David Ricardo o Henry George, sino también desde Churchill ("el terrateniente no contribuye en nada al proceso del que se deriva su enriquecimiento") hasta Stiglitz ("puede llevar a una mayor renta y menor desigualdad"), pasando por gente tan poco sospechosa como Milton Friedman ("el menos malo de los impuestos"), la OCDE ("es el menos perjudicial para el crecimiento"), el FMI ("es mucho mejor que otros impuestos en términos de crecimiento a largo plazo") o The Economist”.

Eduardo Conesa 3 señala que “se trata de reivindicar, al menos en parte, al factor tierra como factor de nuestro desarrollo. Para ello se debe volver a la idea de David Ricardo sobre el impuesto al valor de mercado de la tierra libre de mejoras. En este trillado tema, la vieja escuela liberal clásica se cubrió de gloria ante de los estudiosos de la economía y las ciencias sociales y políticas. En efecto, el impuesto al valor de mercado de la tierra libre de mejoras debió ser la base de un sistema impositivo destinado a liberar las energías sociales, promover la eficiencia y el crecimiento, sin distorsionar la asignación de los recursos, y por sobre todo ello, tendiente a la materializar un ideal de justicia distributiva”. Agrega Conesa que “muchos políticos y economistas en nuestro país impulsaron las ideas de Ricardo y Henry George sobre el impuesto a la tierra libre de mejoras, especialmente los conservadores progresistas de principios del siglo XX como por ejemplo el presidente Roque Saenz Peña…”.

David Ricardo planteó sus teorías haciendo hincapié en la renta del suelo rural, agrícola, como era natural a principios del siglo XIX. No obstante, sus ideas han sido revalorizadas por economistas contemporáneos como marco téorico general para entender las dinámicas de los mercados de suelo urbano, y para fundamentar mecanismos de recuperación de la valorización del suelo generada por la inversión pública en infraestructura para financiar esas mismas inversiones. Es así que en una publicación del BID 4 se señala que “el marco conceptual de la captura de plusvalías se basa en la idea de usar la valorización del precio del suelo producida por la urbanización para financiar la infraestructura y servicios que la hacen posible. En la medida en que la demanda por suelo es una demanda derivada y su precio depende de lo que se pueda hacer con él, elementos clave del desarrollo urbano como la transformación del uso del suelo de rural a urbano, la instalación de infraestructura o la densificación, permiten incrementar los beneficios potenciales derivados de un terreno o propiedad. Esto a su vez resultará en mayores precios del suelo. Esta valorización, llamada ‘plusvalía’, es susceptible a ser ‘capturada’ para el beneficio de la comunidad en la medida en que los factores generadores que la producen sean consecuencia de decisiones o acciones públicas. La idea original tiene una amplia tradición en el estudio de la economía, siendo proponentes de algunos de sus elementos base autores como Henry George y David Ricardo”.

A más de 200 años de su muerte, las ideas de David Ricardo nos pueden seguir iluminando.

1)      https://www.econstor.eu/bitstream/10419/272321/1/1803973838.pdf

2)      https://blognewdeal.com/enrique-feas/riqueza-inmobiliaria-ciudades-y-desigualdad/

3)      https://eduardoconesa.com.ar/pdf/a-2014i.pdf

4)      https://repositorio.21.edu.ar/bitstream/handle/ues21/13083/El-potencial-de-la-captura-de-plusvalias-para-la-financiacion-de-proyectos-urbanos-consideraciones-metodologicas-y-casos-practicos.pdf?sequence=1&isAllowed=y

 

Publicado en el diario La Calle el 25 de agosto de 2024. -

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lunes, 19 de agosto de 2024

DEL PLANUR AL PIMUS, 40 AÑOS DE PLANIFICACIÓN TERRITORIAL (Y SU AUSENCIA) EN CONCEPCIÓN DEL URUGUAY

Por José Antonio Artusi

Hace 40 años concurrí al Auditorio “Arturo Umberto Illia” de la Municipalidad de Concepción del Uruguay para participar en una de las Jornadas de la Ciudad que se desarrollaron en el marco del proceso de elaboración del PLANUR (Plan de Ordenamiento Urbano), valioso y pionero intento de planificación del desarrollo de la ciudad que había puesto en marcha la gestión encabezada por el entonces presidente municipal Juan Carlos Lucio Godoy.  Y el miércoles pasado concurrí al mismo auditorio, que ya no es el mismo, a participar en el lanzamiento del PIMUS (Plan Integral de Movilidad Urbana Sostenible), iniciativa que ha comenzado a desarrollar el actual presidente municipal José Eduardo Lauritto.  Antes que nada, digamos que debe ser bienvenido todo intento de planificación, y que ojalá tenga éxito. Dicho eso, surgen naturalmente algunos interrogantes y ciertas reflexiones.

Pero volvamos a 1984 y al PLANUR. La democracia recién recuperada transitaba sus primeros pasos y todos teníamos expectativas y sueños, pero también temores de que esa normalidad constitucional y el Estado de derecho que tanto había costado instaurar pudieran interrumpirse en cualquier momento. Después, pasaron cosas; en el mundo, en la Argentina, y en Concepción del Uruguay. Y aquí el PLANUR cayó en el olvido luego de la gestión que lo impulsó, y no logró en consecuencia transformarse en un plan completo, o sea – tomando la definición de Carlos Matus – en “el cálculo que precede y preside a la acción”. Vale decir que un verdadero plan implica la programación de lo que hay que hacer, pero queda “rengo” si eso no se hace; o sea, si el “cálculo” no se acompaña con la consiguiente “acción”. Una tira cómica que los que tienen mi edad o más recordarán lo ilustra mejor que cualquier frase con lenguaje académico: Olaf el Vikingo está descansando plácidamente en una hamaca paraguaya y se aproxima su mujer, Helga, quien le pregunta con rostro adusto, señalando el jardín; ¿“Olaf, no tenías planificado cortar el césped?”. Y Olaf le responde, sin inmutarse ni levantarse de su hamaca; “Eso sigue siendo un plan”.  Buena parte de la historia de la planificación, lamentablemente, está resumida en esa pieza humorística.

El PLANUR quedó abandonado en un cajón, y después le siguieron otros intentos de poner en marcha procesos de planificación, en una cantidad realmente inusual para una ciudad intermedia como la nuestra:          

-          La Reformulación del PLANUR, a mediados de los ´90.

-          El Plan Estratégico de Concepción del Uruguay (PECU), a fines de los ´90, que dio origen al Código de Ordenamiento Urbano (COU).

-          La Reformulación del PECU, en 2010.

-          La revisión del COU y elaboración del Código de Ordenamiento Ambiental y Territorial (COTA) en 2022/2023.

Todas esas instancias, excluyendo quizás la del COTA, sobre la que sería prematuro sacar conclusiones, tuvieron – más allá de sus diferencias, algunos rasgos comunes:

-          Fueron discontinuadas; a pesar de prever en algunos casos propuestas para crear mecanismos de institucionalización de sistemas permanentes de planificación y gestión que no lograron concretarse.

-          No consiguieron constituir plenamente ejemplos de “planificación”, como mediación entre el conocimiento y la acción, entre la teoría y la práctica, entre la programación y la gestión concreta. En general, por diversas razones y más allá de sus méritos, quedaron reducidos a “planes – libro”, publicaciones poco difundidas y hasta difíciles de encontrar, como en el caso del PLANUR.

La realidad muestra que la ciudad ha crecido en estos 40 años de manera bastante desordenada, y en muchos casos ha sido el propio Estado el responsable de fomentar pautas de expansión urbana disociadas de cualquier plan, con impactos negativos de todo tipo en las condiciones de vida de la población, sobre todo de sus sectores más vulnerables. Un ejemplo típico (compartido con muchas otras ciudades) es la tendencia a la localización periférica de la vivienda de interés social financiada con recursos públicos en áreas desprovistas de adecuadas redes de infraestructura y equipamientos comunitarios, que fomenta una irracional e insostenible expansión de la mancha urbana con patrones de baja densidad, segregación social, fomento de la especulación inmobiliaria y degradación del espacio público. Se ha venido dando de esa manera una curiosa paradoja, una ciudad que “de lejos” parece hiper planificada (¿qué otra ciudad intermedia de la Argentina puede mostrar al menos 5 “planes” en 40 años?), pero que en realidad ha venido creciendo con decisiones espasmódicas, a menudo improvisadas, y en algunos casos contradictorias, que no pueden encuadrarse en un verdadero proceso de planificación.

Yendo específicamente a la cuestión de la movilidad, ¿qué diagnosticaban y proponían algunos de esos planes? (parte de la “historia clínica” de este peculiar “paciente” que es la Capital Histórica de Entre Ríos):

-          El resumen global del diagnóstico del PLANUR identificaba algunos problemas centrales: crisis de la conformación monocéntrica, desorganización y crecimiento extensivo de la periferia, ausencia de un sistema integral de transporte, congestión del área central, etc. Y se proponía, entre otras acciones, la jerarquización del sistema vial con corredores preferenciales y el reordenamiento del sistema de transporte colectivo con líneas troncales en dichos corredores, etc.

-          El PECU, dentro del Eje Estratégico 4 (Implementar un plan urbanístico), incluía una línea de acción que consistía en repensar los problemas referidos al transporte, el tránsito y los estacionamientos.

-          En la Reformulación del PECU de 2010 (que tenía como horizonte temporal el 2025; sí, el año que viene) se incluyó un proyecto denominado “Plan director vial urbano”, que debía contemplar “la vialidad urbana no sólo como tránsito vehicular sino también como tránsito peatonal y de ciclistas como una demanda integrada e indivisible”. A su vez se proponía un parque lineal aprovechando la traza de las vías del ferrocarril y el mejoramiento del área central, incluyendo el ordenamiento del tránsito y del estacionamiento.

-          En la revisión del COU que dio origen al COTA, en 2022, en uno de los talleres participativos, esta consigna concitó un amplio apoyo (87% completamente de acuerdo, 13% parcialmente de acuerdo): “La movilidad demanda un replanteo profundo, que incorpore nuevos criterios de cuidado ambiental construyendo un paisaje urbano más amigable, que priorice el transporte público, el “caminar y pedalear”, y le quite progresivamente protagonismo al automóvil”.            

Teniendo en cuenta todos estos antecedentes surge inevitablemente un interrogante: ¿es posible (y conveniente) planificar la movilidad sin planificar los usos del suelo y otras dimensiones de la realidad urbana tales como las infraestructuras, los equipamientos, los espacios verdes, etc.? La teoría indica que no, por lo que surge otra pregunta: ¿Cuál es el plan estratégico territorial (o como se lo quiera llamar), de carácter global, que comprende todas esas “capas” de la realidad, que los urbanistas y los cartógrafos representan a veces en mapas separados pero que es una sola e indivisible, compleja y cambiante? Las respuestas a esta pregunta pueden ser diversas; alguien podría pensar que ese plan todavía no está y lo vamos a construir (el “modelo de ciudad” al que se hizo referencia en la presentación del PIMUS), o bien se podría argumentar que en realidad el plan y ese modelo deseado están implícitos en el COTA, que es una serie de normas vigentes y que no fueron mencionadas.

Podríamos pensar en otros interrogantes:

¿Cómo va a influir la definición de densidades producto de las alturas máximas de edificación permitidas en las demandas de desplazamientos y en los modos de transporte?

¿Cómo va a armonizarse la casi siempre conflictiva relación entre tránsito vehicular y estacionamiento con los demás usos del espacio público?

¿Cuál va a ser el impacto de los proyectos de movilidad en los precios del suelo y consiguientemente en la asequibilidad a la vivienda? ¿Cómo se van a financiar las obras y servicios que demande el plan? ¿Podrían utilizarse algunos de los instrumentos de recuperación de plusvalías urbanas incluidos en el COTA para mejoras en movilidad? Etc., etc...  

La realidad develará estos interrogantes, y otros que irán surgiendo. Veremos…     

 

Publicado en el diario La Calle el 18 de agosto de 2024.-

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lunes, 12 de agosto de 2024

MASIH ALINEJAD

Por José Antonio Artusi

En Mujeres, vida, libertad, publicado en La Calle el 9 de octubre de 2022 sostuve que “la lección de lucidez y coraje que las valientes mujeres iraníes nos están dando a todos los amantes de la libertad es conmovedora, y demanda solidaridad y respeto de todos nosotros. Lamentablemente, en todo Occidente, y en particular en la Argentina, el silencio y la indiferencia de muchas organizaciones que deberían estar consustanciadas con la defensa incondicional de los derechos humanos y sobre todo con los de las mujeres, ha sido ensordecedor”.

Hoy toca hablar de una de esas mujeres. Masih Alinejad nació el 11 de septiembre de 1976 en Ghomikola, Irán. En la página web de My Stealthy Freedom, organización que fundó y preside, puede leerse que “obligada a abandonar el país en 2009 tras las controvertidas elecciones presidenciales iraníes, Masih pasó cinco años documentando abusos de los derechos humanos en la República Islámica. Masih ha escrito una autobiografía: El viento en mi cara, mi lucha por la libertad en el Irán moderno, una historia íntima de su vida desde su infancia en un pueblo hasta sus campañas en defensa de los derechos de las mujeres”.

En una entrevista publicada por la revista Time el 3 de febrero de 2023 Astha Rajvanshi escribió lo siguiente: “Han pasado 13 años desde que Masih Alinejad abrazó a su madre… Exiliada de Irán desde 2009, la periodista y activista ha hablado durante mucho tiempo contra las restricciones de Irán a las mujeres, llamando al hijab obligatorio “el Muro de Berlín” del régimen. Su campaña alarmó al líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei, quien no solo la ataca en discursos, sino que incluso envió a sus secuaces a secuestrarla en julio de 2021. Un año después, un complot similar fue planificado para asesinarla”.

El Domingo pasado vi en su cuenta de Twitter un video y sentí la obligación de compartirlo, agregándole esta frase: “La deuda del mundo libre, y en especial de las mujeres, con Masih Alinejad será inconmensurable. Si te consideras progresista y feminista no te pierdas este video”. Se trata de un reportaje que le hace el escritor canadiense Jonathan Kay frente a un auditorio. En su comentario Masih Alinejad nos advierte: “A aquellos en Occidente que dicen que no estamos en guerra con la República Islámica, déjenme decirles: la República Islámica está en guerra con nosotros. El mundo se ha puesto patas arriba. Se espera que permanezcamos en silencio para proteger los sentimientos de acosadores como los partidarios de Hamás. ¡Pero debemos negarnos a que nos silencien! Vean mi desafío a los estudiantes universitarios que gritan "¡Soy Hamás!".”

Dirigiéndose a quien la va a entrevistar tras ingresar al escenario y gritar con la mano en alto “Mujeres, vida, libertad”, la periodista iraní dice: “Dame un abrazo, abrazarse entre hombres y mujeres está prohibido en Irán. Este es un acto de desobediencia civil”. 

En el transcurso de la entrevista, con su estilo apasionado y vibrante, Masih Alinejad dice verdades que no necesitan aditamento. Hoy, esta columna casi se limita a darle voz, en castellano, a esta valiente mujer que puede disfrutar en Estados Unidos de los derechos que les están vedados a sus compatriotas y a mujeres sojuzgadas por otros regímenes teocráticos integristas.

Dirigiéndose a las mujeres del auditorio: “Ustedes usan espejos, para lucir hermosas; para convertirse en la que quieren ser. Pero en mi hermoso país, Irán, las mujeres usan espejos para hacer de ellas lo que los mullahs atrasados quieren que sean. Por eso mi pelo, ya sé que es un hermoso pelo, pero es una declaración, no sólo para mí, para muchas mujeres, nuestro pelo se convirtió en un instrumento para luchar contra un régimen reaccionario y decirle que no”.  

Más adelante: “Hace 10 años, cuando lancé mi campaña contra la imposición obligatoria del hijab; adivinen qué; mujeres iraníes me enviaron videos, fui bombardeada con videos, mujeres caminando sin velo, que es un crimen punible. Pero dirigentes de Occidente, mis hermanas occidentales, especialmente mujeres políticas, pretendían educarme a mí sobre mi propia cultura; ellas me decían que el hijab es parte de nuestra cultura, “no queremos tocar ese tema, es la ley de tu tierra”. La esclavitud solía ser legal, si nadie la objetaba hoy la esclavitud podría estar entre nosotros. La cultura es flexible, no está escrita en una piedra. Mujeres sacrifican sus vidas año tras año para cambiar una mala cultura. Y es un insulto a nuestra nación decir que una ley propia de la barbarie es parte de nuestra cultura”.

Masih Alinejad continúa: “cuando veo gente, mujeres, estudiantes, ocultando su cara y diciendo “soy Hamas”, me rompe el corazón, porque la República Islámica de Irán está apoyando a Hamas para violar mujeres, porque mis mujeres en Irán están sometidas a violaciones, a acoso sexual en las calles por el solo hecho de caminar sin velo. Cuando escucho a personas llamarse a sí mismos “activistas” y “disidentes”, pero jamás cantan contra el apartheid de género del régimen de Irán, y de Afganistán, me rompe el corazón. La disidencia, el activismo, tienen un significado; hay mujeres que sacrifican su vida. Yo tengo guardaespaldas aquí… pero yo quiero que el gobierno norteamericano proteja la democracia en vez de protegerme a mí. Y quiero que ustedes se unan a mí, y se unan a las mujeres de Irán y Afganistán, para educar a los líderes democráticos, los líderes del mundo libre, para que se unan a nosotros. Si no terminamos con el régimen de la república islámica y los talibanes, créanme, ellos se unirán y terminarán con la democracia aquí en suelo estadounidense, y en todo el mundo”.

Algún día, ojalá, los regímenes de los ayatolas, los talibanes, y Hamas serán un mal recuerdo de un pasado oprobioso y Masih Alinejad podrá volver a su patria y abrazar a su madre, y caminar libremente por la calles de Teherán luciendo su hermoso pelo sin que nadie la moleste. Que no esté sola. -               

 

Publicado en el diario La Calle el 11 de agosto de 2024.-

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martes, 6 de agosto de 2024

ROBESPIERRE

Por José Antonio Artusi

Maximilien Robespierre nació en Arras el 6 de mayo de 1758 y murió en París, decapitado en la guillotina, el 28 de julio de 1794, cuando contaba con apenas treinta y seis años.

La relación de Robespierre con la pena de muerte es paradójica. Como abogado y como juez antes de la Revolución Francesa y como diputado en la convención constituyente fue un decidido opositor a la pena capital, como gobernante revolucionario durante el período conocido como el Terror la aplicó y justificó y finalmente terminó siendo su víctima, hace doscientos treinta años.

Robespierre, conocido como “el incorruptible”, fue una figura clave en el proceso de la Revolución Francesa. Su legado es complejo y ha dado lugar a controversias y disputas, y podríamos decir que sigue abierto a nuevas lecturas e interpretaciones. Sus detractores y sus defensores han encontrado argumentos válidos tanto para condenarlo como para rescatarlo, y quizás ahí radique buena parte del interés que su figura sigue despertando. Quienes lo defienden lo ven como un impulsor apasionado de la igualdad y de la justicia, y como un abogado de los sectores más desposeídos de la sociedad; quienes lo critican ven su papel en la ejecución de miles de personas acusadas de ser enemigos de la revolución, de poner en marcha un aparato represivo que hoy definiríamos como terrorismo de Estado. En definitiva, sus errores y pecados, que los tuvo, no invalidan necesariamente todas sus ideas.

La reflexión sobre la vida y la obra de Robespierre nos puede resultar útil para formularnos algunos interrogantes que exceden su tiempo histórico y que siguen siendo pertinentes en el siglo XXI:

¿Cuáles fueron las circunstancias y condiciones que llevaron a Robespierre a adoptar posturas tan extremas, a sacrificar tanto los medios en el altar del logro de los fines?

¿Cómo puede lograrse un equilibrio entre la persecución de la igualdad y la justicia con la garantía universal de la protección de los derechos humanos y la plena vigencia de las libertades individuales para todos?

¿Qué lecciones podemos aprender a partir del estudio de las ideas de Robespierre y de las circunstancias en las que le tocó actuar; y cómo podemos adaptar esas lecciones para aplicarlas a los desafíos del presente?      

Un aspecto que ha sido objeto de particular atención en las últimas décadas es el vínculo entre el ideario de Robespierre y el desarrollo del concepto moderno de ingreso ciudadano o ingreso básico universal. Es así que David Casassas1 ubica a Robespierre, junto a otros, en el campo ideológico de lo que él denomina republicanismo democrático, en contraposición a un republicanismo oligárquico: “cuando se entiende y propone que esa libertad republicana como no dominación ha de (tender a) alcanzar al conjunto de la población sin exclusiones de ningún tipo - pensemos en Pericles y Aspasia, en Robespierre o en Thomas Paine -, hablamos de formas democráticas de republicanismo…”.               

Daniel Raventós2 elige para comenzar su libro, no casualmente titulado “Las condiciones materiales de la libertad”, una frase del propio Robespierre: “De todos los derechos, el primero es el de existir. Por tanto, la primera ley social es aquella que garantiza a todos los miembros de la sociedad los medios para existir; todas las demás leyes están subordinadas a esta ley social”. En el prólogo de la obra de Raventós Antoni Domenech se refiere a esa frase: “Quien por vez primera habló de “derecho a la existencia” fue Robespierre, en un discurso celebérrimo”, y luego vincula las ideas de Robespierre con las del revolucionario republicano inglés Thomas Paine, uno de los ideólogos de la independencia norteamericana que participó también en la Revolución Francesa y sufrió los rigores de la cárcel durante el Terror. Domenech señala que “se puede observar el origen europeo de estas ideas republicano-democráticas de Paine y de Robespierre” y las compara con las de Jefferson: “compartía con Paine y con Robespierre la idea republicana de libertad (ser libre es por lo pronto no tener que pedir permiso a nadie para vivir, gozar de una base material independiente de existencia), así como – menos radicalmente – la idea democrática de universalizar esa libertad por incorporación de los pobres a la República. Pero, ajeno por completo a los acelerados procesos de desposesión en curso en Europa (e insensible a la desposesión de los indígenas americanos), Jefferson siguió buscando la base social de la democracia republicana norteamericana exclusivamente en la universalización de la pequeña propiedad agraria individual”. En esa estrategia, sólo posible (o al menos más factible) en países nuevos como Estados Unidos (o la Argentina) radica buena parte de la explicación de la prosperidad posterior de la patria de Jefferson.

Volvamos a Robespierre. Daniel Raventós destaca que “la insistencia en la idea de que no toda propiedad es legítima recorre la obra de Robespierre. Si atenta contra la libertad, la propiedad no es legítima… Para Robespierre, la gran desigualdad económica es la raíz de la destrucción de la libertad… Casi como conclusión de la exposición de su concepción de la propiedad, de la libertad y de las grandes desigualdades sociales, Robespierre hace reiteradas muestras de una profunda convicción relativa a la necesidad de que la sociedad garantice la existencia material de la ciudadanía”.

Y volvamos, finalmente, al vínculo entre Robespierre y Thomas Paine; María Luisa Soriano González3 considera que “el parecido de Paine con Robespierre es enorme. Ambos pertenecen al ala radical de las revoluciones americana y europea; ambos también se caracterizan por la defensa de la república, la libertad religiosa, la igualdad en el disfrute de los derechos políticos y la supresión de la pobreza. El parecido es tan grande que ambos también sufrieron el olvido y desprecio de generaciones posteriores hasta que finalmente han sido rehabilitados y hoy son considerados como relevantes artífices de las revoluciones de la segunda mitad del siglo XVIII”.   

 

1)      Casassas, David; Libertad incondicional. El derecho a la renta básica universal, Buenos Aires, Continente, 2020.

2)      Raventós, Daniel; Las condiciones materiales de la libertad, El Viejo Topo, España, 2007.

3)      https://www.researchgate.net/publication/358251916_La_defensa_de_la_Republica_y_los_derechos_a_la_renta_del_suelo_y_a_la_existencia_en_Thomas_Paine_y_Maximilen_Robespierre_Analisis_comparativo     

 

Publicado en el diario La Calle el 28 de julio de 2024.-

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