Por José Antonio
Artusi
En la historia política de la República
Argentina Leandro Alem ocupa un lugar destacado como un defensor de las
banderas del liberalismo y un luchador contra el régimen conservador de su
época. Alem, fundador de la Unión Cívica Radical en 1891, promovió principios
fundamentales del liberalismo político y también del liberalismo económico, en
línea con los sabios preceptos de la Constitución Nacional de 1853. Como liberal republicano y progresista Alem
entendió perfectamente que la bandera de la libertad debe flamear siempre al
lado de la de la igualdad; y que no deben ser meras formalidades vacías de
contenido sino que, por el contrario, todos debemos tener acceso efectivo a
ellas, para que no haya, en su propio lenguaje, “desposeídos”. Ni desposeídos
de derechos políticos ni desposeídos de las bases económicas y sociales que
constituyen las condiciones materiales de la libertad. Es conocida su defensa
del sufragio libre y la plena vigencia de las instituciones representativas,
así como su reivindicación del federalismo, del municipalismo, y su oposición,
antes de la fundación de la UCR, a la federalización de Buenos Aires y a la
instalación allí de la capital federal. Es
no tan conocida su defensa de la educación pública, laica, gratuita y
obligatoria, durante el gobierno de Roca, que se plasmó en una decidida acción
en favor del proyecto que terminó siendo la ley 1420, de educación común. Pero
es menos conocida aún su prédica en favor del liberalismo económico,
reivindicando el libre cambio y condenando el proteccionismo que beneficiaba a
unos pocos empresarios a expensas de los trabajadores más pobres.
Leandro Alem fue un ferviente
defensor del libre cambio, una postura que chocaba con el régimen conservador dominante
en Argentina en aquel entonces. Alem entendía que el libre comercio fomentaba
la competencia, impulsaba la eficiencia económica y permitía a los trabajadores
y consumidores acceder a bienes y servicios más baratos. Además, consideraba
que el proteccionismo solo favorecía a un pequeño grupo de empresarios
privilegiados, en detrimento de la mayoría de los ciudadanos.
Alem denunciaba abiertamente las
políticas proteccionistas que promovían los gobiernos conservadores de la
época. Estas medidas imponían altos aranceles a las importaciones con el fin de
proteger a la incipiente industria local. Sin embargo, según Alem, esto sólo
generaba oligopolios y monopolios, limitando la competencia y perjudicando a
los trabajadores más pobres. Al restringir el acceso a productos extranjeros
más baratos, se encarecían los bienes de consumo básicos, afectando
especialmente a los sectores más vulnerables de la sociedad, a los desposeídos.
Si bien la UCR y el partido
socialista argentino tenían diferencias ideológicas, hubo ciertas coincidencias
en sus primeras etapas. Ambos grupos políticos se opusieron al régimen
conservador y compartieron preocupaciones similares en cuanto a la defensa de
los trabajadores. Tanto Alem como los primeros líderes socialistas reconocieron
la necesidad de luchar contra el proteccionismo y los intereses privilegiados
que lo respaldaban, en busca de una mayor justicia social y equidad económica.
Algunas frases de Alem muestran claramente esta faceta de su
pensamiento:
"El comercio y la industria no necesitan protección
sino libertad."
“¿Es justo, es legal, es
equitativo, despojar a la colectividad para que vivan, prosperen y se
enriquezcan media docena de industriales?”
“No habrá una sola persona
medianamente sensata que nos niegue uno de los efectos de la fijación de los
derechos de aduana y la elevación gradual que las tarifas aduaneras ha
producido […] la miseria del pobre.”
A su vez, algunas frases de Juan
B. Justo, el fundador del Partido Socialista, como ésta por ejemplo, muestran
la misma orientación: "El libre cambio económico significa, en esencia, el
interés de todos los hombres, sin excepción, pues el proteccionismo es el
privilegio de unos cuantos a costa de la masa."
Estas citas de Alem resaltan su
defensa del liberalismo económico, su rechazo al proteccionismo y su
preocupación por los derechos y el bienestar de los trabajadores. A través de
estas frases, se evidencia su lucha por la justicia social y la equidad
económica, así como su crítica a las políticas que favorecen a intereses
privilegiados en detrimento de las clases trabajadoras. Pero para Alem la
libertad es una sola, integral; política, económica, social, religiosa,
cultural, y está basada en la inalienable dignidad e igualdad de derechos de
todos los seres humanos. Es, por ende, una libertad sustantiva para todos, no
una excusa formal o una estratagema argumental para defender intereses
oligárquicos. El liberalismo de Alem está por lo tanto tan alejado de la
demagogia populista como de las falacias del régimen conservador,
justificadoras de privilegios e inequidades.
A 127 años de su muerte, las
ideas de Alem adquieren inusitada vigencia en esta Argentina contemporánea de
intereses corporativos y poderosos que obnubilan el debate e intentan por todos
los medios vender gato por liebre al amparo de las imposturas del populismo. Y
también sirven para mostrar las diferencias del liberalismo genuino con un
seudo liberalismo conservador y reaccionario que repite mal las falacias de la
escuela económica neoclásica, que se nutre de la bronca de vastos sectores
sociales ante los fracasos de las políticas públicas y la crisis del sistema de
partidos políticos, y que no vacila en mimetizarse con el integrismo católico o
con cierto anarquismo infantil e inconducente.-
Publicado en el diario La Calle
el día 9 de Julio de 2023.-
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