Por José Antonio Artusi
Se cumplen 245 años de la muerte de Jean-Jacques Rousseau,
en Ermenonville, el 2 de Julio de 1778. Había nacido el 28 de Junio de 1712 en
Ginebra.
En su obra cumbre, “El contrato
social”, Rousseau plantea un concepto clave que va a permear profundamente el
pensamiento republicano, la necesidad de construir una sociedad en la que nadie
sea tan pobre como para ser comprado y que nadie sea tan enormemente rico como
para poder esclavizar a otros.
Nos interesa sobre todo rescatar
la vigencia del ideario de Rousseau en relación al aporte que puede hacer hoy a
la legitimación y al aumento de la visibilidad y viabilidad política de una
idea que está debatiéndose cada vez más en todo el mundo, el ingreso ciudadano
o ingreso básico universal. Que en la Argentina sea un tema marginal es una
muestra de nuestro subdesarrollo político y decadencia en general.
Según la Red Argentina de Ingreso
Ciudadano, la noción es tributaria de otros conceptos que designan a todas
aquellas políticas públicas cuyos objetivos sean garantizar ciertas formas de
ingreso monetario incondicional a todas las personas. Esto es, un ingreso para
cuyo acceso no se requiere ninguna otra condición personal que la de ser
ciudadano. Las características de incondicionalidad, universalidad y beneficio
monetario, son las que identifican primordialmente a esta propuesta.
El concepto de ingreso ciudadano
ha ganado relevancia en los últimos años como una propuesta para abordar la
desigualdad económica y social en nuestras sociedades modernas. Si bien esta
idea puede parecer nueva, podemos encontrar fundamentos filosóficos que la
respaldan en muchísimos pensadores, entre ellos Rousseau, e incluso algunos que
lo antecedieron. Las ideas de Rousseau, desde una perspectiva republicana y
liberal, pueden servir hoy para justificar la conveniencia y la legitimidad de
un ingreso ciudadano.
Rousseau planteó en su obra
"El contrato social" la idea que señala que los individuos renuncian
a parte de su libertad natural para ingresar a una sociedad organizada,
estableciendo un contrato entre ellos. En este contexto, la igualdad de
oportunidades es fundamental para asegurar un contrato social legítimo. Un
ingreso ciudadano, universal, incondicional, individual, permanente, concebido
como un derecho al disfrute igualitario de las rentas de los bienes comunes y
no como una dádiva, puede ser visto como un mecanismo para garantizar que todos
los ciudadanos tengan un punto de partida igualitario en términos económicos,
lo que fortalecería la legitimidad del contrato social.
Rousseau sostenía que la
verdadera libertad se encuentra en la autonomía individual, es decir, en la
capacidad de cada persona para actuar según su voluntad, sin estar subyugada a
la voluntad de otros. Un ingreso ciudadano proporcionaría una base económica
mínima que permitiría a los ciudadanos ejercer su autonomía y tomar decisiones
libres sobre su vida. Al eliminar la dependencia extrema de la necesidad
económica, se fomentaría una mayor igualdad de condiciones para la libertad
individual.
Por otra parte, el bien común y
la cohesión social son valores fundamentales. Rousseau argumentaba que los
ciudadanos deben estar unidos por un interés común y que una sociedad justa se
basa en la voluntad general, que busca el beneficio de todos. Un ingreso
ciudadano universal puede ser visto como una forma de promover el bienestar
común al reducir la pobreza y la exclusión social, lo que a su vez fortalecería
la cohesión social y el sentido de pertenencia a la comunidad.
La perspectiva liberal también
encuentra resonancia en las ideas de Rousseau. Si bien el liberalismo valora la
igualdad de oportunidades, reconoce que no todos los individuos comienzan en la
misma posición de partida debido a circunstancias externas. Un ingreso
ciudadano podría considerarse como un mecanismo de compensación que busca
nivelar el campo de juego y garantizar que todos los ciudadanos tengan la
posibilidad de aprovechar las oportunidades disponibles en la sociedad, sin
importar su origen socioeconómico ni su lugar de nacimiento.
Philippe Van Parijs, filósofo
político belga, ha sido uno de los principales defensores del ingreso ciudadano.
En su obra se basa en las nociones de Rousseau para argumentar a favor de un ingreso
básico incondicional que garantice a todos los ciudadanos una cantidad
suficiente para vivir con dignidad. Según Van Parijs, esto permitiría a las
personas tener un verdadero acceso a la libertad y la autonomía, tal como
Rousseau lo concibió.
Roberto Gargarella, jurista
argentino, ha examinado la relación entre Rousseau y el ingreso ciudadano y
argumenta que Rousseau abogaba por una sociedad en la que todos los ciudadanos
tuvieran una participación activa en la toma de decisiones políticas y económicas.
En este contexto, Gargarella sostiene que un ingreso ciudadano sería un
mecanismo para empoderar a los ciudadanos y permitirles ejercer su ciudadanía
de manera plena.
Estos autores, entre otros, han
explorado las ideas de Rousseau y las han relacionado con la propuesta de un
ingreso ciudadano o ingreso básico universal, argumentando que dicha medida
puede respaldar los valores de igualdad, libertad y fraternidad que Rousseau
defendía en su filosofía política.
A 245 años de su muerte, las
ideas de Rousseau nos siguen sirviendo para iluminar la construcción de un
mundo mejor.-
Publicado en el diario La Calle el día 2 de Julio de 2023.-
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