El 21 de Noviembre de 2021 La
Calle publicó un artículo de mi autoría titulado “Una provincia que recauda mal
y gasta cada vez peor”.
Lo que sigue es una transcripción
casi literal de aquel artículo, actualizando algunas cifras y agregando algunos
comentarios. Las conclusiones son las mismas.
Los datos publicados en la página
oficial de la Provincia de Entre Ríos referidos a la ejecución presupuestaria del
ejercicio 2022 y los de recaudación del primer semestre de 2023 nos permiten
hacer algunos análisis y consideraciones que confirman, lamentablemente, algo
que no constituye ninguna novedad: Entre Ríos es una provincia que recauda mal
y gasta cada vez peor.
Uno de los datos novedosos que
surge de los mencionados informes, y de anteriores, es el insólito superávit
que exhiben las cuentas públicas del fisco entrerriano en los últimos tres
ejercicios, tras una década de déficits constantes. Se arribó a un resultado final
para el Ejercicio 2020 superavitario en $ 6.904 millones, para el Ejercicio
2.021 superavitario en $ 22.369 millones, y para el Ejercicio 2022
superavitario en $ 41.214 millones.
Este superávit es mentiroso
porque se explica, entre otros factores, por el atraso salarial del sector
público provincial y por la crónica subejecución de la inversión en obra
pública y bienes de capital. Ambos tendrán consecuencias gravosas y
repercutirán negativamente, afectando las posibilidades de emprender un camino
de crecimiento y desarrollo sostenible.
Veamos la cada vez menor
incidencia de la inversión real directa en el total del gasto público
provincial. El gasto en “Construcciones” representó en el año 2022 solamente el
3,53% del gasto total. Se ejecutó sólo el 36% de lo presupuestado en ese ítem.
La participación del rubro Construcciones en el gasto total presenta una
tendencia decreciente desde 2015, cuando superó el 5%. En el rubro “Maquinaria
y equipos” el panorama es similar. En 2022 se ejecutó sólo el 32,92% de lo
presupuestado y esto representó apenas el 0,29% del gasto total. La provincia de
Entre Ríos invierte cada vez menos en obra pública y en maquinaria y equipos,
lo dicen datos oficiales. Y la tendencia es claramente decreciente.
Por el lado de la recaudación el
panorama no es menos deprimente. El impuesto a los ingresos brutos, el más
regresivo y distorsivo de todos, representó en 2020 el 63,77% de la recaudación
de impuestos provinciales, el 65,10% en 2021, el 70,52% en 2022 y el 71,68% en
el primer semestre de 2023. Desde hace años, la incidencia de esta gabela
medieval en la recaudación propia muestra una tendencia a aumentar. Por otro
lado, el impuesto inmobiliario, que en palabras del Premio Nobel de Economía
William Vickrey es, “económicamente hablando, la combinación de uno de los
peores impuestos, la parte que se deriva de las mejoras a un bien inmueble… y
uno de los mejores, el impuesto a la tierra o al valor de un lugar”, viene
teniendo, por el contrario, una tendencia decreciente en la composición de los
ingresos tributarios provinciales, desde el 20% en 2015 al 12% en 2022 y el 10%
en el primer semestre de 2023. Vale decir que la matriz tributaria provincia es
cada vez más inadecuada a los requerimientos del desarrollo equitativo y
sostenible.
Urge diseñar e implementar
reformas profundas, de raíz. Una reforma tributaria, para recaudar bien, sin
ahogar las fuerzas productivas ni castigar el trabajo, y una reforma del
Estado, para lograr una administración pública capaz de invertir recursos con eficacia
y eficiencia en pos del desarrollo y la prosperidad de los entrerrianos.
Tenemos un Estado que asfixia a los contribuyentes con malos impuestos, y que
por otra parte no brinda a la sociedad ni las inversiones en infraestructura
necesarias para el desarrollo ni los servicios esenciales que una sociedad
democrática, equitativa, integrada y moderna necesita para mejorar la calidad
de vida de sus habitantes. Haríamos bien, todos, en no rehuir ese
imprescindible debate. La pandemia y la crisis sólo han hecho más evidentes una
serie de problemas estructurales que vienen de mucho antes. El desafío es tomar
esta crisis como oportunidad para reconocer las causas de esos problemas y
avanzar sin demagogia en el logro de amplios acuerdos para comenzar a solucionarlos.
Pretender que podemos seguir así, postergando indefinidamente las soluciones de
fondo, sólo profundizará el atraso y la pérdida de oportunidades.-
Publicado en el diario La Calle
el día 30 de Julio de 2023.-
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