Por José Antonio Artusi
John Stuart Mill nació en Londres
el 20 de mayo de 1806 y murió en Aviñón, Francia, el 8 de mayo de 1873. Fue un
filósofo, político y economista británico, y se lo reconoce como uno de los
pensadores más influyentes en la historia del liberalismo clásico.
Defensor de las libertades
individuales, feminista y antiesclavista, Mill es una figura intelectual cuya
obra sigue siendo relevante en el siglo XXI. Sus ideas sobre la libertad continúan
teniendo vigencia en el debate contemporáneo sobre el funcionamiento adecuado
de las sociedades y las economías, y pueden servir como argumentos para
rescatar al genuino liberalismo de las garras del conservadorismo reaccionario y
de las falacias de las doctrinas económicas neoclásicas, teniendo como Norte el desarrollo de una sociedad más justa
y equitativa.
Uno de los pilares fundamentales
de la filosofía política de John Stuart Mill es la defensa de la libertad
política. John Stuart Mill abogaba por la protección de las libertades
individuales, la libertad de expresión y el derecho a disentir de las ideas
dominantes. En el siglo XXI, estas ideas siguen siendo esenciales en un mundo
cada vez más globalizado y tecnológicamente avanzado.
En la era de la información, la
libertad de expresión y el acceso a la información son fundamentales para el
desarrollo de una sociedad informada y participativa. No es descabellado
aseverar que Mill argumentaría que la censura y la restricción del flujo de
información son contrarias al progreso humano y coartan la capacidad de los
individuos para tomar decisiones informadas y responsables.
Además, la protección de los
derechos individuales frente a la tiranía de la mayoría sigue siendo un tema
relevante en la actualidad. Mill sostenía que incluso si la mayoría de la
sociedad apoya una determinada idea o política, si esta vulnera los derechos
fundamentales de una minoría, debe ser rechazada. Esta visión es esencial en la
lucha contra la discriminación y la promoción de la igualdad de oportunidades
para todos los ciudadanos.
John Stuart Mill es ampliamente
considerado como un economista clásico, junto con otros grandes pensadores como
Adam Smith y David Ricardo. Los economistas contemporáneos han reconocido su
papel en la síntesis y refinamiento de las ideas económicas clásicas. Mill tomó
las ideas de sus predecesores y las desarrolló en su propia teoría económica,
centrándose en temas como el valor, la distribución de la riqueza y el papel
del gobierno en la economía.
En materia económica, las ideas
de Mill siguen siendo valiosas y necesarias. Era un defensor de un capitalismo
basado en la competencia y la libertad de mercado, en lugar de uno
caracterizado por el monopolio y la especulación. En este sentido, consideraba
que la especulación con los valores del suelo era uno de los males del
capitalismo rentista y debía ser limitada para fomentar una economía más justa
y equitativa.
En el siglo XXI, el capitalismo
rentista se ha convertido en una preocupación relevante, con el aumento de la
concentración de la riqueza y el poder económico en manos de unos pocos. La
especulación y la extracción de rentas del suelo y de otros recursos naturales,
privatizando en beneficio de unos pocos el producto del esfuerzo de la
comunidad en su conjunto, han llevado a desigualdades crecientes y a la
exclusión de amplios sectores de la sociedad en muchos países, incluso en los
más desarrollados. Podemos recordar que Mill argumentaba que una economía
basada en la libre competencia y la igualdad de oportunidades es fundamental
para garantizar el bienestar tanto de los empresarios como de los trabajadores,
y que descreía a su vez de las teorías comunistas y colectivistas porque
precisamente destruían la libertad y los beneficios en términos de eficiencia
de mercados transparentes, libres y competitivos.
La siguiente frase de John Stuart
Mill es elocuente en relación a su pensamiento:
“La tierra es limitada en
cantidad, mientras que la demanda por ella, en una país próspero, está en
constante crecimiento. La renta, por lo tanto, y el precio, que depende de la
renta, aumenta progresivamente, no debido a ningún esfuerzo ni inversión del
propietario, en cuyo caso no deberíamos hacer ninguna objeción, sino por el
mero crecimiento de la riqueza y la población. Los ingresos de los propietarios
del suelo crecen mientras están durmiendo, gracias a la prosperidad general
producida por el trabajo y las inversiones de otras personas”.
En línea con las ideas de Mill,
es necesario promover políticas que fomenten la libre competencia que estimula
la innovación, aumenta la calidad de los productos y servicios, y reduce los
precios para el consumidor. Además, la promoción de la libre competencia
beneficia tanto a los empresarios como a los trabajadores. Los verdaderos empresarios,
no los seudo empresarios de la patria contratista o los que cazan en el
zoológico al amparo de absurdas protecciones, tienen la oportunidad de competir
en igualdad de condiciones, lo que estimula la creatividad y la eficiencia. Por
otro lado, los trabajadores se benefician de la creación de empleo y de
productos más baratos.
Las ideas de John Stuart Mill
sobre la libertad política y económica y la oposición tanto contra el capitalismo rentista como contra el
colectivismo estatista siguen siendo relevantes en el siglo XXI. La protección
de las libertades individuales, la promoción de la libre competencia y el
combate contra la especulación y los monopolios son fundamentales para
construir una sociedad más justa, equitativa y próspera. Siguiendo el legado de
Mill podemos encontrar inspiración para trabajar por un mundo en el que todos
tengan libertad e igualdad de oportunidades para alcanzar su máximo potencial.-
Publicado en el diario La Calle el día 6 de Agosto de 2023.-
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