martes, 22 de agosto de 2023

EL OTRO CHURCHILL

Por José Antonio Artusi

Winston Churchill nació en Woodstock el 30 de Noviembre de 1874 y murió en Londres, el 24 de Enero de 1965.

Churchill fue miembro del Parlamento británico casi ininterrumpidamente desde 1900 a 1964, con la única y breve excepción del período 1922 – 1924. Es recordado sobre todo por su pertenencia al Partido Conservador, pero tuvo un paso por el Partido Liberal entre 1904 y 1924.    

Winston Churchill es ampliamente conocido por su papel como líder durante la Segunda Guerra Mundial, con un rol clave en el triunfo de las fuerzas aliadas contra el nazi-fascismo, pero su legado como dirigente liberal y defensor de políticas progresistas a menudo queda en segundo plano. Uno de los momentos cruciales en su carrera política fue su apoyo al Presupuesto del Pueblo en 1909 y su propuesta de implementar un impuesto al valor del suelo libre de mejoras. Estas medidas no solo reflejaron su compromiso con la equidad social, sino que también sentaron las bases para discusiones y políticas fiscales futuras.

A principios del siglo XX, el Reino Unido enfrentaba desafíos económicos y sociales significativos. La pobreza y la desigualdad eran rampantes, y la financiación para programas de bienestar y servicios públicos era insuficiente. En este contexto, el Presupuesto del Pueblo, presentado en 1909 por el entonces Ministro de Hacienda, David Lloyd George, y apoyado firmemente por Churchill, buscaba reformar el sistema fiscal británico para financiar políticas sociales y reducir las desigualdades económicas.

Uno de los aspectos más destacados del Presupuesto del Pueblo fue la propuesta de implementar un impuesto al valor del suelo libre de mejoras, siguiendo las ideas de economistas liberales tales como Adam Smith, David Ricardo y Henry George. Más tarde, Milton Friedman dirá que lo consideraba el menos malo de los impuestos. Esta idea, que Churchill respaldó de manera enérgica, buscaba gravar el valor no de las construcciones o mejoras en el terreno, sino del propio suelo en función de su ubicación y potencial de desarrollo. Esta medida tenía como objetivo redistribuir la riqueza y reducir las brechas económicas al imponer una carga más equitativa sobre los contribuyentes, recuperando y reinvirtiendo la valorización del suelo generada por la acción de la comunidad.

La propuesta generó un intenso debate tanto en el Parlamento como en la sociedad en general. Churchill defendió la medida no solo por su potencial para generar ingresos fiscales necesarios para financiar programas sociales, sino también por su capacidad para desincentivar la especulación inmobiliaria y promover un desarrollo urbano planificado y sostenible. Aunque la medida no se implementó en su totalidad en ese momento, sentó las bases para futuras discusiones sobre la equidad fiscal y el desarrollo urbano.

La defensa de Churchill del Presupuesto del Pueblo y su propuesta de impuesto al valor del suelo libre de mejoras subrayan su compromiso con los principios auténticamente liberales y su visión de un gobierno responsable de abordar las desigualdades y promover el bienestar social. A pesar de la controversia y las críticas que enfrentó, y aún a pesar de su propia deriva conservadora posterior, su defensa apasionada de estas medidas en ese momento resalta su dedicación a construir una sociedad más justa y equitativa, y mantiene plena vigencia.  

Recordémoslo con sus propias palabras, en fragmentos de un discurso que brindó el 17 de Julio de 1909 en el King's Theatre de Edimburgo:

“Es muy cierto que los incrementos no ganados en los valores del suelo no son la única forma de ganancia no ganada o inmerecida que los individuos pueden obtener; pero es la principal forma de incremento no ganado que se deriva de procesos que no sólo no son beneficiosos, sino que son positivamente perjudiciales para el público en general.

La tierra, que es una necesidad de la existencia humana, que es la fuente original de toda riqueza, que está estrictamente limitada en extensión, que está fijada en una posición geográfica. La tierra, digo, difiere de todas las demás formas de propiedad en estas condiciones primarias y fundamentales.

Espero que se entienda que, cuando hablo del monopolista de la tierra, me refiero más al proceso que al terrateniente individual. No deseo someter ninguna clase a la desaprobación pública. No creo que el hombre que hace dinero por incrementos no ganados en el valor del suelo sea moralmente peor que cualquier otro que recoge su ganancia donde la encuentra en este duro mundo bajo la ley y según el uso común. No es al individuo al que ataco, es al sistema. No es el hombre el que es malo, es la ley la que es mala. No es el hombre el culpable de hacer lo que la ley permite y lo que hacen los demás hombres, es el Estado el que sería censurable si no se esforzara por reformar la ley y corregir la práctica. No queremos castigar al propietario. Queremos cambiar la ley”.-

 

Publicado en el diario La Calle el día 20 de Agosto de 2023.-

No hay comentarios.: