Por José Antonio Artusi
Winston Churchill nació en
Woodstock el 30 de Noviembre de 1874 y murió en Londres, el 24 de Enero de 1965.
Churchill fue miembro del
Parlamento británico casi ininterrumpidamente desde 1900 a 1964, con la única y
breve excepción del período 1922 – 1924. Es recordado sobre todo por su
pertenencia al Partido Conservador, pero tuvo un paso por el Partido Liberal
entre 1904 y 1924.
Winston Churchill es ampliamente
conocido por su papel como líder durante la Segunda Guerra Mundial, con un rol
clave en el triunfo de las fuerzas aliadas contra el nazi-fascismo, pero su
legado como dirigente liberal y defensor de políticas progresistas a menudo
queda en segundo plano. Uno de los momentos cruciales en su carrera política
fue su apoyo al Presupuesto del Pueblo en 1909 y su propuesta de implementar un
impuesto al valor del suelo libre de mejoras. Estas medidas no solo reflejaron
su compromiso con la equidad social, sino que también sentaron las bases para
discusiones y políticas fiscales futuras.
A principios del siglo XX, el
Reino Unido enfrentaba desafíos económicos y sociales significativos. La
pobreza y la desigualdad eran rampantes, y la financiación para programas de
bienestar y servicios públicos era insuficiente. En este contexto, el Presupuesto
del Pueblo, presentado en 1909 por el entonces Ministro de Hacienda, David
Lloyd George, y apoyado firmemente por Churchill, buscaba reformar el sistema
fiscal británico para financiar políticas sociales y reducir las desigualdades
económicas.
Uno de los aspectos más
destacados del Presupuesto del Pueblo fue la propuesta de implementar un
impuesto al valor del suelo libre de mejoras, siguiendo las ideas de economistas
liberales tales como Adam Smith, David Ricardo y Henry George. Más tarde,
Milton Friedman dirá que lo consideraba el menos malo de los impuestos. Esta
idea, que Churchill respaldó de manera enérgica, buscaba gravar el valor no de
las construcciones o mejoras en el terreno, sino del propio suelo en función de
su ubicación y potencial de desarrollo. Esta medida tenía como objetivo
redistribuir la riqueza y reducir las brechas económicas al imponer una carga
más equitativa sobre los contribuyentes, recuperando y reinvirtiendo la
valorización del suelo generada por la acción de la comunidad.
La propuesta generó un intenso
debate tanto en el Parlamento como en la sociedad en general. Churchill
defendió la medida no solo por su potencial para generar ingresos fiscales
necesarios para financiar programas sociales, sino también por su capacidad
para desincentivar la especulación inmobiliaria y promover un desarrollo urbano
planificado y sostenible. Aunque la medida no se implementó en su totalidad en
ese momento, sentó las bases para futuras discusiones sobre la equidad fiscal y
el desarrollo urbano.
La defensa de Churchill del Presupuesto
del Pueblo y su propuesta de impuesto al valor del suelo libre de mejoras
subrayan su compromiso con los principios auténticamente liberales y su visión
de un gobierno responsable de abordar las desigualdades y promover el bienestar
social. A pesar de la controversia y las críticas que enfrentó, y aún a pesar
de su propia deriva conservadora posterior, su defensa apasionada de estas
medidas en ese momento resalta su dedicación a construir una sociedad más justa
y equitativa, y mantiene plena vigencia.
Recordémoslo con sus propias
palabras, en fragmentos de un discurso que brindó el 17 de Julio de 1909 en el King's
Theatre de Edimburgo:
“Es muy cierto que los incrementos no ganados en los valores del suelo no
son la única forma de ganancia no ganada o inmerecida que los individuos pueden
obtener; pero es la principal forma de incremento no ganado que se deriva de
procesos que no sólo no son beneficiosos, sino que son positivamente perjudiciales
para el público en general.
La tierra, que es una necesidad de la existencia humana, que es la
fuente original de toda riqueza, que está estrictamente limitada en extensión,
que está fijada en una posición geográfica. La tierra, digo, difiere de todas
las demás formas de propiedad en estas condiciones primarias y fundamentales.
Espero que se entienda que, cuando hablo del monopolista de la tierra,
me refiero más al proceso que al terrateniente individual. No deseo someter
ninguna clase a la desaprobación pública. No creo que el hombre que hace dinero
por incrementos no ganados en el valor del suelo sea moralmente peor que
cualquier otro que recoge su ganancia donde la encuentra en este duro mundo
bajo la ley y según el uso común. No es al individuo al que ataco, es al
sistema. No es el hombre el que es malo, es la ley la que es mala. No es el
hombre el culpable de hacer lo que la ley permite y lo que hacen los demás
hombres, es el Estado el que sería censurable si no se esforzara por reformar
la ley y corregir la práctica. No queremos castigar al propietario. Queremos
cambiar la ley”.-
Publicado en el diario La Calle
el día 20 de Agosto de 2023.-
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