Por José Antonio Artusi
Se cumplieron el pasado 12 de
Octubre 100 años del inicio de la presidencia de Marcelo de Alvear, una de las
mejores que tuvo la República Argentina. El 10 de Octubre de 2021 dije en las
páginas de La Calle que “los argentinos, pero sobre todo los radicales, sus
correligionarios, hemos sido injustos con Alvear”, y detallé allí algunos de
los numerosos logros de su magnífica gestión. Pero por alguna razón dejó de
estar en algún momento, a pesar de sus sobrados méritos, entre los próceres
radicales. Por qué? Félix Luna nos da algunas pistas en un artículo publicado en
La Nación al cumplirse 50 años de su muerte: “La lucha interna desarrollada
entre 1946 y 1950 constituye un modelo de renovación de un partido que de un
momento a otro tiene que enfrentar la amarga evidencia de haber perdido la
virtud mayoritaria y necesita cambiar sus formas y contenidos para aspirar a
captar nuevamente la voluntad del electorado. El núcleo que lideraban Balbín,
Lebensohn, Frondizi y otros, usó una dialéctica que satanizaba al alvearismo y
sus epígonos; al triunfar, esta dialéctica quedó tan consagrada en el discurso
partidario como la Declaración de Avellaneda. Así Alvear quedó condenado
inapelablemente… Yo mismo, en mi lejana juventud radical, fui cómplice de esta
desmemoria; en parte la salvé escribiendo una biografía de Alvear en la que
criticaba sus posiciones políticas, pero valorizaba la simpatía de su figura,
su integridad, y la sinceridad de su lucha. Pero los radicales, que han vivido
tantos avatares, no han indultado a Alvear”. Así es; no es frecuente ver
retratos de Alvear en las casas radicales. Y los retratos no son meros
ornamentos, tienen una significación simbólica que muchas veces se nos escapa.
Pero Alvear fue, además, víctima
de quienes alejándose del tronco radical pretendieron construir un Yrigoyen
cercano a Perón. Se instaló de esa manera un relato falaz, en el que se
ensalzaba un Yrigoyen popular y progresista y se demonizaba un Alvear
oligárquico y conservador. Por otro lado, más tarde, y hasta nuestros días,
desde algunos sectores liberales y conservadores se pretendió reforzar esa
falsa antinomia entre Yrigoyen y Alvear, en este caso condenando a un Yrigoyen
populista, y rescatando a un Alvear casi extraño al radicalismo. Ninguna de
estas visiones se compadece con la realidad histórica. Más simple, Yrigoyen y
Alvear fueron, cada uno con su estilo propio, simplemente radicales, liberales
progresistas que querían que la libertad no estuviera reñida con la igualdad y
la fraternidad.
A tal punto llegó el olvido de
Alvear que Teodoro Marcó, en una carta publicada por el diario La Nación el 9
de Octubre de 1986, manifestó que había visto “con profunda simpatía, como
demócrata y como radical, que el Comité Nacional de la Juventud de mi partido,
con motivo de haberse cumplido los primeros mil días del gobierno de la
democracia, haya rendido… homenajes a los presidentes constitucionales
Yrigoyen, Perón e Illia… La sola enunciación de dichos nombres pone en
evidencia que se ha omitido, cometiendo una injusticia que no puedo silenciar,
al Dr. Marcelo T. de Alvear.” Más adelante, el ex diputado nacional y ex vice
gobernador de Entre Ríos señaló que “la figura de Alvear – como Presidente de
la República o como líder del radicalismo – se agiganta a través de la
historia. Es un hecho unánimemente reconocido que su proficua gestión de
gobierno se caracterizó por la plena vigencia del Estado de Derecho y las
libertades públicas, así como también por su espíritu progresista y de claro
contenido de justicia social, concretado en leyes fundamentales de nuestra
legislación laboral…”
Enrique Pereira, en su monumental
tarea de investigación y esclarecimiento de la historia del radicalismo,
reivindicó a Alvear sin retaceos ni concesiones: “Otro tópico divulgado es el
del “alvearismo”, que circula por los ámbitos políticos a la manera de un vago
comodín, más o menos despectivo, cuyo exacto significado nadie precisa ni
quiere precisar. La verdad es que los documentos y la realidad nos enseñan
algunas cosas tales como las siguientes: Yrigoyen confió siempre en Alvear, y
don Marcelo, con su personalidad de hombre libre militante de un partido
democrático y no de lacayo, fue en lo trascendente y esencial, leal a Yrigoyen,
a tal punto que la suya fue una presidencia progresista, ejemplar, cuya imagen
histórica fue deteriorada obviamente por la división radical…”.
Un conservador honesto y lúcido
como Emilio Hardoy tuvo la generosa e infrecuente actitud, en ocasión del
cincuentenario de la muerte de Alvear, de reconocer culpas y pedir perdón: “…
mi presencia obedece a una expansión irresistible de mi espíritu, a una
confesión pública que debo hacer, que ya he hecho en otras circunstancias, pero
ninguna ocasión más solemne ni oportuna que esta. Vengo a pedir perdón
públicamente por el fraude electoral que cerró el paso al poder a este gran
ciudadano que fue Marcelo de Alvear. Cerrarle el paso al gran señor de la
República fue un acto irracíonal, y más que eso, fue un acto de locura, un
crimen político…”
Asistimos quizás en estos
momentos a un proceso de revalorización de la figura de Marcelo de Alvear .
Enhorabuena. Se trata de un rescate largamente merecido, pero sobre todo útil
para entender mejor nuestro pasado y para construir un futuro mejor.-
Publicado en el diario La Calle el día 16 de Octubre de 2022.-
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