Por José Antonio Artusi
Juan Bautista Alberdi nació en Tucumán el 29 de Agosto de 1810 y murió en
Neuilly-sur-Seine, Francia, el 19 de
junio de 1884. Por diversas razones, cerca del 140º aniversario de su muerte,
Alberdi vuelve a estar de moda, lo que no deja de ser una buena noticia. En
tanto moda, el renovado interés en el autor de las “Bases y puntos de partida
para la organización política de la República Argentina” puede ser una cuestión
meramente superficial y pasajera, o bien puede constituir un rescate genuino de
su pensamiento, trayéndolo al presente desde su conocimiento cabal y desde un
análisis riguroso de la vigencia de sus postulados.
Para Roberto Cortés Conde “Alberdi como Sarmiento y los hombres de su
generación no escribían por un interés solamente intelectual; su propósito era,
por sobre todo, influir en los acontecimientos, explicar, divulgar y promover
ideas que contribuyeran al progreso del país”. Cortés Conde asevera que Alberdi
“sostuvo que el sistema económico de nuestra Constitución es uno de libertad
tal como lo había concebido Adam Smith”, y en el prólogo de una edición de su
libro “Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina según la
Constitución de 1853”, plantea que “en esta obra Alberdi delineó el programa
económico de la Constitución que, finalmente organizada la Nación, se llevó a
la práctica con notable éxito”.
El economista Eduardo Conesa señala que “Alberdi, el diseñador de las
grandes líneas de nuestra Constitución histórica conocía perfectamente la obra
y la escuela de Adam Smith. Y luego de prodigar elogios sin par a este autor
por ensalzar el valor del trabajo como fuente verdadera y última de la riqueza,
dice sin medias tintas en su ya citado libro sobre el sistema económico y
rentístico de la Constitución Argentina: “A esta escuela de libertad pertenece
la doctrina económica de la Constitución Argentina y fuera de ella no se deben
buscar comentarios ni medios auxiliares para la sanción del derecho orgánico de
esta Constitución”. Es interesante destacar que Conesa hace esos comentario
sobre Alberdi en el marco de la fundamentación de su propuesta de una reforma
al sistema impositivo argentino, al establecer un impuesto nacional al valor venal de las tierras urbanas y
rurales libres de mejoras en sustitución de los impuestos a los ingresos brutos
provinciales y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que “tendría
consecuencias sinérgicas importantes para el aumento de la producción
agropecuaria, la expansión de la industria de la construcción, la creación de
empleos, el aumento de los salarios reales en un 12%, la mejora en la
recaudación impositiva provincial, municipal y nacional. Además de promover la
correspondencia fiscal, la reducción de la evasión y la justicia distributiva
conjuntamente con la eficiencia económica”. No casualmente, también recurre a
Adam Smith para fundamentar su propuesta: “ya en el Libro V Capítulo 2 de La
riqueza de las Naciones de 1776, parece favorecer el impuesto a la renta de la
tierra y hace referencias a la “ingeniosa teoría” de los fisiócratas franceses
al respecto”.
Dejemos, para finalizar, que Alberdi nos hable con sus propias palabras,
en su “Sistema económico y rentístico…”:
“Los medios ordinarios del llamado sistema protector o proteccionista
consistente en la prohibición de importar ciertos productos son vedados de todo
punto por la Constitución Argentina... semejantes medios son la protección dada
a la estupidez y a la pereza, el más torpe de los privilegios”.
“En el interés de la población y del bienestar y prosperidad de la
República Argentina, propósitos supremos de su Constitución vigente, la ley
orgánica, inspirada en esas miras, debe reglar el sistema del arrendamiento
territorial, de modo que sirva para colocar la tierra al alcance de los
inmigrantes y nuevos pobladores. Conviene reorganizar el arrendamiento
territorial en provecho del arrendatario, y no del propietario ocioso y
explotador, al revés de nuestro actual sistema de origen romano-feudal, ineconómico
y estéril, que sacrifica el trabajo, la población y la riqueza al ascendiente
de los señores de la tierra.”
“No tengo noticia de que Constitución alguna de ambas Américas, ni de
ningún país del mundo, iguale a la Argentina en espíritu de hospitalidad y de
fraternidad hacia el extranjero;…”
“La Aduana entra pues, en el número de los males inevitables de la
República Argentina, como figura en las rentas de los países más libres de la
Tierra. Es un legado doloroso de los errores de otros siglos. Sin embargo, al
legislador le incumbe reducirlo a sus menores dimensiones…”.
“Lo que agota y destruye la riqueza privada no es la contribución, pues
al contrario ésta la defiende y conserva; es el despojo, el pillaje que hace el
despotismo, no para sus gastos, sino para sus excesos. Aunque el despotismo
suele nacer por su propio instinto, como cualquier animal dañino, uno de los
medios de provocar su aparición, es negar la contribución legítima al gobierno
de libertad. Si matáis por hambre al gobierno legítimo, le reemplaza el
despotismo, que con sable en mano os arrebata el pan de la boca y os reduce a
la desnudez. El gobierno libre come lo mismo que el gobierno tirano, y de eso
vive. La contribución es su alimento; arrebatársela es fundar el despotismo, y
perder toda la fortuna por haber querido ahorrar una pequeña parte.”
Volvamos a Alberdi, pero en serio. Volvamos a un liberalismo republicano
e igualitario, cerca de nuestras mejores tradiciones, y lejos de inconducentes
delirios anarquistas.-
Publicado en el diario La Calle el día 21 de Abril de 2024.-
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