Por José Antonio Artusi
José Benjamín Zubiaur nació el 31 de Marzo de 1856 en Paraná y murió en
Buenos Aires el 6 de Septiembre de 1921. Estudió en el Colegio del Uruguay, en
el que luego fue profesor, y fue uno de los promotores y el primer presidente
de la Asociación Educacionista La Fraternidad. Egresó con el título de abogado
de la Universidad de Buenos Aires pero no ejerció la profesión y dedicó sus
mejores esfuerzos a la mejora de la educación pública. En 1886 fue uno de los fundadores de la
revista pedagógica La Educación. En 1889 fue delegado por el gobierno nacional
y por las provincias de Entre Ríos y Corrientes al Congreso Pedagógico
Internacional que se realizó en París, en el ámbito de la Exposición Universal,
en ocasión del Centenario de la Revolución Francesa. Allí conoció al Baron de
Coubertin, quien lo propuso en 1894 para integrar el primer Comité Olímpico
Internacional. Zubiaur ejerció la rectoría del Colegio del Uruguay entre 1892 y
1899 y posteriormente se desempeñó como Director General de Escuelas de la
Provincia de Corrientes y Director de Instrucción Pública del Ministerio de
Educación de la Nación, cargo desde el que impulsó la creación de escuelas rurales
en La Pampa y Misiones. Aunque se mantuvo alejado de la actividad política, en
1903 integró la convención que reformó la Constitución de la Provincia de Entre
Ríos en, única ocasión en la que desempeñó un cargo electivo. Se lo recuerda a
Zubiaur como un pionero defensor de la educación física, de los viajes
educativos, de la creación de escuelas industriales y de adultos, y de la
incorporación de actividades prácticas e innovadoras como la fotografía, etc.
En momentos en que la educación pública, laica, gratuita y obligatoria
recibe embates desde diversas posiciones, es oportuno recordar la prédica de
Zubiaur, y verificar como sus propias palabras adquieren una renovada vigencia
en algunos aspectos y conservan en otros algunas rémoras propias de su tiempo:
El 9 de Septiembre de 1896 José Benjamín Zubiaur pronunció una
conferencia en los salones de la Sociedad Unión Uruguaya, cuya transcripción
fue publicada en un folleto titulado “Gobernar es Educar”, del que extraemos el
siguiente párrafo:
“La fórmula de Alberdi “gobernar es poblar” ha hecho ya su reinado, no
porque el país no necesite más población extranjera que signifique progreso
moral o material, sino porque la corriente inmigratoria está ya establecida
debido a la libertad de nuestras leyes y a la fecundidad y riqueza de nuestro
suelo, y que debe ser reemplazada por la que tienda a mantener, estimular y
desarrollar el espíritu genuinamente nacional-americano y democrático-liberal.
La nueva fórmula que responda a ese ideal no puede surgir sino desde la
educación, yunque en que se forja el destino de los individuos y de las
colectividades…”.
Por otro lado, si bien el propio Zubiaur se jacta en la mencionada
conferencia de haber sido “el primero en abrir a la mujer argentina la cátedra secundaria”,
su posición está lejos de plantear una concepción igualitaria y no deja de caer
en una injusta discriminación machista, en buena medida generalizada en ese
tiempo histórico: “fuera de la ciencia, que no necesita dominar, la mujer debe
saber lavar, planchar, coser, remendar, cocinar, etc; para ser la reina y
señora del hogar y factor más eficiente para la estabilidad y progreso de las
naciones. Este no excluye, por supuesto, que ellas puedan participar de los
estudios superiores casi exclusivamente destinados a los hombres hasta la
fecha. Vayan hacia ellos también, que bien pueden hacerlo sin mengua de su gran
misión, pero sin olvidarla”. El mismo Zubiaur reconoce que “no quiere ser
sindicado tampoco de que, a trueque de rendir tributo a preocupaciones del
momento, desconozca lo que, a su juicio, es la verdadera misión de la mujer en
el mundo”.
Zubiaur no ignora el peso de la educación en la configuración de las
condiciones materiales que permiten el ejercicio de las libertades y la
construcción de una ciudadanía efectivamente democrática. Diversos fragmentos
de textos de su autoría dan cuenta de esa preocupación:
“No son grupos selectos, sino masas ilustradas y trabajadoras las que
constituyen la base firme de los pueblos democráticos, en los que cada
ciudadano no debe ser solamente actor de sus propios destinos sino de los de la
sociedad en que vive y actúa”.
“El día en que la mayoría se convierta en productora o distribuidora de
la producción nacional o extranjera, ese día marcará la era positiva de la
nacionalidad argentina, porque sólo entonces tendrá garantizada su
independencia económica, base inconmovible de su soberanía, puramente teórica
si sólo ha sido declarada en constituciones o leyes o se funda sólo en antiguas
acciones gloriosas”.
Para Zubiaur, en síntesis, la educación pública debía propender a formar
“seres robustos de cuerpo, inteligencia y carácter y cuya independencia
económica esté garantizada mediante una ocupación o aptitud manual, deben ser
los productos de una buena educación democrática y humana, que excluya lo
sobrenatural, pero intensifique el ideal y tienda a suprimir la clase,
ampliando cada vez más la esfera de la igualdad. El progreso, a que está sujeto
el ser humano, impone el trabajo como primera condición de vida”.-
Publicado en el diario La Calle el 28 de Abril de 2024.-
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