Por José Antonio Artusi
Hagamos un ejercicio de
imaginación. Pensemos en dos países separados (o unidos) por un río. El
primero, A, tiene petróleo, gas, carbón, y usinas nucleares. El segundo, B, no
tiene nada de eso. El potencial de generación de energía eléctrica a partir de
fuentes renovables como la hidráulica, la solar, la eólica y la biomasa es
mayor en A que en B. En ese mundo imaginario, como es lógico, A exporta energía
a B. Pero en el mundo real, que a veces se parece al mundo del revés, A es
Argentina y B es Uruguay, y Uruguay es exportador neto de energía hacia nuestro
país.
En un mundo que se enfrenta a
desafíos ambientales y económicos cada vez más apremiantes, la búsqueda de
fuentes de energía sostenibles se ha convertido en una prioridad global. En
América Latina, algunos países han tomado la delantera en el desarrollo de
energías renovables, y un ejemplo que merece especial atención es la República
Oriental del Uruguay. En este contexto, Entre Ríos se encuentra frente a una
oportunidad única para desarrollar su propio potencial energético y seguir un camino
similar a su vecino del este.
Uruguay ha sido elogiado internacionalmente
por su audaz transformación en el sector energético. Durante la última década,
el país ha aumentado significativamente su capacidad de generación de energía a
partir de fuentes renovables.
En lo que va del año, con datos
al 19 de Septiembre, Uruguay ha satisfecho su demanda de consumo eléctrico
recurriendo a la energía eólica (38%), hidráulica (24,4%), térmica (10,5%),
biomasa (8,3%), y solar (3,5%). Es especialmente relevante lo concerniente al
desarrollo de la energía hidráulica, la eólica y la originada en la biomasa. Un
15,2% ha sido cubierto con importaciones de energía de Brasil, y un porcentaje
despreciable con energía procedente de la Argentina. Vale decir que casi tres
cuartos del total del consumo eléctrico provino de fuentes renovables propias.
Y tendríamos un porcentaje mayor de renovables en general si consideráramos la participación
de las renovables en esa cuota de energía procedente de Brasil. Uruguay ha sido
en este período exportador neto de energía hacia la Argentina. Recordemos, por
las dudas, que Uruguay no tiene ni los vientos de la Patagonia ni el sol de
Cauchari, en Jujuy. Sí ha tenido políticas públicas consistentes, implementadas
con continuidad en el tiempo, incluso por administraciones de distinto signo
político. Recordemos también que la inversión privada estuvo acompañada de la
permanencia en el ámbito estatal de empresas estratégicas como ANCAP o
UTE.
Una de las claves del éxito de
Uruguay fue su compromiso con la diversificación energética. A través de políticas
gubernamentales sólidas y una visión a largo plazo, el país ha fomentado la
inversión en energías renovables, lo que ha llevado a una reducción de las
emisiones de carbono y a la generación de empleo en el sector.
La inversión en infraestructura
es fundamental para el desarrollo de fuentes de energía renovable. Uruguay ha
construido parques eólicos, plantas solares y de biomasa de gran envergadura,
lo que ha permitido que su capacidad de generación crezca considerablemente.
Uruguay ha aprovechado la cooperación
regional para impulsar su desarrollo energético. La interconexión con Argentina
y Brasil ha permitido la exportación e importación de energía según la demanda,
optimizando el uso de recursos y fortaleciendo la seguridad energética.
Uruguay ha mantenido la
sostenibilidad en el centro de su agenda energética. El país se ha comprometido
a obtener el 100% de su electricidad a partir de fuentes renovables para 2025.
El desarrollo del potencial
energético de Entre Ríos es un desafío apasionante e ineludible. De acuerdo a
la primera ley de la geografía, que nos enseña que las cosas más próximas en el
espacio tienen una relación mayor que las distantes, las condiciones naturales
del Uruguay no deberían ser demasiado diferentes de las nuestras; y tenemos
todavía un enorme potencial de generación de energía desaprovechado.
Obviamente, Entre Ríos no es un país; es una provincia autónoma en el marco de
un país federal, que ha carecido lamentablemente en las últimas décadas de
políticas públicas adecuadas para la promoción del desarrollo energético. Está
claro que no somos una isla, dependemos del contexto nacional, pero de todos
modos es posible y necesario encontrar caminos propios para marchar en la
dirección correcta, mientras demandamos a su vez que las políticas nacionales
corrijan los disparates energéticos de los últimos años y la falta de
planificación estratégica en el sector.
Una oportunidad inmensa para
protagonizar una verdadera revolución energética en Entre Ríos radica en la
posibilidad de recuperar recursos provenientes de la explotación de la represa
de Salto Grande, que corresponden a la provincia. Tengamos en cuenta que la
energía generada se paga a sólo el 45% del precio con el que se remunera a la
que produce Yaciretá, y que la energía que ENERSA compra a CAMMESA es 18 veces
más cara que la que CTM vende a CAMMESA. Recuperar regalías y excedentes que
legítimamente le pertenecen a los entrerrianos permitiría poner en marcha,
entre otros ítems, un ambicioso programa de promoción de energías renovables y
de eficiencia energética.
Uruguay nos muestra que es
posible transformar una matriz energética dependiente de los combustibles
fósiles en una impulsada por energías limpias y renovables. Para Entre Ríos,
mirar a su vecino del otro lado del río como ejemplo; sin idealizar,
aprendiendo tanto de los aciertos como de los errores, podría ser una de las claves
para un futuro más próspero y sostenible.-
Publicado en el diario La Calle
el día 24 de Septiembre de 2023.-
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