Por José Antonio Artusi
La figura de Arturo Frondizi es polémica,
controversial, y yo diría difícil de caracterizar como pocas en la historia
argentina. Cada uno tendrá su interpretación. Esta es una parte de la mía.
Arturo Frondizi fue uno de los fundadores del
Movimiento de Intransigencia y Renovación en el seno del radicalismo, uno de
los diputados que junto a Balbín encabezó desde el bloque de los 44 y desde la
presidencia del Comité Nacional de la UCR la corajuda y coherente oposición al
primer peronismo, un dirigente estudioso e innovador que con notable lucidez
escribió el libro "Petróleo y Política", y el primer y único
Presidente de la República en lograr la sanción de una ley que estableciera la
nacionalización de los hidrocarburos, el gran objetivo que no pudo lograr
Hipólito Yrigoyen. Seguramente no fue el único en tener alguna responsabilidad
en la división del radicalismo en 1958, pero hoy cabe reflexionar acerca cuantos
males podrían haberse evitado si no hubiera mediado ese trágico cisma que dio
origen y vida efímera a la UCR Intransigente y a la UCR del Pueblo. Sobre todo
porque no fue sólo el radicalismo el que se partió al medio, sino su sector más
lúcido, innovador y progresista, como era el MIR, privando al partido y al país
de una formidable herramienta de transformación.
Es un lugar común sostener que Frondizi dijo
una cosa en “Petróleo y política” e hizo otra diametralmente opuesta cuando fue
Presidente. Sin embargo, un análisis profundo de los hechos relativiza bastante
o directamente refuta esta aseveración. La ley de hidrocarburos de Frondizi fue
la única que nacionalizó el petróleo, como querían Yrigoyen y Mosconi, aunque
no pudieron lograrlo. Los otros dos grandes pilares de esa ley, derogada de
facto por Onganía, eran la prohibición de las concesiones petroleras y el rol estratégico
de la empresa YPF. La UCRI avaló la ley, y la UCRP lo hizo parcialmente, manifestándose
a favor de la provincialización de los recursos. Las diferencias que
sobrevinieron luego, con la anulación de los contratos por parte del Presidente
Arturo Illia, no fueron en torno a la cuestión central - esto es si el petróleo
es o no un bien nacional - si no que estuvieron relacionadas con diferencias de
interpretación a la hora de caracterizar dichos contratos. La ley de Frondizi,
una excelente ley, establecía con buen criterio que se prohibían las
concesiones, y que las empresas privadas podían participar en la explotación de
yacimientos a través de contratos de explotación; y al Presidente Illia jamás
se le ocurrió dar marcha atrás con esa norma. Lo que el gobierno de Illia
sostuvo en aquel momento es que los contratos de Frondizi eran concesiones
encubiertas, y que por lo tanto debían anularse. Visto a la luz de lo que vino
después, parece una discusión menor acerca de detalles, aunque haya pasado a la
Historia como una contradicción fundamental insalvable. Como tantas veces, el
árbol ocultó el bosque. Luego la dictadura de Onganía derogó por decreto la ley
de Frondizi, y si bien mantuvo el dominio nacional introdujo la nefasta
posibilidad de las concesiones. Lo demás es historia más reciente. En la
Convención del 94, sin que ello genere demasiados debates en los partidos
mayoritarios, se volvió a la tesis de la seudo provincialización de los
recursos naturales, y de ese modo abrimos la puerta a un proceso que sólo
encubrió la entrega, privatización, extranjerización y saqueo de nuestros
recursos hidrocarburíferos.
El busto que rinde un merecido homenaje a su
memoria desde la semana pasada en la Plaza Ramírez de Concepción del Uruguay
nos invita a reflexionar sin prejuicios acerca del valioso legado de las ideas
de Arturo Frondizi. Con sus aciertos y errores, con sus luces y sombras, su
trayectoria nos interpela para obtener de la Historia enseñanzas que nos sirvan
para comprender el presente y para construir juntos un futuro mejor.-
Publicado en el diario La Calle el día 19 de Diciembre de 2021.-
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