jueves, 30 de junio de 2022

EL CRIMEN DE LA POBREZA

Por José Antonio Artusi

Henry George pronunció en 1885 una conferencia que fue publicada con el título “El crimen de la miseria”. En esa ocasión sostuvo que “… la miseria es un crimen… que la miseria es un mal, el más acerbo de los males, todos lo sabemos. Carlyle tenía razón al decir que el infierno que más espanta a los ingleses es el infierno de la miseria… El mal derivado de la miseria no se limita a los pobres únicamente; circula a través de todas las clases, aún de las muy ricas”.

Niveles altos de pobreza persistente como los que tenemos en la Argentina hacen imposible que quienes la sufren puedan desplegar libremente su potencial humano, y ofrecen un obstáculo poderoso para que sus derechos políticos y sociales puedan ejercerse en plenitud. Quienes no tienen garantizado cotidianamente lo mínimo para vivir de manera digna son presa fácil de demagogos y populistas, que aprovechan sus impostergables necesidades para convertirlos en prisioneros de prácticas clientelares basadas en el intercambio de dádivas y favores por apoyo político. Los niños pobres sufren especialmente las consecuencias de su privación de derechos; son los que acceden a peores condiciones de educación y salud, y quedan en situaciones muy desventajosas para encontrar cuando sean adultos oportunidades de movilidad social ascendente a través del trabajo. Sarmiento lo vislumbró claramente, cuando señaló que “lo primero que debe atenderse en todo el país es a proporcionar a la clase más numerosa y menos acomodada los medios de llenar sus primeras necesidades y particularmente aquellas que tienen directa influencia sobre la higiene y la salud”. Moisés Lebensohn, ya en el siglo XX, nos enseñó de manera elocuente que “la existencia de cada ser humano depende de la condición económica de su hogar. Es necesario que termine la inicua injusticia que marca una trayectoria de desigualdad desde el seno materno, puesto que la existencia del niño que se está gestando en el seno de la madre desnutrida, despojada de protección, que ve la vida con amargura y miedo, no es igual a la existencia del niño que se está gestando en el seno de la madre que mira la vida con alegría, con alborozo y sin temores”.

La pobreza y sus manifestaciones, la exclusión y la segregación social, se concentra en asentamientos humanos cada vez más aislados y degradados, en los que diversos déficits - de empleo, educación, salud, vivienda, seguridad, etc. - se encadenan y retroalimentan en un círculo vicioso de reproducción del hábitat de la pobreza.         

El crecimiento de la pobreza en Argentina no es producto de una maldición divina ni de una oscura conspiración de fuerzas malévolas extranjeras. Es producto de políticas públicas desacertadas, acumuladas a lo largo de décadas. Los pobres son víctimas, sobre todo, de las acciones de aquellos que los adulan con consignas falaces y los distraen con enemigos imaginarios para ocultar su verdadero rostro, el de la postergación sistemática de las respuestas a las necesidades de los más desposeídos. Algunos datos sirven como ejemplo para constatarlo: En 2021 el programa Previaje, o sea subsidios a las clases medias y altas para viajes turísticos recibió más fondos que el FISU (Fondo para la Integración Socio Urbana), destinado a la urbanización de villas y asentamientos informales. Entre 2010 y 2021 hubo sólo 4 años en los que el gasto social total superó el gasto en subsidios energéticos: 2017, 2018, 2019 y 2020. En los demás, el gasto en subsidiar el despilfarro energético a los que pueden hacerlo insumió más recursos que el gasto destinado a mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables. Paradojas de una sociedad que parecería disfrutar engañándose a ella misma.      

Tenemos una matriz tributaria basada en impuestos regresivos y distorsivos que gravan el consumo y desalientan el trabajo, la inversión y las exportaciones, con las consecuencias lógicas en las dificultades para generar empleo genuino.  Y tenemos además políticas sociales absurdas, basadas en una bizarra superposición de subsidios focalizados y condicionales que generan dependencia y clientelismo, y que no promueven condiciones para el ascenso social porque, entre otras razones,  caen en la “trampa de la pobreza”, o sea desalientan a sus beneficiarios a trabajar y progresar. Y tenemos a su vez un sistema de salud injusto e ineficiente, que discrimina y condena a los que menos tienen. Si le sumamos la crisis del sistema educativo y su cada vez mayor segregación por estratos sociales tenemos la tormenta perfecta.

Necesitamos ordenar la economía y crecer, obviamente; son condiciones necesarias, pero no suficientes. Necesitamos también una profunda reforma de nuestro sistema impositivo y de las políticas sociales, asignar mejor los recursos, y transformar las políticas públicas que deberían brindan universalmente educación y salud de excelencia para todos.       

Si la pobreza realmente nos preocupa en serio deberíamos ocuparnos, teniendo en claro al menos tres premisas fundamentales: 

La pobreza estructural es incompatible con la democracia genuina y con el desarrollo sostenible.

La pobreza no es un fenómeno natural, es una consecuencia de nuestra deficiente organización social, y por lo tanto puede y debe revertirse.

La lucha contra la pobreza debería ser la prioridad número uno del próximo gobierno nacional.


Publicado en el diario La Calle el día 26 de Junio de 2022.- 

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jueves, 23 de junio de 2022

ARTIGAS

Por José Antonio Artusi

José Artigas nació en Montevideo el 19 de Junio de 1764 y murió en Paraguay el 23 de Septiembre de 1850. Su figura nos sigue interpelando y desafiando, y nos motiva a buscar nuevas interpretaciones acerca del significado profundo y verdadero de sus ideas y de sus acciones. Incomprendido muchas veces por propios y extraños, en vida y tras su partida, Artigas nos dejó un legado que es preciso explorar y desentrañar con detenimiento, sacándolo del lugar cómodo y protocolar de las meras efemérides. El devenir histórico, en alguna medida sus errores, en parte los de sus aliados y de sus enemigos - que a veces convivieron en las mismas personas - quisieron que sus últimas actuaciones públicas fueran derrotas y fracasos, a los que siguió el retiro en Paraguay.

Como bien señala Félix Luna en “Los Caudillos”, “una elemental cortesía rioplatense ha evitado que la historiografía liberal de este lado del estuario haya proseguido lanzando contra Artigas las invectivas que inauguraron Mitre y López. Los uruguayos han inferido a Artigas la condición de héroe nacional y eso reviste al caudillo oriental de una suerte de inmunidad póstuma… Sin embargo, aunque su tranquilizadora profesión de héroe nacional lo salve del destino que corrieron otros caudillos de su laya, es difícil encontrar en nuestros historiadores académicos el cabal reconocimiento de las dimensiones del Protector de los Pueblos Libres, en verdad excepcionales. Porque fue, realmente, el fundador del federalismo rioplatense, estuvo infundido por una obsesión emancipadora que lo aparea con San Martín o Bolívar y pasó con dignidad la prueba suprema del infortunio, que es la definitiva piedra de toque para evaluar la calidad humana de los conductores de pueblos.” La conversión de Artigas en el héroe nacional de un país hermano tuvo para nosotros un doble efecto; por un lado, la “elemental cortesía” de buenos vecinos lo salvó de la descalificación y los improperios, pero por otro lado lo perdimos un poco como un prócer propio, que lo fue, en grado superlativo. Félix Luna lo expresa de esta manera: “No debe extrañar la inclusión de Artigas en esta corta galería de caudillos argentinos. Toda su lucha estuvo enmarcada en el contexto nacional, del que jamás quiso salir… la actitud de Artigas no fue nunca separatista – mal que pese a los autores de su leyenda negra – ni aceptó los ofrecimientos que se le hicieron para constituir la Banda Oriental en una entidad nacional independiente… no podemos sentir como sentir como ajeno a este oriental eminente…”.   

Artigas defendió con inusual lucidez y coherencia las ideas más progresistas de la etapa inicial de nuestra vida como nación independiente, y están magníficamente resumidas en las Instrucciones del año 13: independencia absoluta de la Corona española, organización constitucional, federalismo, libertad civil y religiosa, igualdad, sistema republicano y división de poderes, libertad de navegación y habilitación de puertos, libertad de comercio y eliminación de aduanas interiores, instalación de la capital federal fuera de Buenos Aires. Todas estas ideas, hasta la última, intentada sin éxito por Alfonsín, mantienen plena vigencia. 

Pero el ideario de Artigas es mucho más rico y complejo del que se puede inferir de las célebres y no escuchadas “Instrucciones”. Artigas entendió con notable anticipación el problema del acceso a la tierra, y vio claramente la necesidad de acompañar las transformaciones políticas y la constitución de un nuevo sistema institucional con un cambio profundo en las estructuras económicas y sociales, de modo tal de lograr – en sus propias palabras – “que los más infelices sean los más privilegiados” y que de ese modo se den las condiciones materiales para el ejercicio efectivo de la libertad y la soberanía popular, a la que se refería con elocuencia al decir “para mí no hay nada más sagrado que la voluntad de los pueblos”. Es admirable como esas ideas de avanzada impregnaron la conciencia de un hombre que no tuvo acceso a formación académica. Podemos hallar una clave interpretativa en la lectura, entre otros pocos textos, de algunos de los libros de Thomas Paine, revolucionario republicano inglés que participó activamente en el proceso independista de los Estados Unidos. En “Artigas y el Congreso de los Pueblos Libres” Bernardo Salduna sostiene que “es evidente, y así lo señalan los principales autores que han estudiado la trayectoria artiguista, que el pensamiento de Thomas Paine no sólo era conocido por Artigas, sino que influyó notablemente en su obra y proyectos institucionales”.     

A la vez, comprendió también, paradójicamente como Sarmiento – que con Artigas incurrió en una  tremenda equivocación e injusticia -  que la educación popular era otro de los requisitos ineludibles de una democracia verdadera. Algunas de sus frases y muchas de sus acciones lo atestiguan: “Sean los orientales tan ilustrados como valientes”; “Formemos ciudadanos capaces de honrar el decoro de un gobierno que, siendo justo en sus principios, debe igualmente serlo en sus resultados”; “Para mí es muy satisfactorio que los paisanos desplieguen sus conocimientos y den honor a su país”.

Vivo en la calle Artigas y me gusta que así sea. A pocas cuadras cambia de nombre, y pasa a llamarse Supremo Entrerriano, por Ramírez. Es un doloroso pero a la vez útil recordatorio de lo perjudicial que pueden resultar a veces la desinteligencias entre dirigentes que se enfrentan sin saber distinguir las contradicciones fundamentales de las accesorias.

A 258 años de su muerte renovemos el homenaje a Artigas, procurando que sus enseñanzas y su ejemplo nos sirvan no sólo para entender mejor el pasado sino iluminar el camino del porvenir.-       


Publicado en el diario La Calle el día 19 de Junio de 2022.- 


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lunes, 13 de junio de 2022

HIPÓLITO YRIGOYEN

Por Ramiro Pereira y José Antonio Artusi

En los tiempos en que la Argentina se encontraba estrenando el voto universal, secreto y obligatorio sancionado por la reforma electoral conocida como Ley Sáenz Peña, en el noroeste argentino se podía escuchar, brotando del pueblo llano, un canto que en sus simples estrofas daba cuenta de las implicancias revolucionarias de la adopción en la práctica de la soberanía popular como criterio legitimante de los poderes públicos: “En el cuarto oscuro, vidalita, no manda el patrón. En el cuarto oscuro, vidalita, cada ciudadano, tiene su opinión”. Y es que Hipólito Yrigoyen no fue sólo el primer presidente de la Nación elegido por el pueblo en comicios democráticos, sino el líder que organizó desde el llano la lucha por la pureza del sufragio a través de la abstención electoral y la revolución armada, presionando a los poderes constituidos hasta conseguir el reconocimiento de la personería política del pueblo. Esto último, al decir del legislador socialista Nicolás Repetto en su discurso de homenaje pronunciado el 5 de julio de 1933 en el recinto de la Cámara de Diputados de la Nación, basta para asegurarle a Yrigoyen “un puesto señalado y definitivo en la historia argentina” puesto que “contribuyó a derrocar el régimen de las viejas oligarquías e inauguró el primer gobierno verdaderamente democrático del país”. Este reconocimiento realizado por duros adversarios de Yrigoyen, a quien tachaban como expresión de la política criolla, da cuenta del enorme avance que experimentó el país en la segunda década del siglo pasado, cuando tras la organización institucional acontecida entre 1853 y 1880, la laicización de la vida privada y el despliegue de los resultados del proyecto educativo plasmado en la ley 1420, el pueblo deja de ser gobernado para gobernarse a sí mismo, y se efectúa el tránsito de una República de notables a una Republica verdadera.

Sobrino de Leandro Alem, tuvo activa participación en la constitución de la Unión Cívica -primer partido político moderno de la Argentina- y en la Revolución del ’90, cuya Junta Revolucionaria integró como jefe de policía del gobierno provisorio presidido por su tío. Vencida la Revolución del parque y caído el gobierno de Juárez Celman, en 1891 organiza y preside el Comité de la Unión Cívica de la Provincia de Buenos Aires, desde el cual constituirá la formidable estructura política que fue durante décadas el partido radical de aquella provincia, y desde la cual jaqueó al gobierno nacional en la revolución de 1893. No es este el ámbito mas apropiado para ensalzar la estrategia en la oposición del líder de un partido, que por otra parte es el mismo que el nuestro. Sí en cambio, corresponde resaltar la importancia que revisten en nuestras sociedades los liderazgos políticos, que sirven para orientar y canalizar en fuerzas orgánicas las opiniones, esperanzas y voluntades, transformándolas en acción constructiva en pos de objetivos que trascienden el mero oportunismo personal o de facción. La intransigente abstención revolucionaria durante largos años redundó finalmente en el compromiso de la fracción política encabezada por Roque Saenz Peña de “mejorar los hábitos políticos”, decisión en la que debió pesar la visión de una nación cambiante en su morfología social por el constante influjo de la inmigración proveniente del continente europeo y el temor ante la presencia de un movimiento obrero organizado en Buenos Aires. La república de notables acordaba, a partir de una de sus personalidades más lúcidas, adoptar mecanismos electorales transparentes. Yrigoyen probablemente haya sido la contracara del elemento mercantilista de la élite política que –con mucha amplitud- se ha dado en llamar generación del ’80, aunque el mismo Yrigoyen era un liberal, en términos del liberalismo político que en nuestro país gozó de fuerza y vigor incontrastable, al menos, hasta entrada la década del ’20, en que comienza a pregonarse la hora de la espada. Lo distintivo de la concepción política de Yrigoyen, es la inescindibilidad entre ética y política en la que se funda el rechazo al elemento sensual que habita el poder. Y esta concepción no es la de un teórico sino la de un líder político con gran criterio práctico y claras virtudes organizativas.

Yrigoyen es además, uno de los más lúcidos pioneros en proponer una concepción igualitarista y republicana, de lo que hoy denominaríamos “democracia social”. En elocuente y poética expresión, dirá Yrigoyen que “la democracia no consiste sólo en la garantía de la libertad política: entraña a la vez la posibilidad para todos de poder alcanzar un mínimum de felicidad siquiera”. Es obvio que para Yrigoyen la democracia no se agota en la posibilidad del sufragio libre, sino que requiere a su vez, para ser plena, la presencia de condiciones materiales para la libertad.

Tras largos años de abstención, revolución y conspiración, la reforma electoral establecida en 1912 termina por hacer concurrir a las urnas a su partido, y en 1916 el voto popular lo lleva a la presidencia de la Nación a los 64 años. Sus dos presidencias estuvieron marcadas por momentos críticos en el orden mundial que afectaron con fuerza la economía argentina: su primera presidencia por la primera guerra mundial y la segunda por la crisis mundial del capitalismo tras el crack de la Bolsa de New York. Sin querer ahondar sobre su magna obra de gobierno en estas breves consideraciones, queremos destacar el apoyo brindado a la educación pública, laica, gratuita y obligatoria, a la Reforma Universitaria y la creación de la Universidad Nacional del Litoral, la intervención estatal a favor de los trabajadores en los conflictos con el sector patronal, propuestas de legislación laboral y agraria, la defensa de la soberanía nacional; el retiro de la sociedad de las naciones por considerar que la paz no puede asentarse sobre el derecho de los vencedores, la creación y consolidación de YPF, de la mano del Gral. Ing. Enrique Mosconi, ratificada y continuada por Marcelo T. de Alvear, su acción política ferroviaria y Huaytiquina. Y en su segunda presidencia, el plan de nacionalización del petróleo, por considerarlo un bien estratégico que debía estar, en manos del Estado nacional, al servicio de la autodeterminación para el desarrollo. El golpe de estado del 6 de septiembre de 1930 no fue sólo el derrocamiento de Yrigoyen, sino la interrupción de la vida política en el marco de la Constitución Nacional. La falta de convicción democrática de las fuerzas conservadoras precipitaron el levantamiento militar y su éxito. Muchos años después el dirigente conservador cordobés José Aguirre Cámara pudo decir que en “el año 1930, para salvar al país del desorden y del desgobierno, no necesitamos sacar a las tropas de los cuarteles y enseñar al ejército el peligroso camino de los golpes de Estado. Pudimos dentro de la ley, resolver la crisis. No lo hicimos, apartándonos de las grandes enseñanzas de los próceres conservadores, por precipitación, por incontinencia partidaria, por olvido de la experiencia histórica, por sensualidad de poder”. La república verdadera entre 1916 y 1930 había terminado y aguardaba a la Argentina medio siglo de péndulo cívico militar. Detenido y llevado preso a Martín Garcia, Yrigoyen rebatió una por una las imputaciones calumniosas que se le hicieran. La muerte lo encontró en su austera casa de calle Brasil, esa casita del sur, que decía el joven Borges, “es un lugar que tiene clima de Patria…”.-  

Publicado en el diario La Calle el día 12 de Junio de 2022.-  


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jueves, 9 de junio de 2022

ADAM SMITH

Por José Antonio Artusi

Se cumplen 299 años del nacimiento de Adam Smith. Nació en Kirkcaldy, Escocia, el 5 de junio de 1723 y murió en Edimburgo el 17 de julio de 1790. Es considerado el padre de la economía clásica y uno de los más influyentes pensadores de Occidente. Es conocido sobre todo por su obra titulada “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, publicada en 1776, el mismo año de la creación del Virreinato del río de la Plata en América del Sur y de la declaración de la independencia de Estados Unidos en América del Norte.   

Adam Smith fue el intelectual que aportó rigor científico a las indagaciones de sus predecesores, los economistas fisiócratas, y el defensor de un liberalismo doctrinario que no se agotaba en el plano económico. Representó en ese sentido cabalmente la vocación transformadora y revolucionaria de los sectores progresistas de la burguesía capitalista de su época, opuesta al antiguo régimen feudal.

Adam Smith es seguramente más conocido por lo que se ha dicho de él, en un sentido u otro, que por sus propias expresiones. En un momento en el que en la Argentina el término “liberal” no conlleva tanta connotación negativa como hasta hace algunos años, pero a la vez en que conservadorismo y liberalismo aparecen un tanto mezclados, quizás convenga recordar a Adam Smith con sus propias palabras, que podrían sorprender a algunos:

“No puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son pobres y desdichados”.

“La ciencia es el gran antídoto contra el veneno del entusiasmo y la superstición”.

“Tan pronto como la tierra se ha convertido en una propiedad privada, el terrateniente exige una parte de casi todos los productos que el trabajador pueda producir o recoger en ella”.

“Es injusto que toda la sociedad contribuya a un gasto cuyo beneficio se limita a una parte de la sociedad”.

“Es una grandísima impertinencia y presunción de reyes y ministros el pretender vigilar la economía privada de los ciudadanos y restringir sus gastos”.

“Los comerciantes del mismo rubro rara vez se reúnen, incluso para entretenimiento y diversión, pero la conversación termina en una conspiración contra el público, o en alguna estratagema para aumentar los precios”.

“Esta disposición a admirar, y casi a idolatrar, a los ricos y poderosos, y a despreciar o, como mínimo, ignorar a las personas pobres y de condición humilde es la principal y más extendida causa de corrupción de nuestros sentimientos morales”.

“La gran multiplicación de la producción de todos los diversos oficios, derivada de la división del trabajo, da lugar, en una sociedad bien gobernada, a esa riqueza universal que se extiende hasta las clases más bajas del pueblo”.

“Donde quiera que haya una gran propiedad, hay una gran desigualdad”.

“Un jardinero que cultiva su propio jardín, con sus propias manos, une en su persona los tres personajes, de propietario, agricultor y obrero. Su producción, por lo tanto, debe rendirle la renta del primero, la ganancia del segundo y el salario del tercero”.

“La renta de la tierra, por lo tanto, considerada como el precio que se paga por su uso, es naturalmente un precio de monopolio. No guarda relación alguna con lo que el dueño de la tierra pueda haber invertido en mejorarla, o con lo que pueda permitirse aceptar, sino con lo que el granjero pueda permitirse pagar”.    

“Aún cuando el Estado no obtuviese ventaja de la instrucción de las clases inferiores del pueblo, merecería su atención al propósito de lograr que no fuesen del todo ignorantes; pero nadie duda que saca además considerables ventajas de la instrucción de aquellas gentes. Cuanto más instruidas están, menos expuestas se hallarán a las desilusiones traídas por la ligereza y la superstición, que frecuentemente ocasionan los más terribles trastornos entre las naciones ignorantes”.

“El interés de los empresarios en cualquier rama concreta del comercio o la industria es siempre en algunos aspectos diferente del interés común, y a veces su opuesto”. 

“Todo para nosotros y nada para los demás parece haber sido la máxima abominable de los amos de la humanidad en todas las edades del mundo”.

“Un impuesto sobre la renta de los solares no elevaría la renta de las casas. Incidiría totalmente sobre el propietario, que siempre actúa como un monopolista y extrae la renta máxima que puede obtenerse por el uso de su suelo. Se obtendrá por él más o menos según los competidores sean ricos o pobres.”

Cada vez que discutimos problemas tan contemporáneos y acuciantes como una reforma tributaria, las retenciones a las exportaciones, o la ley de alquileres, la vigencia de algunas de las ideas de Adam Smith se evidencia de manera contundente. Sobre sus hombros se pararon posteriormente otros gigantes como David Ricardo o Henry George para ver más lejos. Hoy “La riqueza de las naciones” se puede leer gratis en internet; a 299 años de su nacimiento Adam Smith sigue teniendo cosas interesantes para decirnos.-   


Publicado en el diario La Calle el día 5 de Junio de 2022.- 

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