lunes, 31 de julio de 2023

UNA PROVINCIA QUE RECAUDA MAL Y GASTA CADA VEZ PEOR (II)


Por José Antonio Artusi

El 21 de Noviembre de 2021 La Calle publicó un artículo de mi autoría titulado “Una provincia que recauda mal y gasta cada vez peor”.

Lo que sigue es una transcripción casi literal de aquel artículo, actualizando algunas cifras y agregando algunos comentarios. Las conclusiones son las mismas.

Los datos publicados en la página oficial de la Provincia de Entre Ríos referidos a la ejecución presupuestaria del ejercicio 2022 y los de recaudación del primer semestre de 2023 nos permiten hacer algunos análisis y consideraciones que confirman, lamentablemente, algo que no constituye ninguna novedad: Entre Ríos es una provincia que recauda mal y gasta cada vez peor.

Uno de los datos novedosos que surge de los mencionados informes, y de anteriores, es el insólito superávit que exhiben las cuentas públicas del fisco entrerriano en los últimos tres ejercicios, tras una década de déficits constantes. Se arribó a un resultado final para el Ejercicio 2020 superavitario en $ 6.904 millones, para el Ejercicio 2.021 superavitario en $ 22.369 millones, y para el Ejercicio 2022 superavitario en $ 41.214 millones.

Este superávit es mentiroso porque se explica, entre otros factores, por el atraso salarial del sector público provincial y por la crónica subejecución de la inversión en obra pública y bienes de capital. Ambos tendrán consecuencias gravosas y repercutirán negativamente, afectando las posibilidades de emprender un camino de crecimiento y desarrollo sostenible.

Veamos la cada vez menor incidencia de la inversión real directa en el total del gasto público provincial. El gasto en “Construcciones” representó en el año 2022 solamente el 3,53% del gasto total. Se ejecutó sólo el 36% de lo presupuestado en ese ítem. La participación del rubro Construcciones en el gasto total presenta una tendencia decreciente desde 2015, cuando superó el 5%. En el rubro “Maquinaria y equipos” el panorama es similar. En 2022 se ejecutó sólo el 32,92% de lo presupuestado y esto representó apenas el 0,29% del gasto total. La provincia de Entre Ríos invierte cada vez menos en obra pública y en maquinaria y equipos, lo dicen datos oficiales. Y la tendencia es claramente decreciente.

Por el lado de la recaudación el panorama no es menos deprimente. El impuesto a los ingresos brutos, el más regresivo y distorsivo de todos, representó en 2020 el 63,77% de la recaudación de impuestos provinciales, el 65,10% en 2021, el 70,52% en 2022 y el 71,68% en el primer semestre de 2023. Desde hace años, la incidencia de esta gabela medieval en la recaudación propia muestra una tendencia a aumentar. Por otro lado, el impuesto inmobiliario, que en palabras del Premio Nobel de Economía William Vickrey es, “económicamente hablando, la combinación de uno de los peores impuestos, la parte que se deriva de las mejoras a un bien inmueble… y uno de los mejores, el impuesto a la tierra o al valor de un lugar”, viene teniendo, por el contrario, una tendencia decreciente en la composición de los ingresos tributarios provinciales, desde el 20% en 2015 al 12% en 2022 y el 10% en el primer semestre de 2023. Vale decir que la matriz tributaria provincia es cada vez más inadecuada a los requerimientos del desarrollo equitativo y sostenible.          

Urge diseñar e implementar reformas profundas, de raíz. Una reforma tributaria, para recaudar bien, sin ahogar las fuerzas productivas ni castigar el trabajo, y una reforma del Estado, para lograr una administración pública capaz de invertir recursos con eficacia y eficiencia en pos del desarrollo y la prosperidad de los entrerrianos. Tenemos un Estado que asfixia a los contribuyentes con malos impuestos, y que por otra parte no brinda a la sociedad ni las inversiones en infraestructura necesarias para el desarrollo ni los servicios esenciales que una sociedad democrática, equitativa, integrada y moderna necesita para mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Haríamos bien, todos, en no rehuir ese imprescindible debate. La pandemia y la crisis sólo han hecho más evidentes una serie de problemas estructurales que vienen de mucho antes. El desafío es tomar esta crisis como oportunidad para reconocer las causas de esos problemas y avanzar sin demagogia en el logro de amplios acuerdos para comenzar a solucionarlos. Pretender que podemos seguir así, postergando indefinidamente las soluciones de fondo, sólo profundizará el atraso y la pérdida de oportunidades.-

 

Publicado en el diario La Calle el día 30 de Julio de 2023.-

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jueves, 27 de julio de 2023

GABINO EZEIZA

Por José Antonio Artusi

Se celebra hoy en la República Argentina el Día Nacional del Payador. La efeméride proviene de conmemorar el histórico contrapunto entre el payador argentino Gabino Ezeiza y el oriental Juan de Nava, que tuvo lugar en Paysandú el 23 de Julio de 1884, y está instituido oficialmente desde 1992 por la ley nacional 14.120. En esa ocasión Gabino Ezeiza improvisó la obra que sería recordada como “Saludo a Paysandú”, con la que se consagró ganador del duelo.

El historiador Diego Barovero nos recuerda que “la payada es un arte poético musical que pertenece a la cultura hispánica y que tuvo un enorme desarrollo en Sudamérica, sobre todo en Argentina, sur de Brasil, Uruguay y parte de Paraguay. En ella, una persona, el payador, improvisa reflexiones casi filosóficas en un breve instante, acompañado de su guitarra y con rima improvisada. Cuando la payada es a dúo, se denomina contrapunto y toma la forma de un duelo cantado. En el contrapunto, cada payador responde las preguntas de su contrincante y luego pregunta del mismo modo. Pueden durar horas ya que el final se da cuando uno de los cantantes no puede responder rápidamente a la pregunta de su contrincante… Gabino, de ascendencia negra, nació en el barrio porteño de Monserrat el 3 de febrero de 1858 (aunque según información del payador Juan Di Santo la fecha de nacimiento fue el 19 de febrero) y vivió en el barrio de Floresta hasta el día de su muerte el 12 de octubre de 1916, horas antes que asumiera la Presidencia de la Nación el doctor Hipólito Yrigoyen. Gabino – al igual que otro payador radical, José Betinotti cuya vida y trayectoria fue admirablemente retratada por Homero Manzi en el film "El último payador" – adhirió desde muy joven a la causa de la Unión Cívica Radical, dedicando composiciones tanto al partido como a su numen inspirador y fundador: el doctor Leandro Alem. Ese 12 de octubre, Yrigoyen mientras se preparaba para asumir la primera magistratura de la República por el voto libre de sus conciudadanos luego de 25 años de lucha, al anoticiarse del deceso dijo apesadumbrado “Pobre Gabino, él sirvió!". Su retrato integra la galería de figuras del arte popular argentino en las paredes del Café de los Angelitos, que fuera inmortalizado como “bar de Gabino y Cazón” en el tango homónimo”.

Gabino Ezeiza recorrió los campos y las ciudades, participando en payadas y festivales criollos, donde cautivaba al público con su voz melodiosa y su destreza en las coplas improvisadas. Fue un verdadero maestro en el arte de la improvisación, con versos llenos de ingenio y sentimiento, lo que le permitía abordar diversos temas como el amor, la política y las injusticias sociales, convirtiéndolo en una voz respetada.

Sus composiciones han sido interpretadas y versionadas por numerosos músicos, entre ellos Carlos Gardel, manteniendo viva la tradición del canto improvisado en la cultura argentina.

El Día del Payador es una oportunidad para recordar y valorar a figuras como Gabino Ezeiza, quienes con su talento y pasión han enriquecido la cultura argentina. La improvisación, la poesía y la música siguen siendo una forma de expresión única que trasciende barreras.  

En cada verso improvisado, en cada melodía entonada, su espíritu sigue vivo, recordándonos la importancia de mantener viva nuestra identidad y nuestras raíces.-

 

Publicado en el diario La Calle el día 23 de Julio de 2023.-

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lunes, 17 de julio de 2023

URQUIZA, LA INMIGRACIÓN, Y LO QUE FALTÓ (Y SEGUIMOS NECESITANDO)


Por José Antonio Artusi

Se cumplieron el 2 de Julio 166 años de la fundación de la Colonia San José por parte de Justo José de Urquiza, quien designó a Alejo Peyret como su administrador. Como Villa Urquiza en la costa del Paraná, Esperanza en Santa Fe o Chivilcoy en Buenos Aires, San José es tanto un símbolo de la Argentina que fue como de la que pudimos tener y no tuvimos. La de inmigrantes que encontraron en estas tierras una oportunidad de prosperidad y movilidad social ascendente, y que se integraron armoniosa y pacíficamente con criollos y entre sí, sin conflictos étnicos ni religiosos. Pero también de la Argentina que en algún momento ya no fue tan atractiva, que dejó de recibir inmigrantes, y que incluso en este momento ve con dolor el fenómeno opuesto, el de los descendientes de esos inmigrantes que buscan mejores horizontes fuera de nuestras fronteras.    

Respondiendo a la generosa convocatoria del preámbulo de nuestra Constitución Nacional, muchos de nuestros abuelos, bisabuelos o tatarabuelos vinieron y encontraron aquí libertad, igualdad, y educación pública gratuita y laica. Pero además tuvieron acceso a abundante tierra barata y por ende salarios altos. Cuando se acabó la tierra barata y primó la especulación, con el proceso de urbanización y expansión de la frontera agrícola, los inmigrantes dejaron de venir e incluso muchos se volvieron a Europa. Pero pudo haber sido de otra forma. Ahí estuvo la gran asignatura pendiente de la generación del 80. Lo explica magistralmente el profesor Eduardo Conesa en su libro “Economía Política Argentina”, bajo el título “La omisión de un impuesto liberal a la tierra libre de mejoras”:

“Después de tantos elogios que hemos brindado a la generación argentina de 1880 cabe hacer una importante crítica. Ya en 1817 el gran economista clásico liberal inglés David Ricardo había señalado que el mejor impuesto que el Estado debería establecer para favorecer el progreso general de toda la nación tendría que ser “el impuesto al valor venal de la tierra libre de mejoras”. Esto significaba valorizar cada parcela de tierra individual como si estuviese pelada…, pero, por supuesto, computando el mayor valor de la tierra proveniente de los mismos ferrocarriles, los caminos de acceso, y las cercanías a ciudades o puertos, etc… todos ellos factores externos al predio de que se trate pero que, evidentemente, aumentarían considerablemente su valor. La Argentina en 1880 tenía un inmenso territorio despoblado donde cada parcela de tierra tenía un valor casi nulo porque esa tierra era demasiado abundante, inaccesible y hasta peligrosa… Pero con la construcción de ferrocarriles y puertos, la tierra pasó de valer un centavo por legua cuadrada a centuplicar y a multiplicar por millones su valor… Cuando a partir de 1900 comenzaron a llegar crecientes cantidades de inmigrantes deseosos de trabajar la tierra, se encontraron con que ya era cara y sólo podían arrendarla. Ello trajo un resentimiento inútil y lamentable en la sociedad argentina que se materializó, por ejemplo, en el conocido Grito de Alcorta de 1912. Cuarenta años después, ese resentimiento lo capitalizó Perón. Pero este presidente fue incapaz de seguir las ideas de David Ricardo y propiciar un impuesto a la tierra libre de mejoras en todo el país para obligar a los propietarios a trabajarla para poder pagar el impuesto, o, de lo contrario venderla barata a quien la supiera trabajar, y así inducir aumentos en la productividad y al mismo tiempo fomentar la formación de una democracia de millones de pequeños propietarios”.             

Y en términos más generales, Henry George había descripto antes el mismo proceso general, que se dio no sólo en Argentina, en su obra cumbre, “Progreso y Miseria”:

“Donde los valores de la tierra son bajos, salarios e interés son altos, aunque relativamente la producción de riqueza sea pequeña. Vemos esto en los países nuevos… La diferencia no es debida a la naturaleza, sino a que la tierra es más barata. En consecuencia, la renta toma una menor porción… No se requiere una sutil teoría para explicar por qué los salarios son tan altos relativamente a la producción en los países nuevos donde la tierra todavía no está monopolizada. La causa salta a la superficie. Nadie trabajará para otro por menos de lo que pueda ganar empleándose a sí mismo… Es sólo cuando la tierra llega a ser monopolizada, y estas oportunidades naturales están cerradas, que los trabajadores se ven obligados a competir entre ellos por trabajo”. Cabe consignar que todas estas consideraciones hechas a propósito del suelo rural, son también válidas para el suelo urbano. 

Nunca dejemos de reivindicar y de enorgullecernos de lo que la República Argentina hizo con la inmigración. Gloria y loor a Urquiza, Sarmiento, Peyret y tantos otros! Pero el mejor homenaje consistirá en volver a ser un país atractivo para inmigrantes. Tenemos un enorme territorio en general muy poco denso, con enormes posibilidades de desarrollo. Con una buena reforma tributaria se puede lograr. Manos a la obra…

 

Publicado en el diario La Calle el día 16 de Julio de 2023.-

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ALEM Y EL LIBERALISMO

Por José Antonio Artusi

En la historia política de la República Argentina Leandro Alem ocupa un lugar destacado como un defensor de las banderas del liberalismo y un luchador contra el régimen conservador de su época. Alem, fundador de la Unión Cívica Radical en 1891, promovió principios fundamentales del liberalismo político y también del liberalismo económico, en línea con los sabios preceptos de la Constitución Nacional de 1853.  Como liberal republicano y progresista Alem entendió perfectamente que la bandera de la libertad debe flamear siempre al lado de la de la igualdad; y que no deben ser meras formalidades vacías de contenido sino que, por el contrario, todos debemos tener acceso efectivo a ellas, para que no haya, en su propio lenguaje, “desposeídos”. Ni desposeídos de derechos políticos ni desposeídos de las bases económicas y sociales que constituyen las condiciones materiales de la libertad. Es conocida su defensa del sufragio libre y la plena vigencia de las instituciones representativas, así como su reivindicación del federalismo, del municipalismo, y su oposición, antes de la fundación de la UCR, a la federalización de Buenos Aires y a la instalación allí de la capital federal.  Es no tan conocida su defensa de la educación pública, laica, gratuita y obligatoria, durante el gobierno de Roca, que se plasmó en una decidida acción en favor del proyecto que terminó siendo la ley 1420, de educación común. Pero es menos conocida aún su prédica en favor del liberalismo económico, reivindicando el libre cambio y condenando el proteccionismo que beneficiaba a unos pocos empresarios a expensas de los trabajadores más pobres.

Leandro Alem fue un ferviente defensor del libre cambio, una postura que chocaba con el régimen conservador dominante en Argentina en aquel entonces. Alem entendía que el libre comercio fomentaba la competencia, impulsaba la eficiencia económica y permitía a los trabajadores y consumidores acceder a bienes y servicios más baratos. Además, consideraba que el proteccionismo solo favorecía a un pequeño grupo de empresarios privilegiados, en detrimento de la mayoría de los ciudadanos.

Alem denunciaba abiertamente las políticas proteccionistas que promovían los gobiernos conservadores de la época. Estas medidas imponían altos aranceles a las importaciones con el fin de proteger a la incipiente industria local. Sin embargo, según Alem, esto sólo generaba oligopolios y monopolios, limitando la competencia y perjudicando a los trabajadores más pobres. Al restringir el acceso a productos extranjeros más baratos, se encarecían los bienes de consumo básicos, afectando especialmente a los sectores más vulnerables de la sociedad, a los desposeídos.

Si bien la UCR y el partido socialista argentino tenían diferencias ideológicas, hubo ciertas coincidencias en sus primeras etapas. Ambos grupos políticos se opusieron al régimen conservador y compartieron preocupaciones similares en cuanto a la defensa de los trabajadores. Tanto Alem como los primeros líderes socialistas reconocieron la necesidad de luchar contra el proteccionismo y los intereses privilegiados que lo respaldaban, en busca de una mayor justicia social y equidad económica.

Algunas frases de Alem muestran claramente esta faceta de su pensamiento:

"El comercio y la industria no necesitan protección sino libertad."

“¿Es justo, es legal, es equitativo, despojar a la colectividad para que vivan, prosperen y se enriquezcan media docena de industriales?”

“No habrá una sola persona medianamente sensata que nos niegue uno de los efectos de la fijación de los derechos de aduana y la elevación gradual que las tarifas aduaneras ha producido […] la miseria del pobre.”

A su vez, algunas frases de Juan B. Justo, el fundador del Partido Socialista, como ésta por ejemplo, muestran la misma orientación: "El libre cambio económico significa, en esencia, el interés de todos los hombres, sin excepción, pues el proteccionismo es el privilegio de unos cuantos a costa de la masa."

Estas citas de Alem resaltan su defensa del liberalismo económico, su rechazo al proteccionismo y su preocupación por los derechos y el bienestar de los trabajadores. A través de estas frases, se evidencia su lucha por la justicia social y la equidad económica, así como su crítica a las políticas que favorecen a intereses privilegiados en detrimento de las clases trabajadoras. Pero para Alem la libertad es una sola, integral; política, económica, social, religiosa, cultural, y está basada en la inalienable dignidad e igualdad de derechos de todos los seres humanos. Es, por ende, una libertad sustantiva para todos, no una excusa formal o una estratagema argumental para defender intereses oligárquicos. El liberalismo de Alem está por lo tanto tan alejado de la demagogia populista como de las falacias del régimen conservador, justificadoras de privilegios e inequidades.   

A 127 años de su muerte, las ideas de Alem adquieren inusitada vigencia en esta Argentina contemporánea de intereses corporativos y poderosos que obnubilan el debate e intentan por todos los medios vender gato por liebre al amparo de las imposturas del populismo. Y también sirven para mostrar las diferencias del liberalismo genuino con un seudo liberalismo conservador y reaccionario que repite mal las falacias de la escuela económica neoclásica, que se nutre de la bronca de vastos sectores sociales ante los fracasos de las políticas públicas y la crisis del sistema de partidos políticos, y que no vacila en mimetizarse con el integrismo católico o con cierto anarquismo infantil e inconducente.-    

 

Publicado en el diario La Calle el día 9 de Julio de 2023.-  

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martes, 4 de julio de 2023

JEAN JACQUES ROUSSEAU, LA VIGENCIA DE SU PENSAMIENTO

Por José Antonio Artusi

Se cumplen 245 años de la muerte de Jean-Jacques Rousseau, en Ermenonville, el 2 de Julio de 1778. Había nacido el 28 de Junio de 1712 en Ginebra.

En su obra cumbre, “El contrato social”, Rousseau plantea un concepto clave que va a permear profundamente el pensamiento republicano, la necesidad de construir una sociedad en la que nadie sea tan pobre como para ser comprado y que nadie sea tan enormemente rico como para  poder esclavizar a otros.

Nos interesa sobre todo rescatar la vigencia del ideario de Rousseau en relación al aporte que puede hacer hoy a la legitimación y al aumento de la visibilidad y viabilidad política de una idea que está debatiéndose cada vez más en todo el mundo, el ingreso ciudadano o ingreso básico universal. Que en la Argentina sea un tema marginal es una muestra de nuestro subdesarrollo político y decadencia en general.

Según la Red Argentina de Ingreso Ciudadano, la noción es tributaria de otros conceptos que designan a todas aquellas políticas públicas cuyos objetivos sean garantizar ciertas formas de ingreso monetario incondicional a todas las personas. Esto es, un ingreso para cuyo acceso no se requiere ninguna otra condición personal que la de ser ciudadano. Las características de incondicionalidad, universalidad y beneficio monetario, son las que identifican primordialmente a esta propuesta.

El concepto de ingreso ciudadano ha ganado relevancia en los últimos años como una propuesta para abordar la desigualdad económica y social en nuestras sociedades modernas. Si bien esta idea puede parecer nueva, podemos encontrar fundamentos filosóficos que la respaldan en muchísimos pensadores, entre ellos Rousseau, e incluso algunos que lo antecedieron. Las ideas de Rousseau, desde una perspectiva republicana y liberal, pueden servir hoy para justificar la conveniencia y la legitimidad de un ingreso ciudadano.

Rousseau planteó en su obra "El contrato social" la idea que señala que los individuos renuncian a parte de su libertad natural para ingresar a una sociedad organizada, estableciendo un contrato entre ellos. En este contexto, la igualdad de oportunidades es fundamental para asegurar un contrato social legítimo. Un ingreso ciudadano, universal, incondicional, individual, permanente, concebido como un derecho al disfrute igualitario de las rentas de los bienes comunes y no como una dádiva, puede ser visto como un mecanismo para garantizar que todos los ciudadanos tengan un punto de partida igualitario en términos económicos, lo que fortalecería la legitimidad del contrato social.

Rousseau sostenía que la verdadera libertad se encuentra en la autonomía individual, es decir, en la capacidad de cada persona para actuar según su voluntad, sin estar subyugada a la voluntad de otros. Un ingreso ciudadano proporcionaría una base económica mínima que permitiría a los ciudadanos ejercer su autonomía y tomar decisiones libres sobre su vida. Al eliminar la dependencia extrema de la necesidad económica, se fomentaría una mayor igualdad de condiciones para la libertad individual.

Por otra parte, el bien común y la cohesión social son valores fundamentales. Rousseau argumentaba que los ciudadanos deben estar unidos por un interés común y que una sociedad justa se basa en la voluntad general, que busca el beneficio de todos. Un ingreso ciudadano universal puede ser visto como una forma de promover el bienestar común al reducir la pobreza y la exclusión social, lo que a su vez fortalecería la cohesión social y el sentido de pertenencia a la comunidad.

La perspectiva liberal también encuentra resonancia en las ideas de Rousseau. Si bien el liberalismo valora la igualdad de oportunidades, reconoce que no todos los individuos comienzan en la misma posición de partida debido a circunstancias externas. Un ingreso ciudadano podría considerarse como un mecanismo de compensación que busca nivelar el campo de juego y garantizar que todos los ciudadanos tengan la posibilidad de aprovechar las oportunidades disponibles en la sociedad, sin importar su origen socioeconómico ni su lugar de nacimiento.

Philippe Van Parijs, filósofo político belga, ha sido uno de los principales defensores del ingreso ciudadano. En su obra se basa en las nociones de Rousseau para argumentar a favor de un ingreso básico incondicional que garantice a todos los ciudadanos una cantidad suficiente para vivir con dignidad. Según Van Parijs, esto permitiría a las personas tener un verdadero acceso a la libertad y la autonomía, tal como Rousseau lo concibió.

Roberto Gargarella, jurista argentino, ha examinado la relación entre Rousseau y el ingreso ciudadano y argumenta que Rousseau abogaba por una sociedad en la que todos los ciudadanos tuvieran una participación activa en la toma de decisiones políticas y económicas. En este contexto, Gargarella sostiene que un ingreso ciudadano sería un mecanismo para empoderar a los ciudadanos y permitirles ejercer su ciudadanía de manera plena.

Estos autores, entre otros, han explorado las ideas de Rousseau y las han relacionado con la propuesta de un ingreso ciudadano o ingreso básico universal, argumentando que dicha medida puede respaldar los valores de igualdad, libertad y fraternidad que Rousseau defendía en su filosofía política.

A 245 años de su muerte, las ideas de Rousseau nos siguen sirviendo para iluminar la construcción de un mundo mejor.-    


Publicado en el diario La Calle el día 2 de Julio de 2023.- 

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