martes, 31 de octubre de 2023

AMBROSIO ARTUSI *

Por José Antonio Artusi

Agustín Ambrosio Artusi nació en Concepción del Uruguay el 19 de diciembre de 1889. En su partida de nacimiento el nombre asignado es Agustín Ambrosio, pero se lo conoció como Ambrosio, y en documentos oficiales generalmente figura como Ambrosio A. Artusi. Sus padres fueron Pietro Giuseppe Artusi, inmigrante italiano procedente de la pequeña localidad de Introbio (Provincia de Como, Lombardía), y Catalina Tavella, argentina, descendiente de inmigrantes italianos afincados en nuestra ciudad. Fue el mayor de doce hermanos.

Acompañó desde muy joven a su padre en diversas actividades económicas; explotación de montes y fabricación de carbón de leña, actividad naviera, comercio mayorista y explotaciones agropecuarias. La empresa Pedro Artusi e Hijo, en 1914, incluyó en sus estatutos la participación de los empleados en las ganancias, mucho antes de la inclusión de tal instituto en el artículo 14 bis de la Constitución nacional reformada en 1957.

Fue uno de los fundadores del diario “Los Principios” en 1924. El medio tuvo una clara identificación con el radicalismo yrigoyenista. “Los Principios” acompañó durante dos décadas la trayectoria política de Ambrosio Artusi. Como su fundador, el diario es representativo de una época, y constituye un testimonio privilegiado de ese tiempo histórico.      

La actividad política fue la gran pasión de Ambrosio Artusi. Participó intensamente en el radicalismo, y dentro de él en el sector yrigoyenista, del que no se apartó nunca. Se desempeñó como concejal en 4 períodos: 1916/1917, 1920/1921, 1924/1925, y en un breve lapso de 1926, año en el que fue electo diputado nacional.

En 1923 el radicalismo presentó una plataforma en la que podemos encontrar algunas líneas de acción que van a estar presentes más tarde en la gestión de Ambrosio Artusi como intendente. En especial nos interesa recordar estos puntos: 3º.- Modificación del sistema impositivo tendiente a liberar de impuestos a las industrias y ocupaciones útiles. Impuesto sobre el valor de la tierra libre de mejoras; 4º.- Mejoramiento de los sueldos de los empleados y obreros municipales. Seguro obligatorio de vida y previsión social; 6º.- Edificación de casas económicas para empleados y obreros; 7º.- Construcción de un mercado modelo y casa municipal. Puede advertirse en algunas de esas propuestas, y en las de plataformas anteriores, un temprano interés en incorporar instrumentos de gestión del suelo tendientes a ordenar la urbanización y a promover la consolidación del área provista con servicios, evitando la proliferación de terrenos baldíos y la consiguiente especulación inmobiliaria. La mención a la tributación sobre el valor de la tierra libre de mejoras parece denotar una cierta influencia de las ideas del economista norteamericano Henry George.

Ambrosio Artusi fue electo diputado nacional en dos oportunidades, en 1926 y 1930, pero su segundo mandato fue muy breve, interrumpido por el golpe del 6 de Septiembre de ese año.

Se hizo cargo del Departamento Ejecutivo Muicipal, sucediendo a Justo Germán Ravenna, el 1º de Julio de 1939. Se constituyó de esta manera en el segundo presidente municipal uruguayense electo por el sufragio popular directo, tras la reforma de la Constitución provincial de 1933 y la sanción de la ley orgánica de municipios nº 3001.

Puede decirse que Ambrosio Artusi recibió un municipio en orden, con sus finanzas saneadas y superávit en el último ejercicio del mandato de su predecesor, el Dr. Ravenna. Continuando con una tendencia que venía de gestiones anteriores, la administración de Ambrosio Artusi se caracterizó por un prudente manejo de los recursos del erario municipal, lo que permitió mantener la solidez fiscal con la que se encontró al momento de asumir, a pesar del agravamiento de la situación económica a nivel nacional como producto del impacto de la segunda guerra mundial, y en claro contraste con las dificultades financieras que atravesaba el gobierno de la provincia. Cabe enfatizar que una sana práctica de transparencia administrativa de la gestión encabezada por el Dr. Ravenna, y de anteriores, continuada luego por la de Ambrosio Artusi, consistió en publicar profusamente en medios periodísticos de la ciudad el balance mensual de las cuentas municipales, detallando lo pagado y lo recaudado cada mes y el acumulado durante el año hasta ese momento, así como los saldos de las cuentas bancarias del municipio.             

El Mercado Municipal “3 de Febrero” fue quizás la obra más relevante de la gestión que encabezó Ambrosio Artusi. Todavía está en pie, en buena medida conservando su configuración original y exhibiendo una calidad constructiva envidiable. Constituye un exponente valiosísimo del patrimonio arquitectónico y urbanístico de la ciudad, a la vez que ofrece una oportunidad enorme para revitalizarlo y contribuir de ese modo a una jerarquización significativa del centro histórico de la ciudad. Cabe enfatizar la celeridad de la construcción de la obra, prácticamente en el lapso de un año.

El matadero y frigorífico municipal fue pensado a su vez como un proyecto complementario al del mercado. El 18 de noviembre de 1944 se habilitó y posteriormente se impuso el nombre de “Ambrosio Artusi” a este establecimiento, que funcionó hasta 1979 en el ámbito de la administración municipal. “La Calle” informó el 17 de mayo de 1979 que el Consejo Asesor Municipal –recordemos que se trataba de un gobierno de facto y no funcionaba el concejo deliberante – había tratado la “privatización del frigorífico”. Culminaba de esa manera un ciclo de 35 años. Más allá de los acontecimientos posteriores, está claro que constituyó un importante impulso inicial a la actividad frigorífica y un temprano antecedente de la promoción del desarrollo económico local. 

La administración de Ambrosio Artusi fue pionera en materia de políticas públicas habitacionales a nivel local. Anticipándose a programas nacionales y provinciales en la materia, dispuso un programa de construcción de viviendas destinadas a trabajadores municipales en el barrio La Concepción, el primero en su tipo en nuestra ciudad, y sentó las bases para la institucionalización de dicha política con la creación sobre el final de su gestión de la Comisión Municipal de la Vivienda Popular. El 28 de Septiembre de 1939, evidenciando el lugar jerarquizado que se le asignaba a la problemática del déficit habitacional, el Departamento Ejecutivo envió un mensaje al Concejo Deliberante proponiendo la creación de la Comisión Municipal de la Vivienda Popular y destinando recursos para la construcción de casas para obreros. Esta iniciativa, por alguna razón, no logró convertirse en ordenanza; pero sobre el final de su gestión Ambrosio Artusi creó dicha comisión por decreto, el 12 de Agosto de 1943. La creación de la Comisión Municipal de la Vivienda Popular, complementaria de lo que ya se había hecho con las viviendas para obreros municipales, configuraba una política de vivienda inédita en nuestro medio. Estaban allí presentes - con otros nombres – ejes estratégicos y líneas de acción que habrían de rescatarse, de una u otra manera mucho después, y que tienen incluso vigencia en el presente: la necesidad de investigar la realidad de la problemática habitacional a los efectos de obtener diagnósticos certeros para implementar soluciones basadas en la evidencia, una intervención activa del Estado municipal para la concreción de soluciones habitacionales no sólo en el área urbana sino también en lo que hoy denominamos periurbano y en el área rural, la promoción de la agricultura periurbana, el fomento del cooperativismo, la inclusión del alquiler social como alternativa válida, la formación de un banco de tierras y un fondo de desarrollo urbano, la necesidad de contar con un catastro como modo de sistematizar la información para la toma de decisiones, la construcción de viviendas como estrategia multipropósito, destinada, además del fin primario de garantizar el derecho a una vivienda adecuada, también a fomentar la producción local de materiales y la generación de empleos genuinos, etc.. Este programa, destinado a institucionalizar de manera permanente una política pública municipal de vivienda, lamentablemente careció de continuidad, pero es un valiosísimo antecedente en esta materia.       

Durante su período se presentaron por parte del Departamento Ejecutivo dos importantes proyectos de ordenanzas tendientes a mejorar las condiciones de los trabajadores del municipio: la institución del salario familiar por hijo y la creación de la caja de jubilaciones municipal. El primero fue sancionado y el segundo quedó pendiente, por lo que en el informe de gestión se expresaba que “sería de desear su pronto estudio y subsiguiente sanción por la rama legislativa”.

El 1º de Septiembre de 1939 se creó por decreto una Comisión Pro Parque, para abocarse a los estudios sobre esta cuestión, que tenía como antecedente, en 1934, una comisión provisoria formada por vecinos y representantes de instituciones locales. Recordemos también que durante la gestión anterior, en la que ocupó la presidencia municipal el Dr. Ravenna, el entonces concejal Delio Panizza presentó un proyecto de ordenanza tendiente a la creación de un parque nacional en la zona de La Salamanca. En Enero de 1944 “La Calle”, a poco de finalizar la gestión de Ambrosio Artusi, publicó una nota titulada “nuestro parque”, en la que señalaba que “cuando el citado proyecto tomó notabilidad, el arquitecto Della Paolera ofreció sus servicios profesionales, con los cuales se hubiera rodeado a la obra de la seguridad de una racional y estética solución”. Se refiere al ingeniero Carlos María Della Paolera, uno de los primeros urbanistas profesionales argentino y el promotor de la iniciativa que convirtió al 8 de noviembre de cada año en el Día Mundial del Urbanismo. No hemos podido identificar el momento exacto en el que se barajó la posibilidad de una intervención de Della Paolera, pero por lo que hemos comentado es probable que haya sido durante la administración de Ambrosio Artusi.

Su informe de gestión da cuenta de diversas obras en los distintos barrios de la ciudad, enfatizando el mantenimiento y apertura de calles, en especial en el barrio San Clemente (hoy Santa Teresita).

A cargo primero del Dr. Justo Ravenna, y posteriormente del Dr. Rafael Pepe, la maternidad municipal desarrolló en su gestión una acción relevante en materia de salud pública. El municipio encaraba en ese momento un amplio conjunto de acciones que hoy bien podrían encuadrarse en el concepto de atención primaria de la salud.    

Poco antes de finalizar el mandato constitucional se produjo el golpe del 4 de Junio de 1943, que intervino la provincia y desalojó al gobierno encabezado por Enrique Mihura. El 24 de junio el interventor nacional decretó la disolución de las municipalidades y de los concejos deliberantes y dispuso que las autoridades a cargo de los departamentos ejecutivos continuaran en el cargo hasta que se nombren comisionados. Habiendo aceptado desempeñarse interinamente el 27 de Junio, Ambrosio Artusi presentó su renuncia indeclinable el día 13 de Agosto de 1943.

Ambrosio Artusi murió en su ciudad natal el 25 de Enero de 1944, a los 54 años. Sus restos descansan en el panteón familiar en el cementerio local. Una calle, antes denominada 25 de Agosto, recuerda su nombre desde 1950.-   

* Artículo elaborado a partir de fragmentos del capítulo sobre Ambrosio Artusi en el libro “Intendentes Uruguayenses 1873 – 2023”, publicado recientemente por la Municipalidad de Concepción del Uruguay, en el marco del 150º aniversario de su creación.  

 

Publicado en el diario La Calle los días 29 de Octubre y 5 de Noviembre de 2023.-  

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lunes, 23 de octubre de 2023

WINSTON CHURCHILL

Por José Antonio Artusi

Winston Churchill nació en Woodstock, Inglaterra, el 30 de noviembre de 1874 y murió en Londres el 24 de enero de 1965.

En “El otro Churchill”, publicado en estas páginas el 20 de Agosto pasado, nos hemos referido al joven Winston Churchill, el parlamentario y funcionario liberal que abogó con lucidez por una reforma tributaria progresista. Hoy nos viene a la mente, y no por casualidad, el veterano líder conservador que como primer ministro del Reino Unido tuvo un rol preponderante en la resistencia frente al nazifascismo y en la victoria de los aliados.   

Frente a la barbarie genocida de Hitler, frente a la complicidad de tantos colaboracionistas y frente la cobarde especulación de tantos otros, Churchill no dudó un segundo. Entendió con claridad meridiana que no cabía sino enfrentar y derrotar sin atenuantes a las fuerzas del Eje. Y supo galvanizar la opinión pública del pueblo británico y del mundo libre para que comprendiera que la victoria no vendría sin sacrificios.     

El mundo vive, como en los prolegómenos y los inicios de la segunda guerra mundial, horas oscuras y decisivas. Por eso, recordar las palabras de Churchill en esos momentos de dolor e incertidumbre podría servirnos, salvando las distancias, para comprender los desafíos del momento.  

El 13 de mayo de 1940, tras reemplazar a Neville Chamberlain como primer ministro, mientras se desarrollaba la batalla de Francia y las fuerzas aliadas sufrían duras derrotas, Winston Churchill pronunció en el Parlamento estas palabras que pasaron a la Historia:

"No tengo nada que ofrecer, sino sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor. Tenemos ante nosotros una prueba de la naturaleza más penosa. Tenemos ante nosotros muchos, muchos largos meses de lucha y de sufrimiento. Me preguntáis: ¿cuál es vuestra política? Os lo diré: hacer la guerra por mar, tierra y aire con toda nuestra potencia y con toda la fuerza que Dios nos pueda dar; hacer la guerra contra una tiranía monstruosa, nunca superada en el oscuro y triste catálogo del crimen humano. Esa es nuestra política. Preguntaréis: ¿cuál es nuestro objetivo? Puedo responderos con una palabra: victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar del terror, victoria por largo y duro que sea el camino, porque sin victoria no hay supervivencia.”

Poco más tarde, el 4 de Junio de 1940, tras la retirada de las tropas británicas y francesas en Dunkerque, al otro lado del Canal de la Mancha, Churchill descartó la posibilidad de la rendición:

“A pesar de que grandes extensiones de Europa y muchos Estados antiguos y famosos han caído o pueden caer en las garras de la Gestapo y todo el aparato odioso del gobierno Nazi, no vamos a languidecer o fallar. Llegaremos hasta el final, lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, cualquiera que sea el costo, lucharemos en las playas, lucharemos en las pistas de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas, ¡nunca nos rendiremos!”.

Y el 18 de Junio de 1940, cuando París ya había caído y Estados Unidos todavía no había comprometido su esfuerzo bélico, Churchill pronunció otro discurso, el último de esta célebre trilogía, en el que expresó lo siguiente:

“Hitler sabe que tendrá que quebrantarnos en esta isla o perder la guerra. Si podemos hacer frente a él, toda Europa puede ser liberada y la vida del mundo puede avanzar hacia amplias tierras altas iluminadas por el sol. Pero si fallamos, entonces todo el mundo, incluidos los Estados Unidos, incluyendo todo lo que hemos conocido y cuidado, se hundirá en el abismo de una nueva era oscura que se hizo más siniestra, y quizás más prolongada, a las luces de la ciencia pervertida.” En ese discurso Winston Churchill incluyó una referencia a la resistencia del pueblo catalán en Barcelona frente a los bombardeos del bando franquista durante la guerra civil española: “No subestimo en absoluto la gravedad de la dura experiencia que tenemos por delante, pero creo que nuestros compatriotas serán capaces de hacerle frente, al igual que lo hicieron los valientes ciudadanos de Barcelona, de mantenerse en pie y seguir adelante a pesar de ello; al menos tan bien como cualquier otro pueblo del mundo.”

A más de 80 años de pronunciadas, las palabras de Churchill, lamentablemente, adquieren una renovada vigencia.-  

 

Publicado en el diario La Calle el día 22 de Octubre de 2023.-

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lunes, 16 de octubre de 2023

NOS HAN DECLARADO LA GUERRA

Por José Antonio Artusi

Hamas, otras organizaciones terroristas yihadistas y el régimen iraní nos han declarado la guerra.

A los demócratas republicanos que creemos que la única legitimidad de los gobiernos y de sus leyes surge de la voluntad popular expresada libremente y no de supuestas escrituras sagradas interpretadas por supuestos profetas y sus autodeclarados intérpretes, nos han declarado la guerra. 

A los que creemos que los judíos tienen derecho a defenderse, que el Estado de Israel – única democracia liberal de Medio Oriente - tiene derecho a existir y a proteger su territorio y sus ciudadanos, nos han declarado la guerra.   

A los que creemos en la inescindible universalidad de los derechos humanos, más allá de particularismos culturales, étnicos y religiosos, nos han declarado la guerra.   

A los que creemos que las mujeres y los homosexuales (y cuanta identidad de género se les ocurra) tienen los mismos derechos que los hombres a autopercibirse como se les cante, a mostrar su pelo como quieran, a estudiar, a trabajar, a escuchar la música que les guste, a tomar la bebida que les plazca y acostarse con quien se les antoje mientras no perjudiquen a los demás, nos han declarado la guerra.

No es de ahora (los argentinos en especial deberíamos saberlo bien), pero la barbarie de la brutal agresión terrorista a personas indefensas del fin de semana pasado - entre los que había compatriotas nuestros - lo ha dejado en evidencia, lo ha mostrado sin vueltas, lo ha expuesto a la luz del sol.

El ataque no es sólo contra Israel. Imaginemos por un segundo que pasaría si Hamas y Hezbollá cumplen al pie de la letra lo que ellos mismos vienen diciendo que van a hacer desde hace décadas y borran al Estado de Israel de la faz de la Tierra. Tratemos de visualizar que sucedería si ISIS se hace del control de un vasto territorio y crea un califato en el que no regiría el Estado de derecho sino la sharía, la ley islámica. Pensemos en un escenario en el que el régimen iraní (llamarlo “república” es una burla cruel) consigue tener un arsenal nuclear. No tenemos derecho a ser tan ingenuos como para creer que se detendrían allí. Que existan diferencias ideológicas, religiosas, políticas y estratégicas entre esas organizaciones terroristas y que a veces se masacren entre sí no oculta sus coincidencias fundamentales. No creen en la democracia republicana, no creen en la libertad ni en la universalidad de los derechos humanos. Los une el antisemitismo y el desprecio a los valores de la modernidad occidental. Son reaccionarios, fundamentalistas, misóginos, totalitarios, integristas, mesiánicos y terroristas. Y a menudo exhiben con franqueza su ideología y sus macabros principios y objetivos. Si de algo no se podrá acusarlos es de que no nos avisaron.  

Las principales víctimas de esos gobiernos son sus propios pueblos. Los palestinos que viven bajo un régimen opresivo y sanguinario, que no vacila en usar a su propia población civil, a menudo niños, como escudo de sus acciones bélicas. Los iraníes en el exilio que debieron abandonar su tierra para preservar su vida. Las mujeres iraníes que luchan para ejercer un derecho tan básico como poder exhibir su cabello, entre tantos otros conculcados. Los homosexuales que son colgados de grúas por los talibanes por el sólo hecho de serlo. Las niñas afganas que son privadas del derecho a la educación. Los niños palestinos que son adoctrinados en una ideología de odio y muerte. La enumeración podría ser larguísima.

Por eso es indispensable refutar permanentemente las falacias y mentiras que se esgrimen y esgrimirán para relativizar y justificar la barbarie y para demonizar al Estado de Israel en el conflicto que inevitablemente tendrá lugar. Las esforzadas piruetas y contorsiones argumentales de cierta izquierda ya no causan estupor, nos han acostumbrado, pero sí bronca e indignación. Entre boba y cómplice, esa “izquierda” cada vez más fascista se parece a gatitos mimosos de los ayatolas, que obviamente no vacilarían un segundo en mandarlos a degollar si osaran plantear sus consignas “progre” en sus dominios. No debemos dejar de exhibir la insuperable incoherencia de quienes pretenden defender y justificar a Hamas desde perspectivas internacionalistas, laicistas y feministas. Y no debemos cesar en nuestra condena y repudio a la barbarie terrorista.   

Es absolutamente válido criticar políticas específicas del gobierno israelí, y de hecho sus ciudadanos ejercen plenamente ese derecho, pero esa crítica no puede transformarse en un cuestionamiento a la legitimidad del Estado de Israel ni en pretender que su población no pueda defenderse. Mucho menos puede significar apoyar a sus agresores, que además hacen una utilización perversa de las legítimas aspiraciones del pueblo palestino y una malversación siniestra del Islam, una religión tan respetable como cualquier otra si se la limita al ámbito reservado a las religiones en las sociedades pluralistas y tolerantes.    

El pueblo y el Estado de Israel merecen el apoyo y la solidaridad de todos los demócratas del mundo. No están solos. Pero en la guerra que se está librando en estos momentos, sí, están solos.

En otros tiempos era una costumbre generalizada poner canarios en las minas de carbón para detectar rápidamente cuando comienza a faltar el oxígeno, ya que en ese caso estas aves mueren antes de que los mineros puedan darse cuenta por sus propios sentidos.  Es por eso que se ha recurrido a la metáfora de los judíos como los canarios de Occidente. Cuando judíos inocentes caen es una señal inequívoca de que comienza a escasear el oxígeno de la libertad y de la paz, no sólo para ellos.

Israel prevalecerá. Y le deberemos eterna gratitud y reconocimiento por ello. Lamentablemente, no será sin dolor, sangre, sudor y lágrimas.- 


Publicado en el diario La Calle el día 15 de Octubre de 2023.- 

Ilustración: Elías Wengiel

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miércoles, 11 de octubre de 2023

40 AÑOS DE DEMOCRACIA: LOGROS Y ASIGNATURAS PENDIENTES

Por José Antonio Artusi

Muchos de los jóvenes que van a ir a votar por primera vez en una elección general el 22 de Octubre próximo, e incluso muchos que ya han votado varias veces no habían nacido en 1983. A ellos, sobre todo, van dirigidas estas líneas.  

En 1983 veníamos de la trágica noche de la dictadura militar que había empezado en 1976, que había llevado a una escala monstruosa y jamás vista el terrorismo de Estado y las violaciones sistemáticas a los derechos humanos. Terrorismo de Estado que – vale la pena recordarlo – había empezado antes de 1976, durante un gobierno surgido de la voluntad popular. Veníamos también de sufrir la violencia y el terrorismo de organizaciones armadas que se habían alzado en armas contra ese mismo gobierno surgido de la voluntad popular, al que – al menos algunas de esas organizaciones – habían ayudado a llegar al poder. Veníamos también de la locura irresponsable de Malvinas, que condenó a una muerte absurda a jóvenes argentinos y dejó al país más lejos que nunca del objetivo de recuperar las islas. La dictadura dejaba un país con dolorosas heridas abiertas, con una enorme deuda externa, una economía en crisis y una sociedad con preocupantes signos de marginación social. El aislamiento internacional y el desprestigio de nuestro país completaban un panorama que no dejaba demasiadas razones para el optimismo. 

El desafío era enorme, en todos los aspectos. Pero el principal era cortar un ciclo pendular de gobiernos de facto cada vez más brutales y represores y gobiernos constitucionales cada vez más débiles y condicionados. El reto era generar condiciones para recuperar la “democracia para siempre”, podría sintetizarse. Raúl Alfonsín, el candidato presidencial de la UCR, lo comprendió claramente, y encarnó un liderazgo que supo interpretar las demandas más profundas de la sociedad argentina en ese momento. El 10 de Diciembre, Alfonsín proclamó que “tenemos una meta: la vida, la justica y la libertad”, y enfatizó que “tenemos un método para conseguirlo: la democracia”.

El primer paso para consolidar la democracia consistía en terminar con la impunidad y fortalecer el Estado de Derecho. Por eso Alfonsín denunció el pacto militar sindical y se comprometió a no convalidar la “ley” de autoamnistía que la dictadura dejaba como un pesado condicionante. Recordemos también que el candidato del PJ, Italo Luder, se había manifestado en el sentido de aceptar esa norma, sancionada obviamente sin el concurso del Congreso de la Nación. Y por eso una de las primeras medidas del nuevo gobierno consistió en un par de decretos por los que se disponía la acusación contra los integrantes de las juntas militares y las cúpulas de las organizaciones guerrilleras. Y por eso se creó la CONADEP, para investigar el horror de la desaparición de personas. Y por eso hubo juicios, y condenas. Es verdad que hubo también luego leyes de obediencia debida y punto final, justificadas por algunos y rechazadas por otros, y es verdad también que hubo posteriormente indultos a los condenados dispuestos por el Presidente Menem.

Pero en todo ese devenir histórico, más allá de los errores y aciertos puntuales de cada uno, lo importante es que el método se había enraizado. La democracia y sus procedimientos son hoy una realidad concreta en la República Argentina. Tenemos problemas gravísimos en el orden económico y social, pero no es menos cierto que nuestras instituciones políticas funcionan. Un hito relevante en ese sentido fue la reforma constitucional de 1994, en la que por vez primera tuvimos una constitución aceptada y legítimada de manera expresa por el conjunto de fuerzas políticas con representación parlamentaria. Nuestras instituciones republicanas podrían funcionar mucho mejor? Por supuesto. Podríamos votar con sistemas superadores al actual como la boleta única de papel, siguiendo la experiencia de Santa Fe, por ejemplo; podríamos mejorar la transparencia y la eficiencia del Estado en todos sus poderes y niveles; pero aún así, y sobre todo si miramos el horror de hace 40 años, podemos decir sin temor a equivocarnos que en el campo institucional podemos ver el vaso medio lleno.    

Donde el vaso está medio vacío, y cada vez más vacío, es en el campo económico y social. Lamentablemente, tenemos una sociedad más empobrecida y desigual que hace 40 años. Las asignaturas pendientes son enormes. La pobreza, la indigencia, el desempleo, la inflación crónica, el estancamiento de la producción, el deterioro de la educación, la crisis de la salud pública, el aumento de la inseguridad y las dificultades para acceder a condiciones habitacionales adecuadas muestran cada vez más indicadores negativos, y con tendencia a empeorar.

Por eso los desafíos del próximo gobierno son gigantescos, casi una epopeya, que complemente aquella que encarnó Alfonsín al generar las condiciones para recuperar la democracia política, que necesita ahora, como se necesitan dos piernas para caminar, el complemento de la democracia social, esa en la que se come, se cura y se educa, esa en la que a la clásica tríada republicana de la libertad, la igualdad y la fraternidad se le agrega la de la prosperidad.

No habrá democracia sólida ni viable si se cristaliza y se naturaliza que haya más niños pobres que no pobres. La democracia integral requiere ciudadanos responsables y comprometidos, que no sólo voten cada dos años con más o menos bronca o insatisfacción, sino que participen activamente en la cosa pública, como el soberano educado que quería Sarmiento. Y para que eso sea posible se requiere que todos tengamos garantizadas ciertas mínimas condiciones materiales de la libertad, aquellas que permiten ejercer plenamente los derechos consagrados en nuestra sabia Constitución nacional.-      


Publicado el 8de Octubre de 2023.- 

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lunes, 2 de octubre de 2023

ALDO NERI

Por José Antonio Artusi

Aldo Neri nació en Bahía Blanca el 19 de Octubre de 1930 y murió en Buenos Aires hace unos días, el 21 de Septiembre de 2023, cerca de cumplir 93 años.

Médico egresado de la Universidad de Buenos Aires, su trayectoria académica y profesional es extensa; profesor universitario,  director de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Buenos Aires, presidente del Consejo de Salud de la provincia de Río Negro, consultor de organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud, el Banco Mundial y la Organización de Estados Americanos.

Se incorporó al radicalismo en los 70 y acompañó a Raúl Alfonsín en la consolidación del Movimiento de Renovación y Cambio. Asumió como Ministro de Salud y Bienestar Social el 10 de Diciembre de 1983. Su gestión enfrentó las dificultades propias de aquella compleja transición, pero aún así llevó adelante políticas públicas exitosas y otras que no contaron con condiciones adecuadas y que todavía son asignaturas pendientes, tales como una profunda reforma estructural del sistema de atención sanitaria a través del Seguro Nacional de Salud. En el nuevo sistema, las obras sociales se independizarían de los sindicatos y actuarían como entidades autónomas, pero integradas en un sistema articulado y eficiente, que brindara equidad y calidad.

Aldo Neri fue diputado nacional por la Unión Cívica Radical entre 1987 y 1991 y entre 2001 y 2005.​ En 1988 recibió de la Organización Mundial de la Salud la medalla "Salud para todos".​ En 2019 recibió la Mención de Honor Senador Domingo Faustino Sarmiento del Senado de la Nación. Fue uno de los fundadores de la Red Argentina de Ingreso Ciudadano e integró su comisión directiva. Fue uno de los principales defensores y divulgadores de la idea del ingreso ciudadano en nuestro país.

Además de innumerables artículos, columnas de opinión y trabajos científicos, publicó tres libros: Salud y Política Social (1982), Sur, penuria y después (1995) y Claves de Política Social (2004).   

Aldo Neri fue un adelantado a su tiempo. Veía más lejos y mejor, con más claridad y lucidez que la media de los dirigentes políticos argentinos. Supo aplicar como pocos el consejo de Carlos Matus, el gran teórico chileno de la planificación estratégica: “tecnificar la política y politizar la técnica”. Era un profundo conocedor de las implicancias teóricas de las políticas de salud pública y de las políticas sociales en general y a la vez era un político consciente de las limitaciones que a veces impone la realidad, que hay que ir destrabando con paciencia, conocimiento, y voluntad política. Por eso, su rol como intelectual, como escritor, como divulgador, como formador, estuvo complementado de manera coherente y comprometida con su carrera pública como funcionario, legislador y dirigente político. 

No lo conocí personalmente más que en breves charlas en ocasión de un par de conferencias, pero no por ello dejé de recibir la noticia de su muerte con gran pesar. Sentí que se iba uno de los mejores de los nuestros, alguien que nos hacía falta, quizás más que nunca, para iluminar el camino con la potencia de sus ideas. Obviamente, no fui el único en sentir algo parecido. Agustín Campero lo definió como “un protagonista de los años dorados de nuestra democracia. Sabio, equilibrado, generoso, justo”. Lilita Puig lo caracterizó como “un hombre bueno. Un político dedicado a buscar los consensos manteniendo los principios... La clase de personas que no muere porque sembró convivencia democrática”. Fabián Bosoer lo recordó como “un interlocutor siempre autorizado y reconocido dentro y fuera de las filas de su partido. Y un talante siempre caracterizado por la amabilidad, la gentileza y el buen humor”.

Dije que el mejor homenaje a su memoria será trabajar denodadamente para hacer realidad sus ideas. Por eso el primer paso es conocerlas. Nos quedan sus libros y sus artículos, de inusitada vigencia. En uno de los últimos que publicó el diario La Nación, el 6 de Enero de 2017, escribió estas palabras, que reproducimos a modo de agradecimiento y despedida, sabiendo que tendremos que volver a usar sus textos como insumo para el debate:

“Maquiavelo apuntaba que "el promotor (de reformas) tiene por enemigos a todos aquellos que sacaban provecho del viejo orden y encuentra unos defensores tímidos en todos los que se verían beneficiados por el nuevo". No obstante ello, un proyecto político claro, que no tenga apuro por llenar las legislaturas, induciendo la discusión de estos temas y rescatando el concepto de ciudadanía, como superior al de integrante de una corporación -religiosa, profesional, sindical, armada, empresarial, piquetera- puede aportar al cambio cultural.

Y así se discutirían asuntos de la democracia como una seguridad social universal basada en la condición de ciudadanía y superadora de la originada en el mercado laboral formal; un ingreso ciudadano universal e igualitario, a la altura de las posibilidades fiscales, que dé flexibilidad al destino laboral de las personas y sustituya algunos beneficios de la seguridad social y la maraña de programas asistenciales; un régimen impositivo que colabore en la redistribución del ingreso sin desalentar la inversión realmente productiva; un transporte público que sea una opción para la ciudadanía; un servicio de salud y educación, estatal o privado, totalmente igualitario, que no entre en la mercantilización de mercado -como ahora la salud- y no sea tributario de corporaciones y clases sociales; un urbanismo que integre a la población y no la fragmente; ¿no es un programa estimulante? Tal vez se trate de un sueño; pero el sueño, en política, es el impulso para caminar, como lo sabían Luther King y Mandela”.-


Publicado el 1º de Octubre de 2023.- 

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