lunes, 16 de octubre de 2023

NOS HAN DECLARADO LA GUERRA

Por José Antonio Artusi

Hamas, otras organizaciones terroristas yihadistas y el régimen iraní nos han declarado la guerra.

A los demócratas republicanos que creemos que la única legitimidad de los gobiernos y de sus leyes surge de la voluntad popular expresada libremente y no de supuestas escrituras sagradas interpretadas por supuestos profetas y sus autodeclarados intérpretes, nos han declarado la guerra. 

A los que creemos que los judíos tienen derecho a defenderse, que el Estado de Israel – única democracia liberal de Medio Oriente - tiene derecho a existir y a proteger su territorio y sus ciudadanos, nos han declarado la guerra.   

A los que creemos en la inescindible universalidad de los derechos humanos, más allá de particularismos culturales, étnicos y religiosos, nos han declarado la guerra.   

A los que creemos que las mujeres y los homosexuales (y cuanta identidad de género se les ocurra) tienen los mismos derechos que los hombres a autopercibirse como se les cante, a mostrar su pelo como quieran, a estudiar, a trabajar, a escuchar la música que les guste, a tomar la bebida que les plazca y acostarse con quien se les antoje mientras no perjudiquen a los demás, nos han declarado la guerra.

No es de ahora (los argentinos en especial deberíamos saberlo bien), pero la barbarie de la brutal agresión terrorista a personas indefensas del fin de semana pasado - entre los que había compatriotas nuestros - lo ha dejado en evidencia, lo ha mostrado sin vueltas, lo ha expuesto a la luz del sol.

El ataque no es sólo contra Israel. Imaginemos por un segundo que pasaría si Hamas y Hezbollá cumplen al pie de la letra lo que ellos mismos vienen diciendo que van a hacer desde hace décadas y borran al Estado de Israel de la faz de la Tierra. Tratemos de visualizar que sucedería si ISIS se hace del control de un vasto territorio y crea un califato en el que no regiría el Estado de derecho sino la sharía, la ley islámica. Pensemos en un escenario en el que el régimen iraní (llamarlo “república” es una burla cruel) consigue tener un arsenal nuclear. No tenemos derecho a ser tan ingenuos como para creer que se detendrían allí. Que existan diferencias ideológicas, religiosas, políticas y estratégicas entre esas organizaciones terroristas y que a veces se masacren entre sí no oculta sus coincidencias fundamentales. No creen en la democracia republicana, no creen en la libertad ni en la universalidad de los derechos humanos. Los une el antisemitismo y el desprecio a los valores de la modernidad occidental. Son reaccionarios, fundamentalistas, misóginos, totalitarios, integristas, mesiánicos y terroristas. Y a menudo exhiben con franqueza su ideología y sus macabros principios y objetivos. Si de algo no se podrá acusarlos es de que no nos avisaron.  

Las principales víctimas de esos gobiernos son sus propios pueblos. Los palestinos que viven bajo un régimen opresivo y sanguinario, que no vacila en usar a su propia población civil, a menudo niños, como escudo de sus acciones bélicas. Los iraníes en el exilio que debieron abandonar su tierra para preservar su vida. Las mujeres iraníes que luchan para ejercer un derecho tan básico como poder exhibir su cabello, entre tantos otros conculcados. Los homosexuales que son colgados de grúas por los talibanes por el sólo hecho de serlo. Las niñas afganas que son privadas del derecho a la educación. Los niños palestinos que son adoctrinados en una ideología de odio y muerte. La enumeración podría ser larguísima.

Por eso es indispensable refutar permanentemente las falacias y mentiras que se esgrimen y esgrimirán para relativizar y justificar la barbarie y para demonizar al Estado de Israel en el conflicto que inevitablemente tendrá lugar. Las esforzadas piruetas y contorsiones argumentales de cierta izquierda ya no causan estupor, nos han acostumbrado, pero sí bronca e indignación. Entre boba y cómplice, esa “izquierda” cada vez más fascista se parece a gatitos mimosos de los ayatolas, que obviamente no vacilarían un segundo en mandarlos a degollar si osaran plantear sus consignas “progre” en sus dominios. No debemos dejar de exhibir la insuperable incoherencia de quienes pretenden defender y justificar a Hamas desde perspectivas internacionalistas, laicistas y feministas. Y no debemos cesar en nuestra condena y repudio a la barbarie terrorista.   

Es absolutamente válido criticar políticas específicas del gobierno israelí, y de hecho sus ciudadanos ejercen plenamente ese derecho, pero esa crítica no puede transformarse en un cuestionamiento a la legitimidad del Estado de Israel ni en pretender que su población no pueda defenderse. Mucho menos puede significar apoyar a sus agresores, que además hacen una utilización perversa de las legítimas aspiraciones del pueblo palestino y una malversación siniestra del Islam, una religión tan respetable como cualquier otra si se la limita al ámbito reservado a las religiones en las sociedades pluralistas y tolerantes.    

El pueblo y el Estado de Israel merecen el apoyo y la solidaridad de todos los demócratas del mundo. No están solos. Pero en la guerra que se está librando en estos momentos, sí, están solos.

En otros tiempos era una costumbre generalizada poner canarios en las minas de carbón para detectar rápidamente cuando comienza a faltar el oxígeno, ya que en ese caso estas aves mueren antes de que los mineros puedan darse cuenta por sus propios sentidos.  Es por eso que se ha recurrido a la metáfora de los judíos como los canarios de Occidente. Cuando judíos inocentes caen es una señal inequívoca de que comienza a escasear el oxígeno de la libertad y de la paz, no sólo para ellos.

Israel prevalecerá. Y le deberemos eterna gratitud y reconocimiento por ello. Lamentablemente, no será sin dolor, sangre, sudor y lágrimas.- 


Publicado en el diario La Calle el día 15 de Octubre de 2023.- 

Ilustración: Elías Wengiel

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