Un aforismo chino dice: “El pez es el último
en enterarse que vive en el agua”. Nosotros podríamos decir que los
uruguayenses somos los últimos en enterarnos que vivimos en una ciudad con un
centro histórico magnífico, de inusual valor histórico, patrimonial y
urbanístico.
Tomás de Rocamora fundó la ciudad el 25 de
Junio de 1783. Desde ese momento hasta hoy un riquísimo proceso histórico tuvo
a la ciudad como protagonista, y su centro conserva testimonios vívidos de ese
pasado, muchas veces glorioso.
Octavio Paz escribió que la arquitectura es
el testigo insobornable de la Historia. Efectivamente, la arquitectura del
centro histórico nos habla por sí misma, y nos cuenta los acontecimientos que
la tuvieron como escenario y como testigo privilegiado.
A diferencia de otros centros históricos, el
nuestro sigue siendo “el centro” de la ciudad, la principal referencia en
términos de localización de actividades administrativas, económicas,
financieras, etc. Pero también continúa siendo el lugar donde muchos
uruguayenses vivimos y trabajamos. Y es además el centro simbólico de la
ciudad, unido indeleblemente a nuestra identidad y memoria colectiva. Por lo
tanto, afortunadamente, no se ha degradado ni tugurizado. Sigue exhibiendo una
interesante mixtura de usos y funciones, y una vitalidad y calidad ambiental y
paisajística en torno al espacio privilegiado de la Plaza Ramírez que haríamos
bien en valorar y potenciar.
Tiene problemas? Por supuesto. Cierto
deterioro de algunos de sus exponentes patrimoniales más valiosos, una
presencia conflictiva del automóvil particular en las calles, contaminación
visual, déficits en materia de arbolado urbano y calidad del espacio público,
una normativa urbana que no responde adecuadamente a los retos de cómo regular
las construcciones nuevas en un área de estas características, etc. Buenas
noticias: son problemas que tienen solución, si se abordan adecuadamente.
Hay algunas oportunidades que deberíamos
aprovechar. Existe una creciente consideración pública de la necesidad de
revalorizar adecuadamente centros históricos con un patrimonio tan relevante
como el nuestro. Su potencial como atractivo turístico, unido a otros de la
ciudad y de la región, está claramente subexplotado,
y configurará tras la pandemia una excelente chance para tomarlo como uno de
los ejes estratégicos del desarrollo local. Sin afectar por ello su calidad de
vida ni expulsar a sus pobladores.
La posibilidad de reconvertir a la Casa de
Urquiza en el Museo de la Organización Nacional, unida a la de rescatar el
Mercado 3 de Febrero como un paseo de compras y de comidas, la perspectiva de
planificar e implementar un plan de movilidad y transporte para la ciudad que
priorice los desplazamientos peatonales, en bicicleta y en una red moderna y
eficiente de transporte público, la jerarquización de la Plaza Ramírez como
principal espacio público de la ciudad, cuidando sus aspectos materiales y
fortaleciendo su carácter como ámbito para para diversas actividades sociales,
lúdicas, y culturales, un plan de arbolado, etc.; son todas ventanas de
oportunidades para revitalizar el centro histórico. No las dejemos pasar.
Publicado en el diario La Calle de Concepción del Uruguay el 5 de Septiembre de 2021.-
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