martes, 5 de septiembre de 2023

NO HAY LIBERTAD NI MERCADO EN EL CAOS Y LA ANARQUÍA: EL DELICADO EQUILIBRIO PARA EL PROGRESO Y EL DESARROLLO

Por José Antonio Artusi

En el debate en torno a la relación entre el mercado y el Estado se ha planteado una dicotomía entre la libertad de mercado y la acción gubernamental en la administración del Estado. Sin embargo, esta polarización no captura la complejidad de la interacción necesaria entre ambos elementos para alcanzar un progreso económico sostenible y una sociedad más justa y armónica. La libertad de mercado es esencial para fomentar la innovación, la competencia y el crecimiento, pero su éxito depende en gran medida de la presencia de un Estado eficiente que establezca un marco normativo adecuado y garantice un funcionamiento equitativo. La sinergia entre el mercado y el Estado es fundamental para mantener un equilibrio que promueva la libertad integral, en sentido amplio, y el desarrollo económico y social.

La libertad de mercado en sentido amplio, en el sentido de asegurar la competencia, la iniciativa privada y la apertura a los mercados es un pilar central de las economías modernas de países desarrollados. Permite que las empresas compitan en igualdad de condiciones, lo que estimula la innovación y la mejora constante de productos y servicios. Además, crea oportunidades para el emprendimiento y la inversión, lo que a su vez genera empleo y crecimiento económico. La capacidad de los individuos para tomar decisiones sobre cómo invertir, producir y consumir es fundamental para impulsar la prosperidad en una sociedad. A su vez, la ampliación de los mercados en el marco de la globalización brinda economías de escala y acceso a demandantes de gran poder adquisitivo, con la consiguiente mejora en la eficiencia y productividad de los actores económicos.

Pero es importante enfatizar que aunque la libertad de mercado es vital, su pleno potencial solo puede alcanzarse con un Estado eficiente que establezca y haga cumplir reglas claras y equitativas. El Estado tiene el papel de garantizar la competencia leal, prevenir abusos de poder y proteger los derechos de los consumidores. Sin regulaciones adecuadas, los mercados pueden volverse volátiles y propensos a crisis financieras que afectan a la estabilidad económica. Debe además el Estado brindar seguridad jurídica, previsibilidad y políticas tributarias inteligentes que premien el trabajo y la inversión de capital, y que castiguen la especulación y la apropiación rentística por parte de privados de toda valorización generada por el esfuerzo colectivo.   

La austeridad en el gasto público es otro componente esencial de este equilibrio. Un Estado que opera con eficiencia también debe ser responsable financieramente para evitar el agotamiento de recursos, el déficit fiscal y la inflación crónica que lamentablemente sufrimos en nuestro país, que afecta especialmente a los sectores más vulnerables de la sociedad. Sin embargo, la austeridad no debe significar la eliminación de inversiones en educación, salud, infraestructura y programas sociales universales que son fundamentales para el desarrollo a largo plazo, dada la relevancia del capital humano en la economía del conocimiento, cada vez más relevante. Un Estado austero, moderno, e innovador debe priorizar la asignación inteligente de recursos en áreas críticas mientras reduce el derroche y la burocracia innecesaria.

Casos históricos ofrecen ejemplos claros de cómo la relación entre el mercado y el Estado puede impulsar o entorpecer el progreso económico. Por un lado, naciones con un Estado robusto y regulaciones efectivas, como los países nórdicos europeos, han logrado altos niveles de bienestar y desarrollo humano. Por otro lado, situaciones en las que el Estado es ineficiente o está sometido a corrupción, como en algunos países atrasados, pueden frenar el crecimiento y perpetuar desigualdades.

El equilibrio entre la libertad de mercado y un Estado eficiente es fundamental para el progreso económico y la prosperidad. La libertad de mercado fomenta la innovación y el crecimiento, pero requiere un marco regulatorio sólido y una vigilancia gubernamental para funcionar de manera justa. La austeridad en el gasto público es esencial para la sostenibilidad financiera, pero debe aplicarse con cuidado para no comprometer inversiones críticas en el futuro. La interacción equilibrada entre el mercado y el Estado es un recordatorio de la complejidad inherente a la construcción y el mantenimiento de sociedades prósperas, democráticas, justas e igualitarias.

No hay libertad ni posibilidades de progreso y desarrollo en la anarquía, sino en el orden y el equilibrio garantizados por la vigencia plena de las instituciones de nuestro sabio texto constitucional gestado en 1853.-   

 

Publicado en el diario La Calle el día 3 de Septiembre de2023.-

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