Por José Antonio Artusi
La idea del ingreso ciudadano o ingreso básico universal tiene raíces
que pueden rastrearse bastante lejos, hasta Thomas Paine en el siglo XVII o Santo
Tomás Moro en el siglo XVI, sólo por mencionar algunos de sus pioneros. Resurgió
con nuevos planteos en el siglo XX y está siendo estudiada con mucho
detenimiento en el siglo XXI, incluso llegando a llevar adelante experimentos
acotados que ponen a prueba los resultados que podría llegar a tener la
implementación generalizada de una medida de este tipo. En general, los resultados son positivos y
alentadores, y muestran que podría constituir, junto a reformas impositivas,
una de las claves para la construcción de una sociedad más democrática, liberal
e igualitaria.
Se han publicado recientemente los resultados de un experimento
desarrollado en Alemania por una organización sin fines de lucro con sede en
Berlín denominada Mein Grundeinkommen (Mi ingreso básico), que arroja
resultados interesantes y sirven para mantener vivo el debate acerca de esta
cuestión. Al respecto, en un artículo publicado por CNN, Rosa Rahimi señala que
“un experimento alemán ha revelado que es probable que las personas sigan
trabajando a tiempo completo incluso si reciben pagos de ingreso básico
universal sin condiciones. El ingreso básico universal, también conocido como ingreso
garantizado, consiste en dar dinero a todos, independientemente de sus
ingresos, para darles la libertad de cambiar de trabajo, formarse para nuevos
puestos, brindar cuidados o dedicarse a actividades creativas. Entre los
defensores se encuentran figuras como Elon Musk, quien afirmó en 2018 que «el
ingreso universal será necesario con el tiempo si la inteligencia artificial
asume la mayoría de los trabajos humanos». El candidato presidencial demócrata
estadounidense, Andrew Yang, se presentó en 2020 con una plataforma para dar a
los estadounidenses 1000 dólares al mes, calificando la idea de
«revolucionaria».”
El artículo continúa informando que Mein Grundeinkommen “realizó un
seguimiento de 122 personas durante tres años. De junio de 2021 a mayo de 2024,
este grupo recibió una suma incondicional de 1200 € (1365 $) al mes. El estudio
se centró en personas de entre 21 y 40 años que vivían solas y que ya ganaban
entre 1100 € y 2600 € al mes. Podían usar el dinero extra del estudio para lo
que quisieran. Durante tres años, la única condición fue que completaran un
cuestionario cada seis meses sobre diferentes aspectos de su vida, como su
situación financiera, sus hábitos laborales, su bienestar mental y su actividad
social. Se han realizado experimentos similares para evaluar la viabilidad de
la renta básica universal, como uno que se puso en marcha en Stockton,
California, en 2019, que otorgó pagos de 500 dólares mensuales. En aquel
momento, los investigadores afirmaron que podría tener un impacto
"profundo" en la salud pública. En Europa, la idea cobró impulso
durante la pandemia de COVID-19, y un estudio de la Universidad de Oxford
reveló que el 71 % de los europeos en 2020 estaba a favor de la introducción de
un ingreso básico universal”.
Una crítica recurrente al concepto consiste en señalar que su
introducción haría que la gente deje de trabajar, confundiéndola con la idea de
que se trata de “cobrar por no trabajar”. Pero en realidad precisamente al ser
incondicional evita caer en la denominada “trampa de la pobreza”, en la que
caen los programas de ayudas o subsidios a pobres o desempleados condicionados
a que mantengan su situación de pobreza o desempleo, lo que constituye un
incentivo negativo, que desalienta la búsqueda de empleo o la mejora de su
condición económica.
Rosa Rahimi plantea que “una preocupación expresada por los críticos
es que recibir una renta básica podría hacer que las personas sean menos
propensas a trabajar. Sin embargo, el estudio de Grundeinkommen sugiere que
esto podría no ser así en absoluto. Se descubrió que recibir una renta básica
no era motivo para que las personas renunciaran a sus trabajos. En promedio,
los participantes del estudio trabajaban 40 horas semanales y mantenían su
empleo, al igual que el grupo de control, que no recibía remuneración. "No
encontramos evidencia de que a la gente le guste no hacer nada", declaró
Susann Fiedler, profesora de la Universidad de Economía y Negocios de Viena,
quien participó en el estudio, en el sitio web del estudio”. A diferencia del grupo de control, quienes
recibían una renta básica eran más propensos a cambiar de trabajo o a
matricularse en estudios superiores. Reportaron una mayor satisfacción laboral
y estaban significativamente más satisfechos con sus ingresos. Matthew Johnson,
profesor de políticas públicas en la Universidad de Northumbria, quien trabaja
en la renta básica y es autor de un libro sobre el tema, calificó los hallazgos
de "predecible". "Este estudio confirma la creciente evidencia
que nosotros y otros hemos presentado desde hace tiempo: no hay evidencia de
que la Renta Básica reduzca la actividad económica y laboral", declaró a
CNN. "Al contrario, brinda a los trabajadores la seguridad económica para
asumir riesgos positivos y evitar riesgos negativos en su vida laboral". ¿Y
puede más dinero comprar la felicidad? Según el estudio, quienes recibían una
renta básica reportaron sentir que sus vidas eran "más valiosas y
significativas" y sintieron una clara mejora en su salud mental. También
podría comprar libertad, o al menos más libertad. Los beneficiarios,
especialmente las mujeres, reportaron una mayor sensación de autonomía en sus
vidas. A pesar de trabajar el mismo horario que antes, sentían que tenían más
tiempo durante el día para actividades como dormir, hacer voluntariado y pasar
tiempo con sus seres queridos. “Sabemos que aumentar la cantidad, la seguridad
y la previsibilidad de los ingresos mejora los resultados clave en salud,
actividad física, emprendimiento, educación y casi todas las demás áreas de la
vida”, afirmó Johnson.
De cara al futuro, Mein Grundeinkommen afirma que los desafíos derivados
de la crisis climática, los cambios demográficos y la tecnología plantearán
importantes preguntas sobre el papel del estado de bienestar y el lugar que
ocupa el ingreso básico universal en él”.
Publicado en el diario La Calle el 20 de abril de 2025.
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