lunes, 26 de mayo de 2025

“FRONTERAS LIBRES ENTRE PUEBLOS HERMANOS”

 

Por José Antonio Artusi

Eduardo Irigoyen García, un militante colorado de Fray Bentos, publicó hace pocos días en su cuenta de Facebook la imagen de un “pegotín” (sí, estimado lector, en idioma oriental no se dice “sticker”, se dice “pegotín) acompañado del siguiente texto: “"Yo quiero fronteras libres entre pueblos hermanos". Esa fue la consigna de un encuentro de intendentes del Litoral uruguayo-argentino convocado por Mario Carminatti al inicio de su tercer período de gobierno. La actividad se realizó en la Sala de Convenciones de Las Cañas. Este es el pegotín que se distribuyó, algo que creamos con el artista plástico Fabián Mendoza (aunque el mérito le corresponde a él)”. Le puse “me gusta” y comenté que “hay que renovar esa campaña”. Al día siguiente tomé prestada esa imagen y expresé que deberíamos abogar por el libre tránsito fronterizo y el libre comercio entre Argentina y Uruguay. Me permití reforzar el texto transcribiendo las líneas finales de la genial “Milonga para los orientales” de Jorge Luis Borges, esa que dice...   

“…Milonga para que el tiempo

vaya borrando fronteras;

por algo tienen los mismos

colores las dos banderas”.

Y en una publicación similar en Instagram, que te permite agregar música, opté por un breve fragmento de “A José Artigas”, esa hermosa vidalita de Alfredo Zitarrosa que honra la memoria del prócer compartido.    

Tuve la suerte de conocer a Mario Carminatti y pude dialogar, aunque más no sea un par de oportunidades, con ese extraordinario dirigente del Partido Colorado, el único en ejercer por tres períodos la intendencia de Río Negro. Y tenían razón Carminatti y sus correligionarios en lo que planteaban en aquella imagen. Las sociedades tienen una cierta tendencia a naturalizar algunas cosas, a aceptar como inevitables o hasta legítimos ciertos estados de situación que en realidad no resisten el menor análisis si se analizan en profundidad y con racionalidad. Y hemos naturalizado, argentinos y uruguayos, que haya que hacer larguísimas colas para cruzar por el Puente Artigas o por el Puente San Martín, que tengamos que hacer inútiles trámites aduaneros y migratorios para ir a visitar a algún amigo sanducero o a comer un chivito y tomar una pilsen en la 18 de julio. Y que no exista entre nuestros países libertad de comercio. Que nuestros amigos orientales no puedan comprar de este lado y cruzar lo que se les antoje. Lo hemos naturalizado, lo aceptamos, nadie se queja, o no lo hace ostensiblemente, pero es absurdo; e inconveniente y perjudicial para los ciudadanos de ambas márgenes del río Uruguay.        

No existen justificaciones serias y fundadas del proteccionismo comercial, más que en muy poquísimos casos excepcionales y sólo por tiempos extremadamente limitados. Los más grandes economistas de todos los tiempos han destrozado con argumentos irrebatibles sus falacias.  

Ya en el siglo XVIII los fisiócratas franceses, como François Quesnay, argumentaron a favor del libre comercio como vector para la prosperidad y el progreso de los pueblos. Adam Smith reforzó la idea planteando que el libre comercio lleva a que cada país se especialice en producir los bienes y servicios en los que es más eficiente, aumentando de este modo la productividad y reduciendo los costos en beneficio de los consumidores. Además, el libre comercio es un poderoso estímulo a la vez que una garantía de la competencia, reforzando de esta manera la accesibilidad a bienes y servicios de calidad. El gran pensador escocés argumentó a su vez que el libre comercio entre las naciones promueve la paz, la integración y la colaboración entre los países y las sociedades, desde el momento en el que la mutua dependencia reduce la posibilidad de guerras y conflictos. En sus propias palabras, “el comercio es un medio para promover la paz y la cooperación entre naciones.”

Posteriormente David Ricardo, economista clásico inglés del siglo XIX, demostró en su obra “De principios de economía política y tributación”, de 1817, que “bajo un sistema de comercio perfectamente libre, cada país naturalmente dedica su capital y trabajo a aquellos empleos que son más beneficiosos para cada uno. Esta búsqueda del beneficio individual está admirablemente conectada con el bien universal de toda la comunidad”; y advirtió, al condenar las leyes de cereales en su país, que el proteccionismo no sólo perjudica a los consumidores al aumentar los precios, sino que también obstaculiza el progreso económico general.

La influencia del pensamiento de David Ricardo puede observarse claramente en la obra de economistas posteriores, como John Stuart Mill, quien señaló que “el comercio es el gran instrumento de la paz, porque une a los hombres en lazos de interés mutuo”. Un razonamiento similar puede observarse en una frase usualmente atribuida a Frederic Bastiat, aunque no haya podido comprobarse su autoría: “Cuando los bienes no cruzan las fronteras, los soldados lo harán”.  

Quizás la frase más contundente en contra del proteccionismo y a favor del libre comercio haya sido la escrita por Henry George en su libro titulado precisamente “¿Proteccionismo o libre comercio?”: “Lo que nos ha enseñado el proteccionismo es a hacernos a nosotros mismos en tiempos de paz lo que nuestros enemigos quieren hacernos en tiempos de guerra”.

Recordemos también que Juan B. Justo llegó a expresar que "las aduanas alejan y aíslan a los pueblos", y que “la abolición del proteccionismo aduanero sólo amenaza las ganancias espurias que a su sombra realizan algunas empresas y la renta abusiva de tierras destinadas, gracias a la aduana, a cultivos que económicamente debieran ser hechos en otros países”. El líder socialista calificó al proteccionismo como "la peor forma de nacionalismo", y señaló que se vuelve "contra los consumidores del propio país, que son en su mayor parte trabajadores". Se preocupó a su vez por distinguir "entre empresarios de industrias libres, de industrias sanas, de industrias que se han desarrollado espontáneamente, y empresarios incubados y cebados por la ley, mediante trabas aduaneras y privilegios monopólicos". El propio Carlos Marx, por su parte, había definido de manera brillante al proteccionismo como "un sistema artificial para fabricar fabricantes".

 

Publicado en el diario La Calle el 25 de mayo de 2025.

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domingo, 18 de mayo de 2025

LEON XIV, FRANCISCO, LEON XIII, “RERUM NOVARUM”, LA RÉPLICA DE HENRY GEORGE Y EL ETERNAUTA

Por José Antonio Artusi

Habemus Papam. Infobae informó que “el pontífice explicó que la elección del nombre de León no fue casual ni meramente simbólica, sino profundamente intencionada: un homenaje a León XIII, autor de la encíclica Rerum novarum de 1891, que sentó las bases de la doctrina social de la Iglesia en el contexto de la primera revolución industrial”. “Hay varias razones, pero la principal es porque León XIII, con la histórica Encíclica Rerum novarum, afrontó la cuestión social en el contexto de la primera gran revolución industrial”, explicó el papa, subrayando que en la actualidad el mundo atraviesa una nueva revolución, esta vez ligada al desarrollo de la inteligencia artificial. A su juicio, los desafíos contemporáneos en torno a la dignidad humana, la justicia y el trabajo requieren que la Iglesia ofrezca “su patrimonio de doctrina social” como respuesta. La nota también señala que “el dolor compartido por la pérdida del pontífice argentino estuvo presente en las palabras de León XIV, quien exhortó a los presentes a recoger “esta valiosa herencia” y continuar el camino iniciado por su predecesor”.

Recordemos a su vez que el Papa Francisco, a través de un video en 2021 pidió discutir la implementación de "un ingreso básico, el IBU, o salario universal para que cada persona en este mundo pueda acceder a los más elementales bienes de la vida". Lamentablemente el Papa empleó en esa ocasión indistintamente dos términos que pueden aludir a conceptos diferentes, pudiendo prestarse a confusión el “ingreso básico universal” con el “salario universal”, que no necesariamente consisten en lo mismo. De todos modos, la utilización en ambos casos de la palabra “universal” refuerza la idea de que se estaba refiriendo al primero, que tiene a la universalidad y a la incondicionalidad como atributos fundamentales.

Es interesante vincular ese llamado del pontífice argentino con la referencia de su sucesor a la revolución que supone el desarrollo de la inteligencia artificial. Esta cuestión ha estado presente en el debate contemporáneo en los países desarrollados sobre las alternativas de financiación de un sistema de ingreso ciudadano o ingreso básico universal, poniendo el acento en la necesidad de redistribuir las rentas generadas por la inteligencia artificial, teniendo en cuenta que se trata de avances tecnológicos que habrían sido imposibles sin inversión pública, y que se nutren de una u otra manera de información y acciones de prácticamente todas las personas. Esta fuente se suma de esta manera a la más tradicional argumentación que aboga por financiar un ingreso ciudadano gravando y distribuyendo las rentas no ganadas de la valorización del suelo y de los recursos naturales. Es con relación con ese tópico que podemos entonces volver a la Rerum Novarum y a la carta abierta que como réplica le envió Henry George, el autor de “Progreso y miseria”, obra en la que propone una profunda reforma tributaria basada en el “single tax”, un impuesto único que gravaría el valor de la tierra libre de mejoras y que presupone a su vez, al menos en la versión ideal, la eliminación de todo otro tributo.

La carta abierta de Henry George, que dio lugar a un libro cuyo título ha sido traducido como “La cuestión obrera” contiene pasajes memorables, dignos de recordar:

“Nuestros postulados están todos expuestos o implicados en vuestra Encíclica. Son las percepciones primarias de la humana razón; las enseñanzas fundamentales de la fe cristiana. Nosotros sostenemos que: Este mundo es creación de Dios. Los hombres traídos a él por breve período de su vida terrenal son las iguales criaturas de su bondad, y objeto por igual de su próvida tutela. Por su estructura, está el hombre acosado por necesidades materiales de cuya satisfacción depende no sólo la conservación de su vida física, sino también el desarrollo de su vida intelectual y espiritual. Dios ha hecho que la satisfacción de esas necesidades dependa de los propios esfuerzos del hombre, a quien ha dado la facultad e impuesto el mandato de trabajar; facultad que por sí misma lo eleva por encima del bruto, hasta el punto de que sin irreverencia podemos decir que lo capacita para hacerse, como si dijéramos, auxiliar en la obra creadora.     

“Siendo creados como individuos, con necesidades y facultades individuales, los hombres tienen individualmente derecho (sujetos, por supuesto, a obligaciones morales que surgen de relaciones tales como las de familia), al uso de sus propias facultades y al goce del correspondiente producto o resultados. De ahí surge, como previo a las leyes humanas y derivando su validez de la ley divina, un derecho de propiedad privada sobre las cosas producidas por el trabajo; derecho que su poseedor puede transferir, pero del que privarle sin su consentimiento, es robarle. Ese derecho de propiedad, originado en el derecho del individuo sobre sí mismo, es el único y pleno completo derecho de propiedad. Afecta a las cosas producidas por el trabajo, más no puede afectar a las cosas creadas por Dios”.

“Permítame Vuestra Santidad pedirle que considere los tributos sobre los procesos y productos de la industria, mediante los cuales son recaudados los ingresos públicos en todo el mundo civilizado: los impuestos de consumo que circundan de barreras las ciudades italianas; los monstruosos impuestos aduaneros que estorban el intercambio entre los Estados llamados cristianos; los impuestos sobre las profesiones, sobre las ganancias, sobre las inversiones, sobre la construcción de edificios, sobre el cultivo de los campos, sobre la industria y laboriosidad en todas sus formas. ¿Pueden ser esos los medios dispuestos por Dios para que los gobiernos recauden los recursos que necesitan? ¿Tiene alguno de ellos la característica indispensable a todo plan, para que podamos admitirlo como justo?”.

El economista Milton Friedman admitió en cierta ocasión que a su entender el impuesto “menos malo” era precisamente el que gravaba el valor de la tierra libre de mejoras, en sus propias palabras, la vieja idea de Henry George. Como en El Eternauta, a veces, “lo viejo funciona Juan”.       

 

Publicado en el diario La Calle el 18 de mayo de 2025.         

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jueves, 15 de mayo de 2025

JUAN BALSECHI

Por José Antonio Artusi

Existen sobradas razones para considerar a Juan Balsechi el principal dirigente sindical y cooperativista de la historia de Concepción del Uruguay. Sin embargo, lamentablemente no existe en esta ciudad ninguna calle ni espacio público que recuerde su nombre.

Elisa Balsechi señala que “a partir del fracaso de una huelga de panaderos, se creó en 1918, en Concepción de Uruguay, la primera cooperativa de autoconsumo para beneficio de los hogares de trabajadores. Dicha entidad surgió con el nombre de “El Despertar del Obrero”. El accionar concreto de la misma perduró hasta la década de los ‘80. Fue el pilar inicial donde dos años más tarde se asentaría la Unión Obrera Departamental de Concepción del Uruguay.” Juan Balsechi estuvo entre los fundadores de aquella organización pionera, que llegó a contar con 35 sucursales en la ciudad y más de 20 en la región.

“El Despertar del Obrero” actuó como el germen a partir del cual nacieron otras entidades dirigidas a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores: la biblioteca “Sembrando flores”, la Cooperativa Gráfica “La Impresora”, el periódico “El Despertar”, La Cooperativa de Crédito “La Obrera”, una escuela para obreros, grupos de teatro, una comparsa, equipos deportivos, etc.

El poeta Jorge Enrique Martí hace una cálida semblanza de Balsechi, recordando que fue socio activo y generoso benefactor de la Asociación Educacionista “La Fraternidad”: “la primera visión se refiere a la acogida solidaria y comprensiva que siempre brindó a los confraternos suspendidos transitoriamente del internado por aplicación de normas disciplinarias que todos conocíamos. En esas instancias se abrían generosas las puertas de “El Despertar del Obrero” que brindaba techo y manutención. ¿Cuántos recuerdos quedaron en tantos fraternales que vivieron aquella experiencia? La otra también valiosísima actitud de don Juan Balsechi ocurrió en años económicamente muy difíciles para “La Frater”, que debió hacer grandes esfuerzos para cumplir su filantrópica misión de asistir a los jóvenes “ricos de inteligencia e indigentes de fortuna”, cuando se habían cortado las becas nacionales y provinciales como había sucedido en 1877. Entonces éramos alrededor de 160 internos a los que se sumaba el personal al que se brindaba también desayuno, colación y las dos comidas diarias de almuerzo y cena. Entre los abastecedores figuraba “El Despertar del Obrero” con sus clásicos canastos de pan fresquito y tibio como una caricia materna. Que nunca nos faltó. Se acumulaban las facturas impagas hasta sumar un par de años, sin que jamás se hiciera un reclamo ni dejara de faltar para los fraternales la provisión de ese alimento fundamental”.

Si bien Balsechi no se afilió nunca a ningún partido, no por ello dejó de comprometerse en causas políticas, y no vaciló en compartir ámbitos de participación con otros sectores con los que seguramente tenía diferencias, pero también algunas coincidencias, de esas que suelen definir las contradicciones fundamentales. Alejandro Bernasconi nos recuerda que “en 1935, se registra una intensa actividad política de grupos antifascistas del que participan sectores del radicalismo, del socialismo, la Unión Obrera Departamental, el centro de estudiantes del Colegio del Uruguay, y referentes de la comunidad judía. También en la ciudad se forman grupos de apoyo a los republicanos españoles”.    

Celomar Argachá y Orlando Busiello, al referirse a las reacciones frente al fascismo, señalan que, en 1935, “para fines de mayo, se constituyó el Comité Antifascista de Concepción del Uruguay. El 31 de mayo de 1935, el diario “Los Principios” daba cuenta de la enorme concurrencia que el miércoles 29 se había dado cita en las instalaciones de la Asociación de Trabajadores del Estado, para dar vida a la citada entidad antifascista”. El periódico informaba que en la ocasión “se dio comienzo a un amplio debate para aunar ideas a los efectos de la mejor forma de combatir al enemigo común. Intervinieron con frecuencia en la discusión los señores: Doctor Héctor Sauret, Juan Balsechi, A. Pereyra, Doctor Juan Lacava… etc.”.     

La solidaridad con la República Española tampoco estuvo ausente en el accionar de Balsechi y sus compañeros. Los autores citados señalan que “en febrero de 1937 un grupo de españoles, vecinos de Concepción del Uruguay, junto a otros simpatizantes de la República, decidieron conformar una comisión de apoyo, sumándose a la ya existente en Paraná, …, siendo pioneras en la provincia de Entre Ríos en esta cruzada solidaria”.  El 22 de febrero de 1937 Los Principios informó que “gran cantidad de simpatizantes se reunió ayer en el restaurant Comas para designar la comisión directiva de la filial local de “Amigos de la República”.” Balsechi integró dicha comisión.         

Durante el transcurso de la segunda guerra mundial la actividad de estos grupos antifascistas no cesó. El 14 de junio de 1940 Juan Balsechi estuvo entre los oradores en un acto en el cine Rex, junto a Isidoro Neyra y Delio Panizza, entre otros. El diario La Juventud informó que en esa ocasión quedaría constituida una organización denominada “Acción Democrática Argentina”.

Rodolfo Leyes narra el episodio de la detención y posterior liberación de Balsechi por parte del gobierno nacional en 1943, en el contexto de la campaña previa a las elecciones que ganaría el radicalismo con la candidatura a gobernador de Eduardo Laurencena, con el poco conocido apoyo de sectores del sindicalismo: “Finalmente, el día 18 de marzo fue liberado por pedido del ministro del Interior. Sin embargo, Balsechi no terminaría su día sin más, se dirigió al acto de cierre de campaña de los radicales, compartiendo el escenario con los popes del radicalismo presentes como era el caso del senador Isidoro Neyra - diputado de la provincia- Fermín Garay –candidato a vicegobernador- los militantes radicales Dr. Juan José Bruno, Dr. José Tamborini…” … En marzo de 1943, tras décadas de política anti-partidaria, aparece una propaganda electoral en el órgano de la Unión Obrera de la Provincia de Entre Ríos: “Por el libre desenvolvimiento de los derechos sindicales, todos los hombres libres y los trabajadores conscientes, cumplan con el deber de votar la fórmula de la libertad y la democracia. LAURENCENA-GARAY”. Leyes evalúa que “se había cerrado definitivamente una época de negarse al posicionamiento político-electoral y los sindicalistas puros, se volcaron sin demasiado pudor a favor de los radicales”.

A pocos días del golpe de 1943 Balsechi fue detenido y liberado tras 24 días; Argachá y Busiello narran que en 1944 “es apresado en Villaguay el exdiputado radical Isidoro Neyra… También fueron arrestados los dirigentes obreros Juan Balsechi, Alberto Gargano y Eduardo Pereyra y dejados en libertad después de 15 días de estar encarcelados”.  Pero a Balsechi lo esperaba el destierro en Paysandú. Volvió a Concepción del Uruguay en 1951. Murió en 1968. Había nacido el 26 de julio de 1897 en Rosario del Tala.            

        

Fuentes:

Argachá, Celomar José, and Orlando Busiello. Nazismo y otros extremismos en Entre Ríos . Concepción del Uruguay , 2013.

Balsechi, Elisa Dolores. "El Despertar del Obrero, refugio de desamparados." Acta Académica. 2005. https://cdsa.aacademica.org/000-006/575.pdf.

Bernasconi, Alejandro. "Algunas presidencias municipales de Concepción del Uruguay durante el intervencionismo conservador. 1932 - 1939." In Intendentes uruguayenses 1873 -2023, by Comisión de Educación y Cultura del Concejo Deliberante de la Municipalidad de Concepción del Uruguay. Concepción del Uruguay: Espacio Editorial Institucional UCU, 2023.

Leyes, Rodolfo. ""Sindicatos de izquierda: obreros radicales". Reformismo y convivencia en una alianza de beneficios mutuos, 1926 -1946." Acta Académica. 2017. https://cdsa.aacademica.org/000-019/392.pdf.

Martí, Jorge Enrique. "Recuerdo fraternal de don Juan Balsechi." Fraternales. 2007. https://centromaxit.blogspot.com/2007/12/recuerdo-fraternal-de-don-juan-balsechi.html.

 

Publicado en el diario La Calle el 11 de mayo de 2025.

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martes, 13 de mayo de 2025

AUTORES URUGUAYENSES PRESENTARON SUS OBRAS EN LA FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES



En el stand de la Provincia de Entre Ríos en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires se presentaron el pasado día lunes 12 de mayo dos libros de autores uruguayenses. Se trata de "La familia Tahier en Concepción del Uruguay" de Fernando Martínez Uncal y "100 columnas" de José Antonio Artusi, en ambos casos publicados por la Editorial de la Universidad de Concepción del Uruguay.     

En primer lugar Fernando Martínez Uncal se refirió a su obra, una investigación sobre el legado de la familia Tahier a partir de Amador Tahier, un maestro curtidor francés que llega a nuestro país convocado por Justo José de Urquiza para trabajar en el saladero Santa Cándida. El texto abarca también la trayectoria de sus hijos y nietos, que tuvieron una destacada actuación en diversos campos, el derecho, la educación, el deporte, etc. 

A continuación José Antonio Artusi expuso sobre su libro, una recopilación de columnas de opinión publicadas en la edición dominical del diario La Calle entre 2021 y 2023. Los artículos abarcan una temática muy amplia, procurando encontrar conexiones entre cuestiones políticas, urbanísticas, históricas, etc. 

Los autores agradecieron a las autoridades de la Secretaría de Cultura de la provincia y a la Editorial de Entre Ríos, en especial a su director Fabián Reato, por la oportunidad brindada.       

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