Por Rogelio Alaniz
Amado Boudou pronunció públicamente la palabra que el oficialismo desde hace dos o tres meses viene pronunciando en voz baja: reforma constitucional. Después relativizó el concepto. Es lo que se hace en estos casos. Es lo que hicieron los peronistas en 1948 y en 1993. Es decir, un año antes de las reformas constitucionales que promovieron Perón y Menem. El juego de palabras es previsible. No tiene por qué no serlo si siempre les ha dado buenos resultados. Primero se lanza el globo de ensayo y se esperan las cataratas de rechazos de los opositores; luego se relativiza lo dicho pero al mes siguiente -o a la semana siguiente- otro dirigente vuelve a insistir con lo mismo. Llega un momento en que el tema está instalado. Después, lo que viene es más fácil: o se corrompe a la ley o se corrompen a algunos políticos opositores para que se comprometan a avalar la reforma.
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La irracional mancha urbana, uno de los mayores problemas de nuestras
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