lunes, 8 de enero de 2024

HÉCTOR RAÚL SANDLER

Por José Antonio Artusi

Héctor Raúl Sandler murió el último día del año pasado, a los 94 años. Fue abogado, político, docente y escritor. 

Integró el partido liderado por el Gral. Pedro Eugenio Aramburu Unión del Pueblo Argentino (UDELPA). En 1963 fue candidato a Gobernador de Córdoba por ese partido, obteniendo el cuarto lugar y ese mismo año fue electo diputado nacional, cargo que desempeñó hasta el golpe de Onganía en 1966. En 1970, tras el asesinato de Aramburu por parte de Montoneros, se hizo cargo de la conducción de UDELPA, y en 1973 volvió a ocupar una banca en la Cámara de Diputados, esta vez en representación de la Capital Federal. En las elecciones presidenciales de ese año integró la coalición denominada Alianza Popular Revolucionaria, que llevó como candidato a Oscar Alende, del Partido Intransigente.  

Fue defensor de presos políticos desde 1971, tanto peronistas como trotskistas, tarea que continuó durante los gobiernos de Juan Domingo Perón y María Estela Martínez. Ese compromiso lo llevó a ser uno de los blancos elegidos por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) organización terrorista parapolicial creada por Perón y liderada por su ministro José López Rega, que lo amenazó de muerte y estuvo cerca de concretar tal amenaza. Tras el asesinato del diputado nacional Rodolfo Ortega Peña y la reivindicación del crimen por parte de la revista El Caudillo, Héctor Sandler planteó una cuestión de privilegio en la Cámara de Diputados por la ofensa a la memoria del legislador asesinado, y reclamó cinco días de arresto para Felipe Romeo, director de El Caudillo, publicación que era apoyada con publicidad de sindicatos y del Ministerio de Bienestar Social. Tal como recuerda Marcelo Larraquy en una nota publicada en Infobae el 31 de Diciembre de 2017, “debió refugiarse durante un mes en distintos domicilios hasta que decidió dormir en una sala contigua a su despacho del Congreso Nacional junto a su esposa, como único resguardo para su vida. Permaneció allí siete noches, hasta que las autoridades de la Cámara lo enviaron al exterior en una misión parlamentaria, y enseguida se asilaría en México”. Estuvo exiliado entre el 16 de octubre de 1974 y el 24 de abril de 1975. La dictadura que ocupó el poder a partir del 24 de marzo de 1976 confiscó sus bienes y ordenó su captura, por lo que volvió nuevamente al exilio, entre el 5 de mayo de 1976 y el 24 de junio de 1984.

Con posterioridad al exilio, ya radicado en la Argentina, su protagonismo no pasó por la vida política partidaria sino por la actividad académica, en la UBA y en diversas universidades del extranjero. Fue uno de los pocos dirigentes argentinos que abrazó, defendió y propuso las ideas del economista norteamericano Henry George, y abogó por una profunda reforma tributaria basada en gravar las rentas del suelo y liberar de impuestos al capital y al trabajo. Plasmó sus ideas y sus propuestas en varios libros.

La noticia de su muerte generó muchísimos testimonios de admiración y de agradecimiento de quienes habían sido alumnos del viejo profesor, quienes lo evocaron como un docente extraordinario.      

A modo de homenaje a su memoria lo recordamos con sus propias palabras, que mantienen plena vigencia, extraídas del libro “El desafío argentino: eliminar los impuestos”, publicado en 1988:

“Como protector del orden económico el Estado debe garantizar que cada ciudadano reciba el producto íntegro de su trabajo y que cada inversor real tenga como correlato su recompensa, para lo cual debe impedir la conformación de monopolios y de privilegios de cualquier tipo. Debe ordenar la economía de manera tal que nadie especule o viva del trabajo ajeno, incluido el propio Estado. Sólo así podrá constituirse una Nación compuesta por hombres política y económicamente libres. Desde esta perspectiva, el Estado, como órgano rector y protector del orden económico, por una parte, y los particulares como agentes económicos, por la otra, podrán asegurar el crecimiento y desarrollo señalado. Pero también se requiere de una política social, en un doble sentido. Por una parte, como todo cambio, la transición del actual orden económico al que propugnamos produce desajustes, reacciones fundadas en la inercia y en los intereses. Es preciso aliviar las tensiones y suavizar los conflictos. Pero además de esta política social coyuntural debe ejercerse otra, que procure en todo momento la reconstitución de un orden social que se fundamente en el desarrollo cultural libre y en la regulación de la economía y de la política por el derecho.”.-          


Publicado en el diario La Calle el 7 de Enero de 2024.-

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