domingo, 21 de enero de 2024

MARTIN LUTHER KING E ISRAEL

Por José Antonio Artusi

Nos referimos la semana pasada a un aspecto no demasiado conocido de la trayectoria de Martin Luther King, que habría cumplido 95 años el pasado 15 de Enero; su dedicación a investigar las causas estructurales de la pobreza, en especial - pero no exclusivamente - la que afectaba a los negros y otras minorías, y sus propuestas para mitigarla y hasta erradicarla”. En esta oportunidad el foco estará puesto en otra faceta de su personalidad, la solidaridad puesta de manifiesto con Israel y su actitud hacia el sionismo.

El 14 de Enero la revista Seúl publicó una magnífica columna de Santiago Francisco Peña titulada “El embrujo contra Israel” (https://seul.ar/el-embrujo-contra-israel/), en la que el autor plantea que “los llamados critical race studies proponen una relectura histórica desde un punto de vista étnico y, en buena medida, cromático. Así, proliferan categorías como whiteness y blackness y una panoplia de colores y mestizajes sincréticos, con sus debidas jerarquías en función de su carácter de víctimas y victimarios. Como es de sospechar, la whiteness se corresponde con el más alto nivel de privilegio victimario, mientras que la blackness concentra los mayores honores de la victimología”. Peña considera que “no es casual que este tipo de expresiones tengan lugar primordialmente en los campus universitarios, donde las ciencias sociales y las humanidades han sido prácticamente absorbidas por el paradigma poscolonial, que a la dicotomía de la opresión le suma un criterio identitario y racial. En estos días, sin ir más lejos, hemos asistido a la resistencia por parte de tres de las más importantes universidades norteamericanas, Harvard, Pennsylvania y el MIT, de declarar como hate speech (discurso de odio) toda invitación a la intifada, es decir, a la guerra abierta contra Israel por todos los medios posibles.”

Continúa más adelante Santiago Peña considerando que “se desprende aquí una curiosa tangente, la del antijudaísmo visceral por parte de ciertas organizaciones afroamericanas plenamente identificadas con la mencionada blackness. Podríamos citar de modo paradigmático a las vulgatas antisemitas de la organización Nation of Islam, que poco difieren de la infame narrativa de Los protocolos de los sabios de Sion, que tanto contribuyeron al maremoto antijudío que culminó en el Holocausto”. Y advierte más delante que “así, es menos sorprendente el apoyo explícito de Black Lives Matter de Chicago (centro geográfico de Nation of Islam) a la “lucha palestina” (es decir, a Hamás) y su nula empatía y solidaridad con las víctimas judías de la masacre”.

No es descabellado pensar que Martin Luther King se habría opuesto de manera decidida a esta tendencia “woke” presente en tantas esferas de Estados Unidos, que termina cristalizando un racismo al revés, pero racismo al fin. El Premio Nobel de la Paz por sus luchas no violentas a favor de los derechos civiles de los negros quería la integración y la no discriminación, no la segregación basada en criterios identitarios. Tal como señaló en su célebre discurso en Washington (“Tengo un sueño”), “sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad”.

En varias ocasiones Martin Luther King se refirió explícitamente a la legitimidad del Estado de Israel y a la validez del sionismo. Tras la tragedia del 7 de Octubre del año pasado, sus palabras adquieren una renovada vigencia y deberían resonar con fuerza en las conciencias del mundo libre:

“La paz para Israel significa seguridad, y debemos defender con todas nuestras fuerzas su derecho a existir y su integridad territorial. Veo a Israel, y no me importa decirlo, como uno de los grandes puestos avanzados de la democracia en el mundo, y un maravilloso ejemplo de lo que se puede hacer. Cómo una tierra casi desértica puede transformarse en un oasis de hermandad y democracia. Paz para Israel significa seguridad y esa seguridad debe ser una realidad.”

“Qué fácil debería ser para cualquiera que valore este derecho inalienable de toda la humanidad, comprender y apoyar el derecho del pueblo judío a vivir en su antigua tierra de Israel”.

“No podemos quedarnos tranquilamente en el camino mientras nuestros hermanos judíos en la Unión Soviética enfrentan la posible extinción de su vida cultural y espiritual. Los que se sientan en reposo, mientras otros se esfuerzan, son tiernas tortugas y compran su tranquilidad con vergüenza. La negación de los derechos humanos en cualquier lugar es una amenaza a la afirmación de los derechos humanos en todas partes. La historia y la cultura judías son parte del patrimonio de todos, ya sean judíos, cristianos o musulmanes”.

Anticipándose de manera premonitoria a la ominosa ola de antisemitismo disfrazada de antisionismo que recorre el mundo, paradójicamente tras la mayor masacre de judíos por el solo hecho de serlo después del Holocausto, en 1968 Martin Luther King le respondió a un estudiante que había atacado al sionismo: “Cuando la gente critica a los sionistas, se refiere a los judíos. Estás hablando de antisemitismo”. Que las sabias palabras de Martin Luther King, acompañadas por su conducta de coraje y compromiso, no hayan sido en vano.-  


Publicado en el diario La Calle el 28 de Enero de 2024.-

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