domingo, 16 de octubre de 2022

ALFREDO PALACIOS Y EL LIBERALISMO CLÁSICO


Por José Antonio Artusi

Uno de mis placeres porteños es caminar por calle Corrientes y hurgar sin ningún plan preestablecido en librerías que ofrecen libros viejos y baratos. Siempre aparece algo interesante. Esta semana, entre otros, me encontré con un ejemplar de una obra de Rubén Giustiniani, “El socialismo de Alfredo Palacios”, que me resultó muy útil para rescatar algunos aspectos de la influencia del liberalismo clásico en el ideario del legendario legislador socialista de la ciudad de Buenos Aires.    

Comienza diciendo Rubén Giustiniani que “en la tarde del 13 de marzo de 1904, como salidos de “El crepúsculo” de Quinquela Martín, los obreros de la Boca festejaban la llegada del primer diputado socialista de América al Congreso de la Nación. La modificación del régimen electoral que el ministro Joaquín González pone en vigencia a partir de un plan político del Presidente Julio Roca determinó la división de la ciudad de Buenos Aires en veinte circunscripciones donde cada una de ellas elegía sus representantes a la Cámara de Diputados. El barrio de la Boca era la expresión de la nueva Argentina. Las casas de zinc en los doscientos conventillos albergaban a los obreros de los astilleros, los marinos y los pescadores en la pobreza y el hacinamiento. En esa abigarrada población abundaban los garibaldinos, los masones, los anticlericales, los abstenidos radicales. Serán ellos los protagonistas de la histórica elección”.

Cuando me refiero a las influencias del liberalismo clásico en el socialismo de Palacios no aludo solamente a la dimensión política propia de la democracia republicana, en la que de manera igualitaria se reconocen a los individuos derechos y garantías para el ejercicio de su autodeterminación. Hablo también de la dimensión económica, que interactúa con aquella y la complementa, dando lugar a lo que algunos han denominado la democracia social. Esta veta liberal progresista puede observarse en al menos dos grandes tópicos de la política económica: las tensiones entre el libre comercio y el proteccionismo y la cuestión del acceso a la tierra por parte de los trabajadores.

Continúa Giustiniani su prólogo aseverando que “recorrer la obra de Alfredo Palacios es transitar caminos de increíble actualidad”. El libro contiene textos del propio legislador socialista, que – efectivamente – revisten una notable vigencia.

Escribió Alfredo Palacios en su rechazada tesis doctoral: “Los mismos factores determinantes del sistema económico que hunde en la miseria a millares de proletarios en la decrépita Europa, aparecen en este pueblo de vejez prematura y de incapacidad política… Los presupuestos de gastos arrojan cifras cada vez mayores. El sistema proteccionista, proclamado por el gobierno, favorece a unos cuantos industriales con detrimento de los consumidores. Los impuestos internos y de Aduana, como la gota de aceite, van extendiendo cada vez más su esfera…”. Nada nuevo bajo el sol; Palacios parece estar describiendo la realidad argentina contemporánea, la de trabajadores y consumidores castigados por impuestos regresivos y distorsivos y por los altísimos precios de bienes producidos por empresarios acostumbrados a “cazar en el zoológico”. La Historia suele ser más compleja que las simplificaciones maniqueas y absurdas que se pretenden instalar a veces como verdades reveladas. No es demasiado frecuente que se recuerde al socialista Palacios condenando el proteccionismo para defender los derechos de los consumidores frente al gobierno conservador de Roca.   

La otra cuestión es la del acceso a la tierra, uno de los tres factores de producción de la economía clásica, junto al trabajo y al capital, pero sin confundirse nunca con éste, pues son de naturaleza diferente. Dirá Alfredo Palacios en el Congreso de la Nación en 1940: “nuestras leyes de tierras, mal aplicadas, han permitido la expansión del latifundio que destruye el vigor de los pueblos en vez de facilitar la colonización… Nuestro campo se habría poblado con la aplicación honesta de una ley de colonización y con la implantación del sistema de impuesto al mayor valor de la tierra que debía regir antes de efectuarse expropiaciones para entregar la tierra al productor… Tal sistema impositivo favorecería la división de la tierra, porque el propietario abandonaría su actitud pasiva, en espera del mayor valor; atenuaría la especulación, el viejo enemigo de la pequeña propiedad rural triunfante de las leyes agrarias y que contribuye a detener la población preparando grandes convulsiones para el futuro; regularizaría las fluctuaciones del valor y propendería a que la tierra fuera entregada al trabajo… Urge un sistema fiscal que permita al Estado apoderarse, en relativa proporción, del aumento del precio del suelo, facilitando la adquisición de la tierra a los que quieran trabajarla. Se trataría de tomar una parte de los valores producidos por el trabajo de la sociedad…”. Los ecos de la obra del economista norteamericano Henry George y de los economistas clásicos ingleses son evidentes.

El último legislador nacional que propuso una reforma tributaria tendiente a crear algo parecido al sistema propuesto por Alfredo Palacios fue el Dr. Eduardo Conesa, del Partido Demócrata de la Ciudad de Buenos Aires. Paradojas, o no tanto, de la Argentina contemporánea.-    


Publicado en el diario La Calle el día 25 de Septiembre de 2022.-      

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